7 mar 2011

DIA 26 – Viernes

-¡Buen día a todos!- saludé a mis compañeros como todos los días.

-¡Ricardín!… ¡vemos que regresas a tus raíces!… ¡un poco más y pareces forastero!- dijo Leónidas.

-¡Porque Leo, que pasó en mi ausencia de un día!- respondí.

-¡Es que como paras más en otras áreas, ya pensábamos que te estaban secuestrando!…

-¡Es que hay que estar en todas pues mi hermano!… ¡de que nos sirve estar sentados hecho unos cojudazos calentándonos el culito!… ¡además, si me piden que les apoye en algunas cosas y no tengo nada que hacer, pues, hay que ayudar!… ¿no te parece?...

-¡Eso sí, no se discute!…

-¡Te lo dice de pura envidia pues Ricardo!- dijo Rodrigo -¡Es que ayer Leo te observó con la nueva secretaria!… ¡y ganas le faltaron para correr a sus brazos!… ¡¿o no Leo?!…

-¡No solo a sus brazos, sino a sus piernitas, a su pechito, a su boquita, a su culito!… ¡ah!… ¡no sigo hablando o me la corro acá mismo!… je, je, je…

-¡Tú sí que eres un enfermo Leo!- respondió Rodrigo -¡Lo dices con una forma que solo los orates lo hacen!…

-¡Lo digo con la arrechura en la sangre!… ¡allá tú que solo te conformas a tu mujer!… ¡lo que somos nosotros los mujeriegos, no nos quedamos con las ganas!… ¡sí o no Ricardín!- preguntó Leónidas.

-¡Pregunta difícil mi hermano!- respondí.

-¡No nos digas que estas colgando los chimpunes!- preguntó Rodrigo.

-¡Pues parece que, sí!- respondí.

-¡No jodas chiquillo!- dijo Leónidas -¡La vida hay que gozarla, y si es con un buen culito mejor!…

-¡Yo estoy bien con Verito, y por ahora no quiero cambiarla por nadie!- respondí.

-¡Eso decimos siempre Ricardín, pero cuando tenemos un culo enfrente y sobretodo calato, no perdemos el tiempo y zas, nos la culeamos!- sonreí aceptando lo dicho por Leónidas.

-¡Ricardo, que harás este fin de semana para no aburrirte!… ¿estarás en tu depa o manejando tu motocicleta?- preguntó Josefa con una sonrisa en los labios.

-¡No se cholita!… ¡es más que seguro que la pase con Verito en cualquier parte!…

-¿No han planeado nada para este fin de semana?...

-¡No!… ¡no lo hemos planeado!… (…)… ¡¿Por?!- pregunté.

-¡Es que estamos planeando hacer una parrilladita en mi nueva casita!…

-¿Estamos?- pregunté sorprendido.

-¡Sí!… ¡estamos!… ¡mi flaco y yo!…

-¡No entiendo!…

-¡Sí!… ¿no te conté?... ¡por fin mi flaco se animó y estamos viviendo juntos desde hace 2 días!- dijo emocionada.

-¡Eso quiere decir que te están dando tu mañanero todos los días no es así morenaza!- dijo Leónidas.

-¡Cuando no usted señor Leónidas!- respondió Josefa -¡Siempre metiéndose en conversaciones ajenas!… ¡y ni siquiera dice algo bonito!… ¡solo mañoserías!… ¡usted nunca cambiará!…

-Je, je, je… ¡de algo hay que reírnos pues morenaza!…

-¡Viejo mañoso!- respondió Josefa haciendo su boquita en punta.

-¡Qué bueno negrita que el murciélago se haya decidido!…

-¡No lo llames así a mi flaquito!…

-¡Ok!… ¡entonces hablaré con Vero a ver si se anima!…

-¡Dame su número de celular y yo la convenzo!… ¡tú sabes que entre mujeres nos convencemos!… ¡es una vieja costumbre femenina!- dijo Josefa segura de sí misma.

-¡No!… ¡es mejor que yo le diga!… ¡además con lo que está sucediendo en su familia sería mejor que yo vea ese asunto!…

-¡Bueno, tu sabes lo que haces!… ¡lo dejo en tus manos!- dijo Josefa -Oye, cambiando de tema… ¡No me contaste que fue de tu reunión con el señor Segundo!… ¡cuéntame de una vez!… ¡que te dijo!…

-¡Lo que nosotros ya sabíamos!… ¡que lo habían sacado de la chamba y cosas así!… ¡nada más!…

-¡Oye cojudo, yo te conozco bien y sé que no me quieres contar más!- dijo Josefa.

-¡Son solo cosas sin importancia!… ¡nada más que eso!- respondí.

-¡Bueno, entonces dejémoslo ahí!… ¡Pero, tienes que convencerla sí o sí!…

-¡Oye Ricardito, y como va tu libro!- preguntó Rodrigo.

-¡Pues ahí va mi estimado Rodrigo! ¡Aunque, últimamente estoy un poco corroído con lo que respecta a inspiración literaria!… ¡siento que los últimos capítulos están un poco sonsos e insípidos, inclinándose cada vez a lo aburrido!…

-¡Eso refleja tu estado de ánimo!… ¿no lo crees así?...

-¡Pues!… ¡creo que tienes toda la razón mi estimado Rodrigo!- respondí -¡A veces amanezco acojudado y sin ni una puta neurona en la cabeza como para poder escribir algo interesante!…

-¡Lo único que a ti te falta es una buena culeadita con la nueva secretaria mi querido Ricardín!- dijo Leónidas mientras sus orbitas visuales salían de lo normal.

-¡Para serte sincero, ganas no me faltan!… ¡la reputa esta buena!…

-¡Claro pues mi hermanito!… ¡un polvito ahí y se te va toda la cojudez que tienes en la cabeza!… ¡con un culazo como ese puesto en tu cama y calatita, yo no sé qué maravillas haría!- sonreí mientras las ideas contagiadas por Leónidas de aquella mujer pasaban por mi mente.

-¡Bueno sátiros, tengo que salir de acá antes de que me vuelva loco de tantas cojudeces!…

Me dirigí a la cafetería de aquella institución para poder refrescarse por el calor abrumador que ahí embargaba.

-¡Marquitos del Perú como estás!- saludé al cocinero.

-¡Hola corazón!… ¡a que se debe que el rey de los mujeriegos baje a este sótano lleno de gente sin clase!… ¡de plebeyos!- respondió Marcos.

-¡Oye cariño no seas tan mala!… ¡mira que yo no soy así!… ¡tú sabes que me doy con todos!…

-¡Ay guapo, es solo un decir!…

-¡Sí, yo lo sé! ¡Pero, si te escuchan personas que no me conocen podrían pensar lo contrario!…

-¡No me vengas con ideas medievales Ricardito de mi corazón y dime que te vas a servir!…

-¡Que me ofreces!…

-¡Mi corazón y mi cuerpo invicto!- respondió Marcos.

-Ja, ja, ja… esa sí que es buena…

-¡Buena YO!…

-¡Si tú lo dices cholito, nadie lo discutirá!… (…)… ¡ahora dejémonos de cortejos, galanterías, enamoramientos, coqueteos y mariconadas laborales, y dame una gaseosa bien helada como para que mis amígdalas se caigan en pedacitos!…

-¡Qué te parece si mejor te doy uno de mis besos que te congelen todas las partes de tu cuerpo!…

-¡Prefiero los besos que me calienten todos los miembros de mi cuerpo!… y de esos me los dan… perdón… me los da mi Verito…

-¡El pez por su boca muere!… ¡tú nunca cambiaras Ricardo Dasilva!… ¡siempre serás el mismo pendejito de siempre!…

-¡Las huevadas y mariconadas llegan a cansar cholo!…

-¡Toma tu gaseosa nomas!- dijo Marcos.

-¡Cuanto te debo!…

-¡Y de cuando acá tú me pagas!…

-¡Cierto!… ¿será que me estoy haciendo viejo y la conciencia me está ganando?...

-¡Árbol que crece torcido!… (…)… ¿qué más viene?...

-Árbol que crece torcido jamás su tronco endereza- respondí.

-¡Sí!… esa es tu frase…

Sonreí para no proseguir con aquella conversación.

-¡Bueno ya casi es hora de almorzar y tengo que marcar mi hora de refrigerio!… ¡vendré luego de un rato con la gente a comer!…

-¡No hay problema corazón!… y no te preocupes por la gaseosa… yo invito…

-¡Gracias Marquitos!- respondí.

Me dirigí a mi lugar de trabajo ubicándome nuevamente en medio de mis amigos que proseguían con las conversaciones sin sentido para pasar el rato y amenizar un poco más el medio día sin labores pendientes. La hora del almuerzo transcurrió sin nada en especial, simplemente jodiéndonos entre compañeros de distintas áreas con el común denominador de pasarla bien en horas de refrigerio.

Al culminar el día, todos los trabajadores, como era habitual, nos dirigimos a tomar nuestras respectivas movilidades, cuando de pronto, noté en la lejanía la silueta de Verónica. Aceleré el paso, la abracé y le di un tierno beso en los labios.

-¡Mi amor!… ¡que rica sorpresa!… ¡no pensé que vendrías!- dije.

-¡Quería darte la sorpresa!… ¡y veo que si te la di!- respondió.

-¡Pues, sí!… me alegró infinitamente…

-¡Qué bueno mi amor!…

-¿Dime a dónde quieres ir?- pregunté.

-¡Oye!… el que venga a ver a mi enamorado no quiere decir que quiero que me lleve a algún sitio o que gaste dinero por las puras en las salidas… no soy como las chicas con las que acostumbrabas salir Ricardo Dasilva…

-¡Pues, yo nunca pagaba cuando salía con ellas!… más bien, ellas lo hacían por mí- dije sonriendo.

-¡Cínico!… ¡caradura!…

-¡Es una broma mi amor!…

-¡Pero no me gustó tu bromita!…

-¡Lo siento!… ¡no volverá a ocurrir!…

-¡Bien!… ¡entonces, vamos a tu depa!- dijo Verónica.

-¡Mañosa!- respondí en tono pícaro y sugestivo.

-¡Oye!… ¡no digas eso!… ¡malo!… ¡que acá el único mañoso eres tú!… ¿no sabes pensar en otra cosa que no sea sexo?...

-¡Pues claro!… también pienso en otras cosas, como… mi enamorada… el sexo… el trabajo… el sexo… los amigos… el sexo… la escritura… el sexo…

-¡Ay Dios!… (…)… es mejor que vayamos a tu departamento, ¿sí?... y de paso me presentas a tu hermano… quiero conocer a mi cuñadito…

-¡Ok mi amor!…

Mientras nos dirigíamos al departamento, Verónica me preguntó: -¿Amor… como vas con tu libro?…

-¡Que gracioso!…

-¿Qué es lo gracioso?- preguntó Verónica.

-¡No eres la primera persona que me lo pregunta!… ¡en el trabajo me hicieron la misma interrogación!…

-¿Así?...

-¡Sí!…

-¿Y cómo va?…

-¡Pues!… ¡estoy a punto de culminarla!…

-Me imagino que formare parte de ella ¿o no?...

-¡Pues, como te dije anteriormente!… ¡son personajes particulares que se asemejan mucho a vivencias personales; pero, que tienen más de imaginarios!…

-¿Y en esa imaginación tuya… formo parte?...

-¡Puede ser!…

-¡Ya pues!… ¡no seas malo y cuéntame un poquito!…

-¡Todo a su debido tiempo!…

-¡Malo!…

Al llegar al departamento, ingresamos y notamos que todo estaba limpio y ordenado. Sorprendido, miraba a todos los rincones de aquella habitación sin encontrar respuesta alguna.

-¿Que paso acá?- pregunté sorprendido.

-¡Hola hermanito!- saludo Ángel saliendo del baño con las respectivas herramientas de limpieza -¡No pensé en otra forma de agradecimiento por el hospedaje, que limpiando el gallinero de mi hermano!…

-¡Gracias marrano; pero, ordenaste mi desorden!… ¡y ahora no sé dónde demonios están mis cosas!…

-¡No seas malagradecido amor!- dijo Verónica.

-¿Amor?- preguntó Ángel -No me digas que tú eres la famosa…

Miré fijamente a Ángel para que no diga ninguna brutalidad ante Verónica.

-¡La famosa qué!- dijo Verónica.

-La famosa… (…)… ¡Verónica!- respondió Ángel.

-¡Tú debes de ser Ángel, el hermano de Ricardo!…

-¡Así es cuñadita!…

-¡Ya no seas demasiado confianzudo!… ¡y pon más respeto para con Verónica!- dije en tono enérgico.

-¡No te preocupes amor!… además, estamos en familia ¿o no?... (…)… Bueno, déjenme ver que hay en la cocina para hacer algo de cenar…

Verónica se dirigió a la cocina dejándonos solos en la salita.

-¡Oye carajo, casi metes la pata con Vero!… (…)… ¡¿y cómo sabías que se llamaba Verónica, si yo no te hable de ella?!…

-¡Me lo dijo Sandra, cuando vino a encamarse contigo!… ¡perdón!… ¡a hablar contigo!…

-¡Para la próxima, no te juegues así, por favor!…

-¡No te preocupes hermanito!…

-¡¿Ricardo?!- se escuchó sorprendida e intrigada la voz de Verónica -¿Que hace el sobre de una carta escrita por Cristina y dirigida a ti, en tu cocina?...

Miré a Ángel -¡Putamadre!… ¡la cagada!- Verónica se acercó a mí y me entregó el sobre.

-¿Y dónde está la carta?- preguntó Verónica -¡Solo está el sobre vacío!…

-¿Cómo?- pregunté volteando la mirada hacia Ángel.

-¡Si amor!… solo está el sobre… (…)… ¿que decía la carta de mi amiga?- preguntó Verónica.

-(…)… ¡Nada!… solo agradeciendo el tiempo que estuvo laborando en el área como mi asistente… nada más amor…

-¡Qué bonito detalle de ella!… ¿y en esa carta habla de mí?- preguntó.

-¡Pues!… ¡no!…

-¡Qué mala!… ¡no importa!… ¡algún día nos volveremos a ver y a charlar de lo más rico!… ¡tendremos tantas cosas que contarnos, que el día será solo para nosotras!…

-¡Pero, donde dejaste la carta!… ¡para leerla también!- preguntó Verónica.

-¡La tiré!… ¡cómo no era una carta de importancia, pues la tiré!… ¡y como Ángel hizo limpieza, pues, ya no existe!…

-¡Cierto!- respondió Ángel. Dicho esto, Verónica volvió a la cocina a seguir preparando la cena. Mientras llevaba a Ángel a una esquina de la habitación.

-¡Oye carajo!... ¿dónde demonios esta la carta?…

-¡De nada hermanito!- dijo Ángel.

-¿Cómo?...

-¡Claro!… si no hubiese leído la carta de la flaca, Verónica se hubiese enterado que le metiste cuernos con Cristina…

-¿Pero, dónde está la carta?- pregunté.

-¡La tengo guardada!… ¡te la iba a dar cuando llegaras de la chamba!…

-¡Pero, por qué demonios abriste la carta!…

-¡Es que estaba en el piso!… ¡y como estaba limpiando todo, pues lo confundí con basura!… ¡y al ver que no la habías leído, pensé que no te interesaría leer el contenido y por eso la leí!…

-¿Donde la tienes?…

-¡Está en mi bolsillo del pantalón!…

-¡Guárdala bien y me la das luego!…

-¡No te preocupes hermanito!…

-¡Y!… ¡gracias!… ¡gracias por haberla leído y guardártela!… (…)… ¡aunque no me haya gustado que lo hicieras antes que yo; pero, me salvaste de una buena!…

-¡De nada!- respondió Ángel sonriendo ante la complicidad.

-¡Bueno muchachos, no encontré nada más en la cocina!… ¡así que cenaremos solo leche chocolatada, pan con mantequilla y unas tortillitas que me enseño mi abuelita en el pueblo donde viví!… (…)… Ustedes dos tienen algo, ¿no es así?... ¡par de hermanitos, ya los estoy comenzando a conocer mejor!… ¡tienen una mirada cínica!…

Ángel y yo solo nos limitamos a mirarnos y sonreír ante las palabras de Verónica.