7 mar 2011

DIA 20 – Sábado

Aquella mañana, me levanté más temprano que cualquier otro sábado más. Tenía el celular apagado por si alguien quisiera llamarme. Necesitaba estar desconectado del mundo. Tener un día para mí solo. Aun en pijama fui a la bodega de la esquina. Hice mi cola respectiva para comprar pan, huevos y demás cojudecitas para hacer mi desayuno. Como todos los sábados, estaban las mismas señoras y empleadas habituales saludándose entre sí y hablando mentiras entre ellas e intercambiando recetas culinarias entre empleadas, mientras el serrano dueño de la bodega llenaba sus bolsillos con lo que vendía a aquellas señoronas gordas y avejentadas.

-¡Buen día Llicardito, cumu amanicisti!- saludó Fausto, dueño de la bodega.

-¡Buen día Fausto!… ¡y mi nombre es Ricardo!… ¡con erre!…

-¡Isu mismu digo puis Llicardito!… ¡tú siempri mi vacilas je, je, je!…

-(¡Serrano de mierda! ¡Cuando mierda podrás pronunciar bien mi nombre!)- sonreí fingidamente ante el comentario de aquel personaje.

-¿Qui vas a llevarsh Llicardito?…

-¡Déjame ver!… ¡creo que llevare papas, cebollas, tomates, ajos, arroz, pollito, salchichitas, huevitos, pancito, mantequillita y demás cojudecitas que se hacen en el desayunito y almuercito!…

-Ja, ja, ja… ¡qui cumicu qui eres Llicardito!… ¡dibirias trabajarsh en la tilivisión para qui hagas reirsh a las gentes!…

-¡Cómico cholito, se dice cómico!…

-¡Buino Llicardito, pon en una bolsita lo qui vas a comprarsh!… ¡y luigu mi lo das para pesarshtelo!…

-¡Ok!… ¡no hay problema Fausto!...

Luego de hacer las compras necesarias para el día, salí de aquel establecimiento rumbo a mi departamento. En el camino encontraba a las más viejas señoras barriendo el patio de sus casas, mientras sus perros se cagaban más allá.

Una vez dentro, encendí mi laptop y busqué en el reproductor de música las canciones de Soda Stereo y las puse a todo volumen. Aquel sonido envolvente hacia estremecer aquella habitación, mientras hacia el desayuno. Aun legañoso, desayuné un par de huevos fritos con las yemas duras adornadas con papas fritas y un pedazo de palta, y de beber un vaso de jugo de papaya. Una vez acabado de desayunar, me levanté de la mesa y me dirigí al friobar, saqué una cerveza helada en lata y comencé a beberla lentamente, recordando a Verónica, mi enamorada, como la conocí, como nos hicimos enamorados, lo que sentía por ella; las travesuras de Débora, lo provocativa que era; la visita de Sandra en mi departamento, los juegos de venganza que tenía a veces para con su enamorado; la ternura de Raquel, siempre dispuesta a brindarle su sincera amistad y más; el atrevimiento, picardía, osadía y misterio que guardaba Cristina; la cólera que sentía hacia Ángela y la nueva tentación que despertaba Paquita con lo ocurrido la noche anterior. La impotencia de saber que aquel leal compañero de trabajo había fallecido por una negligencia de autoridad. La sed de querer hacer pagar al responsable de lo sucedido con aquel anciano. Toda una mescla de sentimientos juntos en una sola cabeza.

Luego de tantas cosas juntas, fui a lavar todo lo que había ensuciado y estaba dispuesto a dirigirme nuevamente a mi cama a continuar el sueño cortado, cuando de pronto golpearon la puerta de la habitación.

-¿Quién es?- pregunté.

-¡Soy Paquita!…

Sorprendido por aquella visita inesperada, me dirigí a abrir la puerta de la habitación casi cayéndome.

-¡Hola Paquita!… ¡que agradable sorpresa!… ¡nunca pensé que vendrías a mi departamento!… ¡al menos tú sola!…

-¡Tontito!…

-¡Disculpa el desorden!… no hace mucho que me desperté y… ya sabes… soy un poquito desordenado…

-¡Ya me di cuenta!…

-Pero, dime, ¿a qué se debe tu visita?- pregunté.

-¡Cómo!… ¿una amiga no puede visitarte?...

-¡No es eso!… ¡solo que me sorprende que hayas venido a mi departamento luego de la metida de pata que hice anoche en tu casa!…

-¡Te dije también que si tú no lo hacías, lo haría yo!… ¡pero, creo que ya hablamos de eso!…

-¡Cierto!…

-¡Y tu jovencito, porque tenías tu celular apagado!… ¿acaso querías desconectarte del mundo?... ¡no me vayas a salir con la clásica mentira tuya de que tu celular estaba descargado!…

Sonreí ante el descubrimiento tan acertado de aquella joven.

-¡Pues hay algo de algo en todo lo que dijiste!… ¡quería desconectarme de todos el día de hoy!… ¡pensar en lo que hice!… ¡en lo que hago!… ¡y en lo que haré!… ¡necesitaba desenchufarme de todo!… ¡tener un día solo para mí!…

-¡A veces no es bueno estar solo para esas cosas!… ¡sabes que cuentas con amigos para eso!… ¡la soledad es madre de todos los vicios!…

-¡La ociosidad Paquita!… ¡la ociosidad, es madre de todos los vicios!…

-¡Siempre tu corrigiendo!- Paquita me miró tiernamente mientras me tomaba de la mano -¡Vamos, cuéntame que te tiene así, con la cara de pavo!…

-¡No es nada!… ¡simplemente son huevadas mías!… ¡huevadas que nos pasan a todos!…

-Mmm… ¡entonces dejémonos de huevear tanto!… ¡y ayúdame en una tarea del cole!…

-¡Tremenda viejísima y aun en el colegio!...

-¡Oye!… ¡cual viejísima, si aún tengo 17 años!…

-¡Ok!… será pues…

-¡Ya!… déjate de tirarme jodas…

-¡Si supieras las ganas que tengo!…

-¡Lo sé papacito!…

-¿Y aun así vienes a la boca del lobo?...

-¡Ricardito!… lobo que aúlla, no come… ja, ja, ja…

Sonreí sin decir ni una sola palabra al respecto.

-¡Ok!… ¡Dejemos de calentadas de cabeza y de culo!… ¡dime de qué se trata tu tarea!- pregunté.

-¡Es sobre historia universal!… ¡Mitología griega!- respondió Paquita.

-¡Ah, qué bueno!… ¡a mí me gusta mucho la mitología!…

-¡Nos dieron dos personajes mitológicos para describirlos, analizarlos y dar nuestro punto de vista sobre cada uno de ellos!…

-¡Que huevadas enseñan ahora en los colegios!… que chucha nos interesa analizar esas huevadas… mejor alquilamos la película “Furia de Titanes” y de ahí sacamos conclusiones…

-¡No lo quiero así!… me gusta a lo antiguo… a lo clásico- respondió Paquita.

-¡No me tientes pecadora!… ¡que aún no soy antiguo!- sonreí.

-¡Ver para creer!… o mejor dicho… probar para saber…

-¡Óyeme!… tu resultaste más mañosa que tu hermana…

-Ja, ja, ja… ¡loco!… solo es un precalentamiento a la tarea… para no estar tensos…

-¡Si supieras que tan tenso me estas poniendo ahora nena!…

-¡Ya, mañoso!… ¡mira que soy tu ex cuñadita!… ¡así que no podemos hacer nada!…

-¡Sí, sí, sí!… veamos de quienes tienes que tratar- pregunté.

-En primer lugar me piden desarrollar el tema de Medusa… y de ahí, Aquiles… pero no quieren nada de internet… sino de lo que escuchemos o sepamos…

-Mira, con lo que respecta a Medusa… según la mitología griega, era una de las tres gorgonas… Su aspecto era terrible, de la cabeza le crecían serpientes en vez de cabello, el cuerpo también tenía la forma de serpiente, y, si miraba directamente a alguien a los ojos, al momento le dejaba petrificado… Medusa era originalmente una hermosa mujer humana... Poseidón se enamoró de ella, y la sedujo en un templo dedicado a Atenea… Ahora Atenea, tras descubrir la profanación de su templo, transformó a Medusa en aquella criatura fea… Fue decapitada por Perseo y este usó la cabeza de Medusa para rescatar a Andrómeda… (…).. Para mi conclusión, Medusa era una mamacita rica con las tetas, el cuerpo y el culo más ricos del mundo, ya que con solo mirarla te ponías piedra…
-¡Baboso!…

-Ahora, Aquiles… bueno, según la mitología griega, era nieto de Éaco, fue un héroe de la Guerra de Troya y uno de los principales protagonistas y más grandes guerreros de la Ilíada de Homero… En la célebre obra homérica, Aquiles suele ser calificado como “el de los pies ligeros”, ya que se le consideraba el más veloz de los hombres… Leyendas afirman que Aquiles era invulnerable en todo su cuerpo salvo en su talón… Estas leyendas sostienen que Aquiles murió en batalla al ser alcanzado por una flecha envenenada en el talón, de donde la expresión “talón de Aquiles” ha llegado a aludir a la única debilidad de una persona… Aquiles también es famoso por ser el más hermoso de los héroes reunidos en Troya, así como el más rápido... En su mito es crucial su relación con Patroclo, descrita en fuentes diferentes como profunda amistad o amor… (…)… En mi conclusión, Aquiles era un grandísimo homosexual enamorado de su primo Patroclo, y fue muerto por que le apestaba no solo el talón, sino todo el pie entero…

-¡Que sonso eres!… ¿lo sabías?...

-¡Solo un poquito!… pero, al menos te di una pequeña introducción sobre ambos personajes…

-Mmm… algo de algo entendí; pero yo sacare mis propias conclusiones… las tuyas un tanto que no me convencen…

-¡Y para colmo, malagradecida de miércoles!- respondí siempre con una sonrisa en los labios.

-¿Así?... con que esas tenemos ¿no?... ahora sabrás como agradezco tu ayuda…

Diciendo esto Paquita saltó sobre mí estando sentado al borde de la cama y comenzamos a jugar como dos niños sueltos en la inmensidad de las travesuras. Las cosquillas eran puestas en todas partes de nuestros cuerpos. Paquita trataba de morderme juguetonamente el cuerpo, mientras yo esquivaba todo tipo de mordiscos. Los juegos entre nosotros se hacían cada vez más intensos, sucumbiendo a la tentación de arrancarse un beso, pero no dieron pie a que sucediese a pesar de las ganas que ambos teníamos; sabiendo que un beso nos llevaría a otros más apasionados, estos a caricias y manoseos más íntimos y de allí, sólo un pequeño empujoncito a la cama, a hacer el amor una y otra vez, eso nos convertiría en amantes y yo lo único que quería era apagar el fuego del deseo que tenia de cogérmela aunque sabía que sólo sería una sola vez en la vida.

-¡Ya!… ¡basta!… ¡que me estoy calentando más de lo debido!… ¡y luego las consecuencias serán fatales!- dije con la típica sonrisa de siempre.

-¡Huy!… ¡qué miedo!… ja, ja, ja- respondió Paquita.

-¡Te quiero mucho feísima!- la abracé fuertemente, mientras acariciaba su suave y oloroso cabello.

-¡Y yo a ti flaco feo!…

El silencio reinaba entre aquellas cuatro paredes mientras contemplaba la belleza de Paquita, a lo que ella recompensaba todas las caricias con una sonrisa tierna.

-¿Te llevo a tu casa?- pregunté.

-¡Sí!… ¡es mejor!… ¡no malogremos esto!- respondió Paquita.

-¡Por eso mismo te lo digo!… ¡te llevo a tu casa!…

Paquita aceptó mi propuesta sin pensarlo dos veces. Aquella atracción era fatal. El ambiente estaba lleno de estímulos. Ambos sabíamos que si ganaba la tentación se acabaría la amistad entre nosotros, y ya nada sería igual. Las miradas entre nosotros eran interminables. Salimos del departamento y subimos a la motocicleta, rumbo a la casa de Paquita. El trayecto se hizo corto, más de lo acostumbrado. Pero solo quedaría ahí, en un gusto que ambos no descubriríamos si era real o imaginario.

Solo quedó ahí.