7 mar 2011

DIA 15 – Lunes

-¿Que pasa Ricardito?, te veo un poco acojudado…

-¡Nada Leo, solo estoy un poco cansado!… ¡este fin de semana fue un tanto duro para mí!… ¡sensaciones antiguas y a la vez nuevas!…

-¡Te refieres a Verónica y Cristina!- preguntó Josefa.

-¡Pues algo de algo hay en ello!- respondí.

-¿Será por eso que Cristina no vino el día de hoy a trabajar?...

-¡No lo sé negra!… ¡yo por mi parte estoy súper bien con Verito!… ¡y francamente no quiero cagarla!… ¡siento que en ella tengo una estabilidad única!… ¡y lo último que desearía es meter la pata y cagarla!…

-¡Pero Ricardín, no seas huevón!… ¡hay que saber hacerla!… ¡mira en mi a un maestro!- dijo Leónidas.

-Ja, ja, ja… ¡esa sí que es buena Leo!… ¡el pobre muchacho está en un dilema y tú le das malos ejemplos!- dijo Rodrigo.

-¡Gracias Rodrigo!- dije, ante el asombro ya que este nunca decía algo acertado y si abría la boca era para decir alguna huevada.

-Ja… ¡Ricardo es el típico provocador, perezoso, romántico, contradictorio, infiel, vanidoso, frívolo, coqueto, seductor y un auténtico canalla!… ¡Así es Ricardo Dasilva, un trabajador público adicto a la música de Gustavo Cerati y Queen, con pininos de escritor de treinta y picos años de edad que tiene su vida organizada en un tenso equilibrio!- dijo Josefa con total autoridad en la materia.

-¡Mejores palabras nunca las escuche negrita linda!… ¡fue la mejor descripción mía que escuche!- respondí.

-¿Y a todo esto Ricardito… como te describes?- preguntó Josefa.

-¡Buena pregunta!... déjame ver… ¡No soy muy allegado a la iglesia; pero, rezo en los aviones!… ¡Soy materialista; pero, no me gusta ir de compras!… ¡No soy libertino; pero, me encanta el sexo!… ¡Soy libertario; pero, no sé lo que es eso!… ¡Creo en la democracia; pero, no me gusta ir a votar!… ¡Creo en el sexo seguro; pero, soy sexualmente inseguro!… ¡Soy impúdico; pero, no me gusta andar desnudo!… ¡Me gusta leer; pero, no leerme!… ¡Me gusta escribir; pero, no que me escriban!… ¡Soy provocador; pero, ya no me provoca serlo!… ¡Hablo de mi vida privada; pero, nunca de mi vida pública!... ¡Soy frívolo; pero, profundamente!… ¡No consumo drogas; pero, las echo de menos!… ¡Creo en el amor a primera vista; pero, soy miope!... ¡Me gusta ir contra la corriente; pero, sólo si sirve a mi cuenta corriente!... ¡Soy un mal escritor; pero, una buena persona!... ¡Soy una buena persona; pero, no cuando escribo!… qué más puedo decir de mí…

El estruendo de risas brotó cual más cagona lluvia caída en esos lugares. Ni las miradas fijas de la cara de culo de la jefa de personal nos hacían callar.

-¿A todo esto… que saben del viejo portero?- preguntó Rodrigo.

El silencio se apoderó repentinamente en aquel momento.

-¡Chucha!… ¡tienes razón chochera!… ¡putamadre, soy un vil mal amigo!… ¡me olvidé completamente de él!…

-¡No es culpa tuya Ricardo!… ¡tú también tienes deberes laborales y personales que atender!- dijo Josefa.

-¡Sí!… ¡pero, de todas maneras iré saliendo de acá!- respondí.

A la hora del almuerzo, como de costumbre, Josefa y yo nos dirigimos hacia el cafetín de Marcos. Josefa tenía el semblante decaído, apesadumbrado.

-¿Que pasa negrita?… ¿cuál es tu cau cau?- pregunté.

-¡Estoy por independizarme!… ¡mejor dicho, quiero independizarme!… ¡vivir con mi flaco!… ¡juntitos, los dos!… ¡ya no aguanto estar en la casa de mis padres!- respondió Josefa.

-Entonces, ¿eso es lo que te tiene cagada?...

-¡Sí, eso!… ¡Tengo miedo de que, al independizarme, Víctor no venga conmigo!…

-¿Crees que el murciélago te quiere mucho?- pregunté.

-¡Sí, me quiere, carajo!…

-¿Desde el fondo del corazón?- pregunté.

-¡Sin duda!…

-¡Entonces puedes estar segura de que irá!… ¡Puede ser que demore en aparecer por allá; pero, un día descubre el lugar y aparece!...

-¡Ya le dije la calle y el número de la casa en donde voy a vivir!…

-¡Pues entonces es más fácil!…

Sin embargo, Josefa todavía estaba indecisa. ¿Qué ganaba con darle el número y la calle a Víctor, si no sabía leer? Podía ser que fuese preguntando a los pajaritos, a los mierditas del camino, o a las mariposas que chuchean en las flores.

-¡No te asustes, negra, los murciélagos tienen sentido de orientación!…

-¿Tienen qué?...

Le expliqué lo que era el sentido de orientación, y quedó cada vez más admirada por mi sabiduría barata.

Resuelto el problema, salimos de aquel cafetín y Josefa, emocionada, fue a todas las demás oficinas y escritorios para contar a todo el mundo lo que le esperaba: la mudanza. La mayoría de las personas grandes le decían con gesto alegre: -¿Así que te vas a mudar, morena? ¡Qué bueno! -¡Qué maravilla!... ¡Qué alivio!...

Los ojos de Josefa estaban llenos de emoción y alegría. Las ganas de vivir con aquel murciélago era lo que más importaba para ella.

Yo apreciaba y anhelaba esa sensación extraña aun para mí. De pronto aquella contemplación se desbastó cuando el sonido inoportuno de mi celular sonó como los mil demonios. Era aquella llamada misteriosa que siempre me tenía con un lado de los huevos doliendo. Como de costumbre, ignorándola, apagué el móvil.

Llegando la hora de salida, rumbo a casa, el trayecto era el mismo, las mismas calles, las mismas avenidas, las mismas viejas cagonas paseando a sus perros meando y cagando en las vías públicas, el silencio tardío de aquel suburbio, el aire caliente que golpeaba el rostro mientras manejaba mi motocicleta. Todo era igual.

Al llegar a mi departamento, noté que alguien esperaba en la puerta de la habitación.

-¡Hola Ricardo!…

Sonreí -¡Hola Ángela!… ¿cómo estás?…

-¡Yo bien!… ¿y tú?...

-¡Ahí vamos!…

-¿Nunca podremos tener una conversación buena?... ¡No seas resentido!… ¡estoy que te llamo siempre al tu celular desde hace días y tu ni mierda quieres contestarme!… ¡siempre me cortas!… ¡no es justo Ricardo!…

-¿Qué es lo que quieres Ángela?… dilo de una vez y vete que no tengo ganas ni de tirarme un pedo…

-¡Quiero que hablemos!… ¡como amigos!… ¡olvidemos el pasado!… ¡sé que cometí errores imperdonables; pero, fuiste tú el causante de todo eso!… ¡fuiste tú el que me puso los cuernos con mi prima!… ¡la rabia e impotencia me llevaron a cometer el peor acto de mi vida; pero, a veces las personas actuamos cojudamente con lo primero que se nos viene a la cabeza, sin pensarlo aunque sea una vez!… ¡Luego nos arrepentimos de ello, cuando ya todo está dado!…

-¿Terminaste?... ¡entonces puedes retirarte!- respondí.

Aquella muchacha lo quedó mirando con impotencia, luego se retiró de la puerta de la habitación y se fue.

-¿Aló?… ¡cholita!… ¡ven a mi casa!…

A los pocos minutos de hacer la llamada respectiva tocaron la puerta del departamento.

-¡Y ese milagro que me llamaste!…

-¡Simplemente quise tener a Débora Riva-Agüero nuevamente en mi departamento y zafarme del universo!…

-¡Cojudo!… ¡solo cuando piensas en tirar me llamas!- respondió Débora.

-¡Que!… ¡no me digas que no te gusta!…

-¡Claro que sí!… ¡me encanta Ricky!… ¿pero, no me estas tratando solo como un objeto sexual?… ¿o sí?...

-¡Tómalo como quieras cholita!… ¡solo quiero un poco de compañía!… ¡nada más!…

-¿Y por qué no llamas a tu enamoradita?...

-¡Porque ella es una chica de su casa!… ¡no una lobita en luna llena!…

-¡Menos mal dijiste lobita y no zorrita!…

Ambos sonreímos ante aquella conversación sonsa y aburrida. Me acerqué a friobar y saqué un par de cervezas bien heladas e invité a mi ocasional visitante -¡Salud cholita!…

-¡Mierda!… ¡no me digas cholita!… ¡cuántas veces te lo voy a decir!…

-¡Está bien!… ¡desde ahora te llamaré “mi pobre pituca engreída” que te parece!…

-¡Eres una cagada Ricky!… ¡no cambiarás nunca!…

En aquella tarde calurosa, los tragos de cerveza helada eran como agua en el desierto para nosotros dos cómplices de osadías pasadas y muy a veces presentes.

-¡Ricky!… ¿puedo hacerte una pregunta?- preguntó Débora.

-¡Dime!…

-¿Qué era lo primero que pensaste cuando me conociste en la discoteca?...

-¡En serio o mentira!…

-¡En serio pues!…

-¡“Esta noche me la levanto a esa cojuda”!… ¡es lo primero que pensé cuando te vi entre la penumbra y el humo de la discoteca!… ¡Es una mujer muy bella, más joven que yo, de ojos chispeantes y nariz angulosa!... ¡Me gusta como nadie me ha gustado nunca!… ¡Me aburría en la esquina de la barra tomando una coca cola!… ¡Me acompañaba Benito, mi amigo!… ¡Benito Miges, el ginecólogo!… ¡A Benito le gusta bailar; pero es un pésimo bailarín, tanto como yo, y por eso había insistido en llevarme esta noche a esa disco donde se reúne la gente bonita y confundida de la ciudad, los que quieren irse de la ciudad pero no pueden y los que se fueron pero regresaron, las chicas rebeldes y los cocainómanos y los músicos fracasados, los tontos como yo, que no bailamos porque no tenemos suficiente coraje, pero sí disfrutamos exhibiéndonos en ese enjambre de cuerpos hacinados que las luces de neón iluminan al azar!… ¡De pronto, Benito, se bebió una cerveza, y me presentó a tres amigas suyas!… ¡Creo que una se llamaba Mariana y la otra Lucrecia!… ¡no lo recuerdo bien!… ¡porque no oía bien sus nombres, y las dos son eran de una belleza promedio, tirando a feas, o será que la poca luz no les hace justicia, y la otra, cuya mirada me hipnotizó en el acto, fuiste tú!… ¡la chica más linda que había visto nunca en este antro de mal vivir que indebidamente llamamos el Pericos, en cuyos pasillos pueden verse parejas frotándose sin pudor, drogadictos colapsados en los baños!… ¡Me miraste y quedé hechizado por ti, sacudido por una corriente que me estremeció con una fuerza extraña!... ¡Nunca había sentido esto por una mujer, ni siquiera por Isabel, la chica de mi vida, la niña bien que se corrompió por mi culpa, me entregó su virginidad, retó a sus padres por mí, le llegó al carajo todo por estar juntos y lloró cuando sus padres la obligaron a separarnos!…

Débora me observaba mientras seguía hablando.

-¡Eras una mujer muy hermosa y en tu mirada perturbadora, cargada una promesa inquietante!... ¡Me reconocí en tus ojos turbios, y supe de inmediato que esta noche seriamos uno solo!… ¡Aunque sabía que habías tenido algo con Benito, porque él me lo había contado, pero no sabía a ciencia cierta quién era la famosísima Débora Riva-Agüero, sabía que habían sido amantes y no amantes de paso, sé que tú estuviste enamorada de él!… ¡Tú y yo nos miramos, sonreímos embobados y tratamos de hablar en esta esquina sobrepoblada y bulliciosa de la discoteca, pero no pudimos, porque los parlantes escupían con estruendo una música histérica y yo sólo quería llevarte lejos para perderme en tus encantos y hacerte mía!... ¡Benito se había dado cuenta de que sólo tenía ojos para ti y me dirigió una mirada severa, como diciéndome no te metas con esta chica, que es mía!... ¡Luego te dije que nos fuéramos de ahí y te tomé del brazo, y tu asentiste encantada, sin oponer resistencia, y luego secreteaste algo con tus amigas, las de la belleza promedio, que hablan entre sí y fuman con el rencor de saberse ignoradas por los chicos más lindos de esa discoteca a la que se han aventurado en busca de amor o por lo menos de buen sexo!… ¡Yo no quería emborracharme ni tomar siquiera un poco de whisky!... ¡No quería tomar tragos, ni seguir aspirando este humo viciado que luego me deja el pelo y la ropa apestando, sólo quería irme contigo y besarte entera, confesarle que tus embrujos me habían subyugado y que te deseaba con una desmesura que no había sentido por una mujer!... ¡Por suerte, tuviste el buen juicio de no decirme que deseabas bailar esta canción pegajosa de Erasure, A little respect, cuando salimos de la discoteca, salvándome de una escena grotesca, pues el baile en cualquiera de sus formas no ha sido nunca un pasatiempo que yo haya podido dominar, y quizá por eso soy un amante tan chapucero en la cama, aunque no estoy seguro de que exista una relación entre una cosa y la otra!… ¡Luego, tras conducir la motocicleta por las calles mal iluminadas, llegamos aquí, a mi departamento, cruzamos miradas en silencio y yo supe que tú no te hacías la tonta ni la difícil, sabias exactamente por qué hemos salido de prisa del Perico’s y por qué subimos ahora a mi departamento recién inaugurado en aquellas épocas!… ¡Comprendí!… o mejor dicho… pensé que eras mujer distinta, sobrenatural, una de esas criaturas que el destino te pone enfrente una sola vez en la vida, y que si la dejo pasar es porque soy un marica y un perdedor, cosas que sin duda no soy, pero esta noche quería escapar de la realidad y soñar, aunque sea un momento, que mi vida podría ser mejor con esta mujer... ¡Luego, nos besamos con una pasión rotunda, desenfrenada, con la certeza de saber que querías meterte en mi cama sin hacer una sola pregunta boba ni un comentario estreñido de niña bien!… ¡No tomamos un solo trago, no me preguntaste si el departamento era mío y tampoco si mis intenciones eran serias u honorables, no dijiste una sola puta palabra, simplemente te entregaste con más audacia que yo al acto de amor que se nos impuso brutalmente esta noche!… ¡Así, en silencio, besándonos, sin música de fondo ni bebidas alcohólicas para perder las inhibiciones, terminamos en mi cama, desnudos, apenas encendida la luz de la sala, a oscuras mi habitación, y yo te dije que eras la mujer más linda que había visto en mi vida, y que nunca iba a olvidar ese momento, y tú me miraste conmovida y creíste que hablaba con el corazón!... ¡Supiste que me tenías derrotado, todo tuyo, y lo sabías en silencio, y entonces me dijiste, sentándote a horcajadas sobre mí, que sabías que ibas a conocerme y que esto iba a pasar, y cuando lo dijiste me clavaste tu mirada de bruja sabia y amante suicida y yo sentí un ramalazo, un escalofrío, el presagio de que esta noche es sólo el principio de la aventura más peligrosa de cuantas he vivido!... ¡Luego fue como un sueño, tu moviéndose sobre mí, yo tratando de estar a la altura de las circunstancias, haciendo un esfuerzo para comportarme como un hombre y no defraudar a esta mujer que había venido a mi cama sin hacer preguntas ni pedir promesas de amor!… ¡Luego sonó una bocina en la calle, y me asomé sin calzoncillos a la ventana y reconozco la motocicleta de Benito, ¿qué diablos quería?, si sabía que me he venido contigo!... Pero, además, había otras motos y de ellas habían bajado las dos chicas de la belleza promedio, Mariana y Lucrecia, tus feas amigas ¿a qué habían ido también? ¿A comer bocaditos? ¿A hablar de política? ¿A hacer una orgía? ¿A pedirme el baño para cambiarse las toallas higiénicas? No me gustó que me toquen la bocina así, brutalmente y sin previo aviso, y menos a esta hora de la madrugada, cuando los vecinos duermen y no merecen ver quebrantadas sus horas de reposo... ¡Luego te pedí que te vistieras rápido, porque que tus amigas habían venido a recogerte para llevarte a tu casa!... ¡Te fuiste, no sin antes besarme en la mejilla y mirarme con una intensidad en la que me reconocí extrañamente y diciéndome al oído gracias, no te voy a olvidar y yo te dije te llamo y me sentí un idiota porque ni siquiera te había pedido tu teléfono y te fuiste!… ¡te llamo!… ¿no pude haberte dicho algo más romántico, más inspirado?... ¡Quien tampoco parecía inspirado fue Benito, que me miraba con una cara de perro hambriento de venganza!... ¡No debiste haber hecho eso, ella es una chica bien, es una amiga mía, ha sido mi hembrita, no es una chica para tener un agarre, me dijo furioso, como si quisiera pegarme!… ¡No ha sido un agarre, huevón, ha sido algo increíble, le dije, pero no me creyó, siguió mirándome mal!... ¡Recuerdo que Benito se fue manejando velozmente su motocicleta y yo me subí a mi cama y busqué tu olor en mis sábanas y me pregunté si volvería a verte, si puede ser verdad tanta belleza, si estarías pensando en mí con esta locura adolescente con la que, echado en mi cama!… ¡y eso fue todo!… No creo que se me haya pasado algo… ¿o sí?- pregunté.

-¡Qué lindo que recuerdes cada detalle de ese día Ricky!… ¡yo no lo hubiera dicho tan perfectamente!…

-¡Es que tú eres una cholita de pocas neuronas!…

Ambos sonreímos y nos dimos un beso en los labios -¡Gracias Débora, por venir!… ¡Gracias!…

-¡Carajo!… ¡y a ti que bicho te picó!… ¡me llamaste por mi nombre!…

-Ja, ja, ja… ¿será que me estoy haciendo viejo?- respondí.

-¡Será!… ¡mira que ya te están saliendo más canas!…

-¡Es señal de inteligencia, bruta de miércoles!…

-¡Bueno ex niño!… ¡tengo que irme a mi casita!… ¡recuerda que es día de semana y no puedo hacer travesuras!… ¡aunque me parece extraño salir de tu depa sin haber hecho el amor contigo!… ¡pero, bueno!… ¡ya sabes!… ¡cuando me necesites, solo llámame y aquí estaré!…

-¡Gracias cholita!…

La presencia de Débora en mi habitación, me reanimó completamente, pero no tenía la confianza como para haberle contado sobre la visita inesperada de Ángela.