7 mar 2011

DIA 02 – Martes

-¡Buenos días a todos!- saludé como siempre al personal que ya estaba en la oficina desde muy temprano. Siguiéndome por detrás, Leónidas añadió en voz baja -¡Se nota que no tienen que hacer ni mierda en sus casas! Para mí que sus mujeres y maridos los botan de sus camas y se vienen a pajear acá en la oficina!…

-¿Tú crees?- dije en tono burlesco.

-¡Claro pues! ¡Una vez me gané el pase con la Jefa de Recursos Humanos, estaba solita en su oficina metiéndose el dedo!…

-¡Estás hablando huevadas loco!…

-¡Hay que poner el toque de gracia y morbo pues Ricardito!…

Nos sentamos, cada uno en nuestro respectivo lugar a proseguir con las asignaciones del día. Luego llegaron Rodrigo y Josefa a ocuparse de lo suyo. Mientras tanto (yo) preparaba las presentaciones en power point para el director general de la institución donde trabajaba. Cuando de pronto se escucharon los saludos fingidos y sobones hacia alguien importante que llegaba al área de Capacitación y Proyectos.

-¡Suave con todo, que ahí viene el jefe mayor!- nos dijo Josefa.

-¡Hola morena, muy buenos días!…

-¡Buenos días señor Segundo!- respondió Josefa al saludo del director general.

-¡Muchachos buenos días, como vamos con los trabajos!…

-¡Muy bien jefazo, todo en orden!- respondió Rodrigo ante la mirada burlona de nosotros.

-¡Ricardo, como vas con la presentación que tengo que exponer!…

-¡Buenos días!… ¡Justamente estoy trabajando en ello señor Segundo!… ¡Me están alcanzando del área de Recursos Humanos toda la información necesaria para culminarla y luego añadiremos los toque finales de animación para causar una muy buena impresión!…

-¡Perfecto!… ¡Entonces no me preocupo! ¡Prosigamos con las tareas!- Segundo Díaz, era Licenciado en administración de empresas, y director general de aquella institución a la cual pertenecíamos. Luego de aquella visita al área de capacitación y Proyectos, se dirigió de escritorio en escritorio a saludar a los demás trabajadores y observar que es lo que hacían en sus máquinas, dibujando una sonrisa en su rostro al descubrir que desde muy temprano muchos se dedicaban a leer sus correos electrónicos o chatear mediante el Messenger.

-¡Ricar! ¡Ricar!- escuché en voz baja.

-¡Que pasa Leo!…

-¡Levanta la cabeza, y mira quién te está mirando desde hace un buen rato!…

Levanté la cabeza y me encontré con la mirada firme de la nueva practicante y ambos sonreímos avergonzados.

-¡Huy carajo! Estoy notando cierta dosis de romance en esta sala- dijo Josefa en tono pícaro.

Solo sonreí por un buen tiempo y de rato en rato levantaba la cabeza para observarla nuevamente y encontrar la mirada que me envolvía.

-(¡Tranquilo viejo, no juegues con fuego!)- me decía a mí mismo, sabiendo las consecuencias que ello traería.

Aquel intercambio de miradas se vio interrumpido por el sonido estruendoso del teléfono interno.

-¡Ricardo, el señor Segundo requiere tu presencia en su oficina!…

-¡Putamadre negra, y ahora que quiere ese huevas!…

-¡No se cholito; pero pidió que vayas a su oficina urgente!…

Me dirigí a la oficina del Director General portando mi usb personal, por si necesitaba copiar de la computadora algún archivo a modificar.

-¡Hola Carlita, el señor Segundo me hizo llamar!… ¿Puedes avisarle que me encuentro fuera de su oficina?- Carla Linares, era la secretaria de gerencia general. Una muy buena persona, amable y muy simpática para la edad que llevaba a cuestas.

-¡Como no Ricardito, déjame avisarle para que pases!- tomó el teléfono interno e hizo la llamada respectiva -¡Señor Segundo, el señor Ricardo Dasilva se encuentra en espera!… (…)… ¡Muy bien señor!- Carlita colgó el teléfono y con una mirada noble me dijo -¡Ricardito, puedes pasar!…

-¡Muchas gracias Carlita! Que sería de esta institución sin tu presencia…

Toqué sutilmente la puerta de la oficina directoral e ingresé a aquella helada pero acogedora sala llena de cuadros y botellas de vino añejo y sentado detrás de un gran escritorio tallado con diseños étnicos en la más fina madera, se encontraba el director general de aquella institución pública.

-¡Josefa me dijo que usted quería verme!…

-¡Si Ricardo! Necesitaba hablar contigo sobre algunos puntos que necesito que me apoyes con respecto a la exposición que tendremos la próxima semana, y francamente, hablando entre amigos y en confianza y disculpando la palabra, no sé cómo mierda se hace... Y tú eres un capo en esas cosas…

-¡Gracias señor! Es un honor que usted me hace al referirse así de mí…

-¡Si Ricardo! Pero también hay una cosita que te quiero decir… Me estuvieron comentando que estas interesado en la nueva practicante del área de Logística… Que miradas van, miradas vienen, sonrisitas por aquí, sonrisitas por allá…

Sonreí levemente -¡Pues sí, la niña es atractiva y tiene sus encantos señor Segundo, para que vamos a hacernos los ciegos!…

-¡Es mejor que te hagas el ciego Ricardo, porque la señorita es mi sobrina y vive en mi casa!... ¡Y conociéndote cómo eres, serias capaz de cortejarla!… ¡Sinceramente me caes bien muchacho y sé que tienes fama de mujeriego, pero no te metas con ella!... ¡Deja que termine su carrera universitaria y de ahí vean!…

-¡Disculpe que lo interrumpa señor Segundo! ¡Pero creo que lo mal informaron, ya que no estoy interesado en ella!… ¡Desde luego es una muchacha muy hermosa que me atrae mucho al igual que a mis demás compañeros, pero creo que usted está haciendo volar su imaginación y dándome ideas que no estaban en mi mente!…

-¡Si Ricardo, pero de todas maneras te lo digo, no la vayas a fregar!…

-¡Descuide señor Segundo haré lo humanamente posible por desviar mi mirada y mi tentación!- La experiencia añeja de aquel jefe superior hizo que sonriera como quien decir “no te creo ni una puta palabra huevón…”

-Bueno Ricardo, entonces prosigamos con nuestras obligaciones laborales…

Al salir de aquella oficina, sentí un afán aún más grande por conocer a la joven practicante de aun nombre desconocido. Y estaba dispuesto a conocerla en este día pese a los comentarios vertidos por mi jefe superior. El cosquilleo de aquella insinuación brotaba cual pasto sobre las praderas, cual arenas en el desierto, cual gotas de agua en el mar, cual un mil cojudeces se me imaginaban por la cabeza. Luego de ello me ubiqué en mi escritorio mirando de vez en cuando hacia la muchacha de nombre aún desconocido para mí.

Las miradas eran mutuas, los sonrojos y sonrisas picaras venían de ambos.

-(¡Que mierda está pasando carajo!)- pensaba.

La necesidad de distraer mi mente en otra cosa que no sea ella, era oportuna. Para ello recurría a los juegos en línea por internet y luego a los videos por el youtube. Pero la fuerza de aquella prohibición que me había impuesto la alta dirección era más fuerte por romperla.

-¡Negrita! ¡Regreso en un toque!... ¡Voy al cafetín a tomarme algo súper helado que me estoy cagando de calor interno!…

-¡Anda nomas amiguito, yo te cubro por si me preguntan por ti!…

Dicho esto, salí rumbo a la cafetería de Marcos. Al menos ahí me iba a distraer jodiendo un poco a aquel individuo afeminado.

-¡Marquitos, dame algo súper helado como para que se caigan mis amígdalas en pedazos!…

-¡Ja, ja, ja… eres muy gracioso flaquito, pero ya te dije, pídeme lo que quieras y te lo daré!…

-¡Ya, zafa zafa nomas que solo quiero algo bien helado!…

De pronto escuché una voz dulce a mi costado, la cual hizo que voltease la cabeza en cámara lenta.

-¡Buenos días, por favor deme un agua mineral con gas híper helada!…

-¡Hola!…

-¡Hola!…

No tuvimos más palabras que decirnos en esos momentos, simplemente un “hola”.

-¡Gracias señor!- dijo la muchacha dirigiéndose a Marcos cuando le dio el agua mineral, y un -¡Hasta luego!- dirigiéndose a mí, de inmediato regresé a proseguir mi camino rumbo a las oficinas administrativas.

-¡No sé quién es más rosquete, TU o YO!- dijo Marcos -¡Se nota a leguas que esa niña babea por ti!...

-¡No seas mal hablado cholo, aun no nos conocemos para que haya algo más!…

-¡Pero ganas no te faltan!... ¡La arrechura en un hombre es más notorio que en “nosotras”!…

-¡Puede ser; pero, tiempo al tiempo Marquitos, aun no apresuremos nada!…

Salí de la cafetería con rumbo a mi escritorio a continuar con lo mío, cuando a lo lejos noté la presencia de la practicante de logística, sentada en una de las sillas en la sala de espera hacia las oficinas administrativas. No lo pensé dos veces y me acerqué hacia ella.

-¿Por qué tan sola?- pregunté.

-¡Hola!… Es que quise darme un poco de respiro, ya que la señora Teresa es muy estricta cuando se trata de coordinar con los proveedores y buscar documentos y facturas por sus cajones… Es un poco desordenada…

-¡Dímelo a mí que la conozco bien! ¡Llevo trabajando frente a ella mucho tiempo como para conocerla y saber que solo le falta perder sus calzones en esa cucarachera! ¡Gracias a Dios llegaste tú para poner un poco de orden en esos papeles!…

-¡No es para tanto, simplemente trato de ordenar las facturas, proformas, guías y demás documentos!… (…)… ¡Y usted, que es lo que hace al frente!…

-¡En primer lugar, no me llames de usted, mi nombre es Ricardo, si me dices usted me harás sentir viejo!… ¡Y cuál es tu nombre!…

-¡Mi nombre es Verónica!… ¡Verónica Díaz!…

El diálogo comenzó a tomar rienda entre nosotros dejando de lado al trabajo que teníamos pendiente en nuestras respectivas áreas. Ahora las miradas eran mucho más profundas y cercanas, sintiendo conocernos como si fuéramos amigos de antaño. La química entre nosotros fluía cada vez más sin notar cansancio alguno entre nosotros. Luego de haber conversado por un buen tiempo sobre numerosos temas, decidimos retornar a los ambientes de trabajo para proseguir cada uno con nuestro tema.

-¡Buena Ricardito, al segundo día le caíste!- dijo Rodrigo.

-¡Ojala la hayas tocado aunque sea la tetita o el culito!- dijo Leónidas con acento morboso.

-¡Ja, ja, ja, nada de eso par de mañosos, simplemente hablamos un poco de todo y nada más!…

Me senté nuevamente frente a mi computadora y de vez en cuando levantaba la cabeza para poder ver a la chica que ahora tenía nombre, Verónica.

Al llegar el medio día, tiempo en que los practicantes se retiraban a sus respectivos hogares, me dirigí a pasos agigantados hacia donde se encontraba la chica de ojos grandes y marrones, con cabellos largos negros como la noche y brillantes como las estrellas.

-¡Verónica, disculpa que te haya sorprendido de esta forma, pero si gustas puedo darte un jale!… ¡Tengo una motocicleta con la cual te puedo llevar a tu casa, si gustas!…

-¡Gracias, pero mi hermano viene a recogerme y está esperándome fuera!…

-¡Bueno, entonces será para otra!…

-¡Pero le puedo decir a mi hermano que no venga mañana a recogerme y así tú me puedes llevar!…

-¡Genial, entonces hasta mañana Vero!…

Nos acercamos a despedirnos con un beso en la mejilla; pero ambos buscábamos más que eso sin ser evidentes. Aquel beso de despedida fue un roce al borde de nuestros labios, la cual sentimos estremecernos al tocarnos.

Quedé perplejo ante aquella ocasión inusual -(¡Carajo! ¡¿Qué fue lo que pasó?!)…

Al transcurrir la tarde y al cierre de oficina estuve callado sin comentar algo o nada de lo que había ocurrido aquel día, ni las jodas de Leónidas, ni las huevadas de Rodrigo, ni los comentarios de Josefa, nada de nada podía hacer que diga algo más que silencio.