7 mar 2011

DIA 07 – Domingo

Subí a mi motocicleta luego de dejar a Verónica en su casa. La sonrisa en mi rostro no dejaba de marcarse. Aquel beso entre nosotros era distinto a los demás. No sabía si era verdadero amor, o las ansias de haberlo concretarlo, o tal vez simple arrechura del momento.

Eran casi las cuatro de la madrugada cuando llegué a mi departamento. Estacioné la motocicleta en la cochera de al costado del vehículo de la señora Juana, que vivía a pocos metros de mi departamento. Al llegar a la puerta del departamento noté que alguien me esperaba.

-¿Qué haces acá Débora?… ¿Te sacaron de la discoteca por cholita?...

-¡Deja de joderme así Ricky!… ¡Sabes que detesto que me digas chola!… o sea, no lo soy, ¿manyas?...

-¿Qué es lo que quieres?… ¡Dímelo rápido que me cago de sueño!…

-¡Quería tomar unas cervecitas contigo!… y no hay mejor lugar que tu depa…

Débora sacó entre la oscuridad un sixpack de cervezas heladas en botella de 330 ml -¡Decide antes que se caliente!- dijo Débora.

-¡No me tientes diabla!…

-¡Ya, abre la puerta y pasemos!- dijo Débora. A lo que accedí sin pensarlo dos veces. Ingresamos al departamento y pusimos a helar las cervezas. Sacamos un par aun frías y comenzamos a beberlas.

-¿Que hacías con esa chica en la disco?- preguntó Débora.

-¡Que te importa!- respondí.

-¡Alucina que sentí celos!… ¿manyas?…

-¡Cholita, no tienes que sentir celos de nadie!… ¡simple y sencillamente porque no tengo nada contigo!… ¡así que no confundas!…

-¡En qué idioma te diré que no me gusta que me llames “cholita”!… ¡odio esa palabra!…

Seguimos tomando más cervezas hasta acabar la ración que Débora había llevado, proseguimos a sacar las latas escondidas que tenía guardadas para ocasiones especiales. La conversación entre ambos se ponía cada vez más caliente, dando insinuaciones sensuales y sexuales. El morbo reinaba en aquellas cuatro paredes con las luces apagadas. Solo nos iluminaba la luz que ingresaba por el tragaluz de la puerta. El estado de ambos estaba sumergido en un exceso de lúpulo y cebada, llegando a perder el dominio de la coherencia y sensatez.

-¡Mierda!… ¡Estoy ebria!… ja, ja, ja- dijo Débora.

-¡Carajo, chola de mierda no vayas a abusar de mí! ¡Mira que estoy un poco picadito!…

Ambos comenzamos a reírnos sin parar. Nuestros cuerpos calientes y eufóricos por efectos del licor hervían con cada mirada cómplice. Los juegos y toqueteos eran imparables, las sensaciones sexuales estaban en su punto más alto. Comenzamos a besarnos desenfrenadamente como caníbales hambrientos. Los manoseos gobernaban aquellas escenas, desvistiéndonos a cada toque que ambos propinábamos. Aquella cama fue nuevamente partícipe de los instintos carnívoros en celo. No dejamos ni un solo espacio a la imaginación.

Al promediar las diez de la mañana, ambos nos despertamos de una ligera recarga de energías y fuimos a la ducha a refrescarnos de tan ardua faena. Salimos del baño y Débora se vistió de nuevo mientras yo me proponía a ponerme nuevamente mi ropa de dormir.

-¡Eres un ocioso Ricky!… ¡ya son casi las once de la mañana y tu aun regresas a la cama!…

-¡Que!… ¡No me digas que no te provoca!- dije.

-¡Sabes que si mi amor!… pero, ya tengo que regresar a mi casa… llamaré a una amiga, por si mis padres preguntan dónde dormí, diga que pasé la noche con ella… ¿manyas?- respondió sínicamente.

-¡Lo decía porque esta será la última vez que estaremos juntos!- dije.

-¡No lo creo Ricky!… si lo dices por tu nueva conquista, no lo creo… tu cambias de mujer como cambiarte de calzoncillos… y al final terminamos siempre involucrándonos en la cama… está en nuestra naturaleza- respondió muy segura aquella muchacha.

-¡Esta vez es distinto Debo!…

-¡Si tú lo dices!…

Débora termino de vestirse y se acercó dónde estaba y me dio un beso en los labios.

-¡Bye Ricky!… ya sabes… cuando me necesites solo llámame y aquí estaré…

-¡Ok cholita!…

-¡Eres una mierda!… ¡Sabes que no me gusta que me llames así, carajo!- y entre risas salió de mi departamento.

Me recosté nuevamente en mi cama con las sabanas desordenadas por aquella guerra sexual de madrugada y volví a dormir. Aquel descanso se vio interrumpido por el sonido del llamado de su celular. Era Verónica quien lo llamaba -¿Aló?- respondí -¡Hola amor buen día!… (…)… ¿Cómo?... ¿Son las cuatro de la tarde?... Con razón me muero de hambre… (…)… ¡Ok!… ¿Dónde estás?… (…)… ¡Sí, conozco el lugar!… ¡Voy para allá mi amor!… (…)… Yo también te quiero mucho…

Al terminar la conversación, sentí culpa por haber traicionado a Verónica el mismo día de aquel primer tan esperado beso.

Me levanté de la cama y me vestí para ir al encuentro de Verónica que se encontraba en un conocido centro comercial. Mientras iba en camino a aquel lugar iba pensando en lo ocurrido aquella madrugada desde el primer beso hasta lo de Débora -¡Esta fue la última vez!… ¡lo juro, lo juro!- me repetía una y otra vez mientras llegaba a mi destino.

Al bajar de su motocicleta fui en busca de Verónica. Al no ubicarla entre tanta multitud, saqué mi celular y la llamé -¡Amor! ¿En qué parte te encuentras? ¡Acabo de llegar y estoy que te busco, pero no te ubico!- dije, hasta que sentí que alguien me abrazaba por detrás. Era Verónica acompañada de su tía, la esposa del señor Segundo, mi jefe.

-¡Amorcito!- dijo Verónica seguido de un húmedo beso en los labios -¡Te estuvimos mirando desde que llegaste!- dijo.

-¿En serio?... que mala eres haciéndome hablar hecho un loco por el celular- respondí en tono incomodo por la presencia de su tía.

-¡No te preocupes Ricardo!- indicó la tía de Verónica -¡Ya Vero me contó lo que pasó y que ahora son enamorados!… pero, de todas maneras me hubiesen avisado que saldrían por la noche… Vero sabe que tiene que tener confianza conmigo… pero, las cosas ya se dieron… así que aprovechen que aun la tarde no termina y vayan a divertirse un rato, que luego regresaremos a la casa…

-¡Gracias señora María!…

-¡De nada hijo!… simplemente no hagas sufrir a mi sobrina…

-¡Despreocúpese!… ¡no lo haré!- respondí.

Fuimos a recorrer aquel centro comercial tomados de la mano y por ratos abrazados.

-¡Ricar!… y se puede saber ¿por qué te despertaste tan tarde?- me preguntó.

-Es que… anoche al llegar a mi casa- quedé callado por un momento -¡Me puse a ver unas películas de acción y ciencia ficción para poder conciliar el sueño y se me pasó el tiempo!- teniendo en la conciencia que aquellas escenas de película eran solo acción-sexuales. La culpa nuevamente me invadía.

Al llegar la hora indicada por la señora María, nos dirigimos a su encuentro y luego nos despedimos con un beso.

-¿Mañana paso a recogerte?- pregunté.

-¡No amor!… me olvidé decirte que mañana voy de viaje con mi tía al pueblo donde nací… mi mamá esta delicada de salud- respondió Verónica -¡Estaré de regreso en 2 días!… más o menos… o tal vez regrese en el momento menos esperado y te dé una sorpresa… ¡así que cuidadito que me engañes ja, ja, ja!- culminó riéndose.

-¡Descuida amor!… ¡estaré intacto para cuando vuelvas!- respondí.

-¡Ahora si amor!… nos vamos…

-¡Chau Ricardo!…

-¡Hasta luego señora!…

Nos abrazamos y nos despedimos nuevamente con un beso.

-¡Amor!… te llamo más tarde ¿sí?- dijo Verónica.

-¡No hay problema amore mío!…

-¡Te quiero!…

-¡Y yo a ti mi Vero!… ¡y yo a ti!…

Aproveché que me encontraba en el centro comercial e ingresé a una de las tiendas a comprar un par de sixpack de cervezas para una nueva reserva especial. Esa noche iba a descansar más temprano de lo ya acostumbrado. Tenía tantas cosas que contar a mi confidente y cómplice de travesuras en la chamba.

Una nueva jornada laboral comenzaría al día siguiente.