7 mar 2011

DIA 18 – Jueves

-¿Aló?- contesté al teléfono celular -¡Hola mujeriego!… (…)… ¿dónde estás?... (…)… y qué esperas que no ingresas… (…)… ja, ja, ja… ok… yo me encargo de eso… espérame ahí nomás…

-¿Por qué sonríes tanto?- preguntó Josefa.

-¡Es Benito!… ¡está afuera y el nuevo portero no lo deja ingresar, por no llevar consigo su dni!- respondí.

-Ja, ja, ja… al menos hace su trabajo el nuevito…

-¡Pero, no se compara con el viejo!…

-¡Definitivamente!…

-¡Voy a hacerle ingresar!… ¡no sé qué chucha quiere hablar conmigo!…

Me dirigí a la puerta principal donde se encontraba Benito.

-¡Hola amiguito!… ¡el señor es amigo mío, déjalo pasar nomas!- dije.

-¡Como no señor, lo que sucede, es que el joven no trajo ningún documento que lo identifique!… ¡por eso no lo dejé pasar!- justificó el joven “huachimán”.

Aquel custodio de la puerta de ingreso dejó pasar a Benito junto conmigo en completo silencio hasta llegar al escritorio donde laboraba.

-¿Y dónde está tu secre?- preguntó Benito.

-¡Comisión, cholo!… ¡comisión!; pero, dime ¿a qué se debe tu puta visita?…

Benito me miró con los ojos brillosos, sollozantes a punto de brotar lagrimas a montones -¡Ganso, tu sabes que soy ginecólogo, una profesión que algunos envidian y otros detestan!… ¡En mi caso, es algo que me realiza como ser humano y me da una inmensa satisfacción profesional!… ¡Por mis manos, mis ojos, mis oídos y mi olfato, han pasado muchas mujeres, todas en mi condición de doctor!… ¡De todos los tipos y gustos, edades, colores, tamaños y razas!… ¡A pesar de eso y dados mis 36 años y mi sexo, tanto las más entradas en edad como las jóvenes, suelen evitarme porque por pudor quizás, prefieren a mujeres ginecólogas!…

-¿Y?- pregunté.

-¡Déjame continuar carajo! ¡Sabes que trabajo en una clínica y tengo un consultorio particular, al que derivo a las pacientes que no puedo por falta de tiempo, atender en el hospital!… ¡Hace unas 4 semanas atrás, me ocurrió un hecho que recordarlo, aún me perturba!… ¡Los viernes comenzaba a atender a las siete de la noche en mi consultorio; normalmente concurren muy pocos pacientes porque es el inicio del fin de semana!… ¡Un viernes lluvioso, de esos para olvidar, antes de salir de la clínica rumbo a mi consultorio, hablé con mi secretaria para preguntarle cuántos pacientes tenía!… ¡Me dijo que sólo una paciente (que se atendía por primera vez conmigo) había confirmado su turno a las ocho, y que los anteriores habían sido cancelados!… ¡Mi secretaria es una mujer de 45 años, muy atractiva para su edad, de 1.75 de altura, voluptuosa y muy elegante!… ¡Pese a mis pedidos de que use ropa más cómoda (no tengo problemas con la ropa informal), ella suele usar blusas escotadas, polleras arriba de la rodilla, ajustadas a su cuerpo y siempre, tacos altos de unos 10 cm de altura!… ¡La verdad es que me atrae bastante y con casi 1.85 de altura en los tacos, me encanta verla cuando mira desde arriba con desdén, a mis pacientes más petisas!… ¡Pero nunca fuimos más allá a pesar de que ella está divorciada!… ¡Cuando iba por la pista con mi moto, un camión hizo una mala maniobra y un auto que lo esquivó, terminó chocándome!... ¡Malhumor mediante, papeles de por medio y la lluvia que no paraba, cuando miré mi reloj, ya eran las ocho y cinco!… ¡Llamé al consultorio y le avisé a mi secretaria que en media hora estaría allí, que por favor le cuente a la paciente sobre mi problema y que le preguntara si no tenía inconveniente en esperar!… ¡Le respondió que no!…

-¡Estoy como un puta sacerdote escuchando tus confesiones de niña virgen y samaritana!- interrumpí.

-¡Por la putamadre, déjame terminar y después habla!… (…)… ¡Cuando entré a la sala de espera, vi a mi nueva paciente esperando, con cara de pocos amigos!… ¡Era una mujer atractiva que aparentaba unos 30 años!… ¡Le indiqué a mi secretaria que la hiciera pasar al consultorio mientras me cambiaba de ropa (ya que estaba empapado)!… ¡Unos segundos más tarde, entré al consultorio y la vi sentada!… ¡La saludé y pedí disculpas por mi demora a lo que respondió con una agradable sonrisa!… ¡Tal como mi primera impresión me indicaba, era una mujer de muy lindo rostro, pelo castaño y ojos color miel!… ¡Su boca bien formada y de labios carnosos, ocultaban una dentadura digna de las más agradables actrices de Hollywood!… ¡Nos presentamos mutuamente dándonos la mano y noté que la suya era bastante grande, quizás más que la mía (mis manos miden 19,4 cm)!… ¡Se llamaba Laura y su voz era sumamente agradable, pese a la más de media hora de espera!… ¡Mientras completaba unos datos de su nueva ficha médica, mi secretaria me pidió retirarse antes de la hora acostumbrada porque tenía una reunión familiar!… ¡La autoricé sin problemas!… ¡Iba a extrañar mi beso y abrazo de despedida de fin de semana, pero bueno, se merecía un descanso!… ¡El tema es que quedé con mi nueva paciente, Laura!… ¡Me contó de sus irregularidades menstruales y de unos dolores en sus senos!… ¡Antes de revisarla, decidí completar los datos de la ficha y le pedí que se acercara a la balanza para pesarla y medirla!… ¡Me preguntó si se descalzaba y le dije que si no estaba con zapatos muy altos no era necesario!… ¡A pesar de eso, hizo un movimiento como para descalzarse y mientras yo me acercaba a la balanza con metro y la miraba de reojo para estimar su peso, se paró lentamente!… ¡Quedé atónito al ver que no terminaba nunca de hacerlo!… ¡Automáticamente miré a sus pies para ver que zapatos llevaba y me asombré más al ver que estaba descalza!… ¡Cielos!... ¡fue mi única y tonta palabra!… ¡Me reí como un estúpido al ver que mi cabeza no superaba la altura de sus hombros!... ¡A simple vista parecía más alta que mi secretaria, con tacos y todo!… ¡Una sonrisa amable y avergonzada fue su tímida respuesta!... ¡Se paró dando frente a la pared y le pedí que girara así apoyaba su espalda contra el metro!... ¡Cuando lo hizo, mis ojos quedaron por debajo de sus pechos, bastante grandes incluso para su altura!… ¡Si le sumo la plataforma de 12 cm de la balanza!... ¡casi era imposible alcanzar sus ojos con los míos!... ¡Primero la pesé!… 98,5 kilos… ¡Comparados con mis 64 kilos era bastante, pero no aparentaba ser obesa!… ¡Me reservé al final para medirla y de a poco, fui subiendo la varilla del metro!... 1.75... 1.78... 1.81... 1.84... 1.88… 1.91… ¡hasta que la barra horizontal alcanzó el tope de su cabeza!... 1.93… ¡Cielos! por segunda vez… ¡pero, la cosa no terminó ahí!... ¡Viendo sus pies que casi sobresalían fuera de la plataforma de la balanza, le pedí que se corriera hacia atrás y se pusiera derecha porque estaba algo encorvada!… ¡Más asombrado que antes, la varilla del metro alcanzó el 1.97!… ¡Alucinante por cierto!… ¡La tomé de la mano para ayudarla a bajar, lo que agradeció complacida!… ¡Su mano me parecía más grande que nunca!... ¡Mi cabeza volaba en fantasías de todo tipo que casi me impedían decir algo coherente!… ¡Mi corazón latía a mil!... ¡Para calmarme le pedí que se sentara y que me relatara más sus problemas!... ¡a los que casi no escuchaba imaginando lo que vendría después!… ¡Después de unos minutos y con plena conciencia de mi deber médico, decidí realizar un tacto!… ¡Nos paramos nuevamente (ya calzada) y aún más asombrado y encantado le comenté que mi secretaria me parecía enorme con sus tacos altos y que ella, incluso descalza, le sacaba más de 12 cm!... (Obviamente mi excitación era terrible)... ¡Riéndose, me dijo que cuando era más joven detestaba los tacos altos, pero que ahora, no le molestaba usarlos!… ¡Bromeando le pedí que trajera tacos altos para la próxima consulta, así le podía hacer la ecografía parada!... ¡No se rió (Pensé que porque no entendió el chiste)!… ¡Descarté de entrada algún embarazo y le pregunté qué método anticonceptivo usaba!... ¡Para sorprenderme aún más, me dijo que hacía casi dos años que no tenía relaciones sexuales, desde que había roto con su pareja!... ¡Mi cerebro a mil, imaginándome en pocos segundos, la terrible calentura que debía estar almacenada en ese inmenso y por cierto súper formado cuerpo!… ¡Cambié de tema para no alejarme de mis deberes!... ¡y hablando de bueyes perdidos, me contó que en su juventud (mierda, si todavía era joven) se dedicaba al atletismo!… ¡Hacía lanzamiento de bala, teniendo un record juvenil nacional, pero que una lesión la había relegado del deporte para siempre y que solo hacía tenis como amateur!... -"Dentro de todo no fue tan malo, porque con el atletismo me estaba musculando demasiado... llegué a pesar 110 kilos"-... ¡este comentario me dejó tumbado!… ¡Esa mujer, alta, bella y fuerte!... ¡tenía que ser una locomotora sexual!... ¡Por fin llegó el momento esperado!... ¡el tacto mamario y vaginal!... ¿cómo describir ese momento?... ¡imposible de olvidar!...

Observaba acojudado, mientras Benito seguía hablándome lo que sentía y tenía guardado por mucho tiempo.

-¡Recostada en la camilla, sus piernas sobresalían! ¡En tanto que ella ocupaba todo su ancho! Se desprendió su blusa y cuando intenté poner una mantilla para que se desprendiera el ajustador y yo pudiera tocar sus pechos sin verlos, pero me dijo: -a esta edad no me avergüenzo, aunque estén un poco caídos-… Por supuesto que después comprobaría que estaban casi tan firmes como mis bíceps… -Además quiero que me veas un lunar medio raro- Con cara de profesional... (Y mi cerebro quemándose en mi cabeza)... inicié la palpación… Firmes, duros, enormes... con pezones inmensos… Consideré más de 5 cm de diámetro y con la excusa de comparar ambos senos, dije que iba a medirlos… Cinta mediante y mientras miraba el "largo total" (un invento instantáneo para la ocasión)... comprobé que los pezones tenían casi 8 cm de diámetro... Ella cerraba sus ojos mientras yo sentía que su respiración se agitaba... No comenté nada... quizás solo fuera mi ilusión... Hacía tiempo que tenía una enorme erección... pero fue ese hecho el que me hizo tomar conciencia de ello… Como si ambos nos hubiésemos dado cuenta al mismo tiempo, me dijo que sentía algo duro... Aproveché a palpar sus pechos de nuevo... y le reiteré que eran hermosos, que estaban sanos y que cualquier mujer se los envidiaría, por forma, firmeza y ni hablar por tamaño… Se rió y me dijo: -estoy sintiendo algo duro que me está tocando ahora el brazo-... ¡QUE PAPELON!... producto de su enorme tamaño, de mi corta estatura y de la altura de la camilla, sin querer, sin darme cuenta... mi pene estaba apoyado en su brazo... Rojo de vergüenza le pedí disculpas... y me dijo riendo que era la primera vez que a un ginecólogo suyo le pasaba esto... Respondí pensando en voz alta -(¡Y no va a ser la última!)-, para ponerme más colorado que nunca... Consciente de mi desubicación le pedí atontadas disculpas... una vez más... y una vez más se rió diciendo que me quede tranquilo que esta no iba a ser la última vez que me visitara... Y luego, el tacto vaginal... Coloqué la mantilla sobre sus piernas y tomando uno de sus pies, ayudé a flexionarla… Que enorme era… Obviamente ya jugado y desubicado más que nunca, le pregunté cuanto calzaba… Un lacónico 47 fue su respuesta… A pesar de su tamaño, eran delicados y fuertes… Sin que pudiera ver nada, se quitó su calzoncito... y cuando introduje la mano, no pude evitar recorrer su interminable entrepierna… Con su mano tomó la mía y la llevó hasta su vagina, tragando saliva y cerrando nuevamente los ojos... Mi pulso acelerado como si hubiera corrido una maratón… Su vagina era enorme... la más grande en la que mi mano había entrado… Podía engullir mi brazo como si se tratara de la boca de una boa… Consciente de mi situación, excitado como nunca... aproveché a "tocar" más allá de las necesidades médicas... Mientras palpaba su útero, mis dedos rozaban su clítoris... excitándola como hacía tiempo no se excitaba… De repente comenzó a gemir y tomó mi mano libre con fuerza, su cadera empezó a moverse como si tuviera relaciones... y cuando intenté sacar mi brazo, sus piernas se cerraron con fuerza impidiendo que lo sacara… así por más de 2 minutos... Entre excitado y asustado, dejé de tocar su clítoris... y automáticamente... enfriamos el momento… Nos miramos a los ojos sin decir nada, durante unos interminables segundos… Mi mano aún en su interior... sonrío con ligera satisfacción... y después de otro silencio que decía mucho por sí mismo... sacó mi mano con un "gracias por haber sido tan suave conmigo"… Se paró a mi lado, enorme, desbordante... comenzó a vestirse a pesar de mis desorbitados ojos... Me senté... traté de disimular el momento... pero era imposible... se sentó frente a mí... y mirándome fijo, me preguntó si había encontrado algo... nada... usted está sana… (¿Cómo decirle que había encontrado a la mujer de mis sueños más intensos?)… A pesar de eso, le indiqué unos estudios sólo con la oculta finalidad de seguir viéndola… Nos paramos frente a frente, ella más imponente que nunca… Le tendí la mano y ella solo tomo la pera con sus enormes dedos para darme un beso en la mejilla… Luego se agachó ligeramente, me tomó con sus grandes manos por debajo de mis axilas, me alzó hasta quedar a la altura de su cara y me dio un corto beso en los labios, cuyo sabor aún perdura en los míos... Totalmente alborotado, le dije que en 2 o 3 meses, me gustaría verla de nuevo… Sólo me respondió que el viernes que viene volvería... en el último turno del día… Y que si quería, le diera el día libre a mi secretaria… ¡CARAJO!… estoy enamorado…

Al terminar de relatar aquel suceso ambos nos dimos cuenta de la presencia de una inusual audiencia, la de Leónidas y Rodrigo, que boquiabiertos observaban y deseaban saber más sobre aquella mujer.

-¡Par de mañosos, sigan con su trabajo que acá el sacerdote soy yo, no ustedes!- dije.

-¡Pero Ricardín, la historia esta buenaza!… ¡lo mismo me sucedió la semana pasada con una vecinita de 16 añitos!… ¡ah!… ¡de solo recordarlo se me para la huevada!…

-¡Pero esta es una historia verídica, no una de tus fantasías sexuales Leo!…

Con cierta vergüenza ambos personajes no invitados en aquella conversación se dirigieron a sus respectivos escritorios.

-¡Qué te parece ganso!…

-¡Muy guardada te la tenías!… ¡y así dices ser mi pata del alma!…

-¡No jodas! ¡Tú también guardas ciertas cosas que no me la cuentas! ¡pero, esto ganso, nunca me había pasado!… puedo estar con un culo de chibolas, que tú sabes que me fascinan; pero… no puedo dejar de pensar en aquella señora…

-¡Cholo, no sé qué decirte!… ¡yo te conozco como lo pendejo que eres!… ¡ahora me desubicaste completamente!…

-¡El detalle es que ahora todos los fines de semana va al consultorio y seguimos con esos juegos!… ¡sin llegar a nada más!…

-¡A parte de cojudo, eres rosquete!… ¡Si una hembra se me pone en bandeja de esa manera, carajo, en una aplico la ley!…

-¿Está seguro de eso?- se escuchó una voz murmurante.

-¡Hola Cris!… (…)… ¡déjame presentarte a mi amigo!… ¡Benito Miges!...

-¡Buenas tardes señor Benito!…

-¡Chinita, tu llámame Beni nomas!…

-¡Lo siento gordito; pero Cristinita solo tiene ojos para una sola persona!…

-¡Exacto!… ¡solo tengo ojos para mi jefecito!…

-¡Entonces, no dije nada y me meto la lengua al culo!- respondió Benito.

Entre risas, pensaba, hasta donde llegaría ese juego con mi practicante. La tentación estaba ahí, a menos de 30 centímetros de distancia, con unos ojazos orientales, tetas sobresalientes y el culo bien firme.

-(¡No la cagues Ricardito!)- me repetía una y mil veces.