7 mar 2011

DIA 01 – Lunes

-¡Ricardito Dasilva! ¡Qué buenas vacaciones tuviste! ¿Adónde fuiste hermanito, que ni hasta luego nos dijiste?…

-¡Hola cholito, como estas!… Lo que sucede es que tuve que hacer un viaje de último momento por órdenes superiores, y ya sabes que cuando manda capitán se ahogan los marineros ja, ja, ja…

Luego de un breve saludo con el portero de la institución, proseguí mi camino hacia mi área de trabajo saludando a todos los que cruzaba, luego me senté en una silla de madera, tosca y mal diseñada con una de las patas más chica que las otras y me ubiqué frente a la computadora del trabajo que me habían asignado, observando que no tenía que hacer ni mierda en aquellos momentos, simplemente invadía un momento de ocio laboral cotidiano. Estaba rodeado de personas de avanzada edad ocupando puestos administrativos muy importantes muchos de ellos viejos lobos resabidos por las décadas laborales que venían teniendo en aquella institución y otras jóvenes ocupando puestos de secretarias y practicantes con cuerpos incandescentes y resaltantes que llamaban la atención hasta del más inocente, pulcro y huevón de los trabajadores.

-¿Notaste las piernas de la nueva practicante?- me preguntó Rodrigo Díaz, ciudadano con cinco décadas encima, pero con ínfulas de 20 y compañero de labores con un escritorio continuo al mío.

-¡Como para colocarlas en los hombros y hacer que desarrolle sus prácticas pre profesionales con más ganas!- respondí en tono pícaro y lujurioso refiriéndome al mismo objetivo.

-¡Lástima que sea chibola!…

-¡Lástima para ti, porque para mí esta buena!…

-¡No jodas, tiene 19 años, es casi una niña!…

-¡Putamadre Rodrigo, que rosquete eres, entonces para que chucha me comentas sobre la nueva practicante!…

-¡Solamente era un comentario!…

-¡Viejo maduro, sin plata y rosquete!… ¡Estas cagado!…

-¡Qué pasó, cuenten la ultimita!- interrumpió Leónidas Campos, otro vecino de escritorio de aproximadamente 60 años, con un toque más juvenil, jocoso, mas pendejo.

-¡Nada! ¡Solo comentando a Ricardo sobre la nueva practicante del área de logística, que tiene buenas piernas!…

-¡Buenas piernas y buenas tetas! ¡Ya le pasé revista apenas ingresó!… ¡Esta buenaza la malcriada, con el cabello suelto hasta su cintura bien formada y el culito firme y levantado!…

-¡Eso mismo le digo a este maricón de Rodrigo! ¡Pero dame solo un par de días y cae!…

-¿Un par de días?... ¡Puta, tú sí que eres bien quedado!… ¡Métele letra hoy mismo, antes de que otro huevón te gane!...

-¿Que hablan trío de mañosos?... ¡Pónganse a trabajar, hagan algo por la vida, tienen que justificar su sueldo, ja, ja, ja!- Sugirió burlonamente Josefa García, secretaria del jefe inmediato de nosotros; morena de mediana estatura cuyas medidas corporales bordeaban a la perfección y con un acento selvático marcado y directo, sin tabúes -¡Que hacen mirando a la pobre niña nueva con cara de aguantados y arrechos!… ¡Se nota que están ausentes de mujer!…

-¡Pero Josefita, nosotros tenemos que hacer eso ya que tu no aceptas nuestras insinuaciones carnales!- dijo Leónidas.

-¡Ay don Leo, usted ya no está para esos trotes!… ¡Creo que a las justas en usted solo funciona su lengua y si lo hace es para decir huevadas!…

Comenzamos a desatar fuertes risotadas por aquella insinuación, que hasta el propio Leónidas no paraba de reírse. De pronto, apareció la silueta de una persona de baja estatura, de contextura delgada con el rostro envejecido por las facciones de seriedad que le embargaba -¡Señores por favor, ustedes se encuentran en una Institución Pública donde las personas ingresan y salen a cada instante, por favor dedíquense a sus trabajos respectivos y dejen las conversaciones para la hora de refrigerio que para eso está!…

-¿Quién es esa huevona?- Pregunté.

-Se llama Rosa Belgrano, y es la nueva jefa de personal, la destacaron desde la capital, porque aparentemente acá hueveamos más que trabajamos- dijo Rodrigo.

-¿Y no es verdad trío de aguantados?... ¡Ustedes más huevean que lo que trabajan!...

-¡Mamita, si hablamos de huevear todos lo hacemos!… ¡Y aguantados los viejitos de mi costado, yo estoy más al día que tu enamorado!… ¡Ponme a prueba y veras!…

-Ja, ja… no me hagas reír que se me moja todo, además mi flaco me pone bien al día papito y no hay necesidad de recurrir a cositas pequeñas…

-Lo importante no es el tamaño, sino como utilizarla…

-Esa frase es de los que la tienen chiquita y no saben hacerla papacito…

Entre risas y carajadas cada quien ocupábamos nuevamente nuestro sitio de escritorio, con una sonrisa pícara enmarcada en nuestros rostros; pero, en mi mente quedaba la insinuación de Leónidas sobre la nueva practicante en que si comenzaría con la conquista aquel mismo día o lo dejaría pasar uno más. Las cartas aun no estaban puestas sobre la mesa, no sabía nada de ella, ni cuál era su nombre, ni donde vivía, ni mucho menos un puto signo zodiacal. Simplemente fue una atracción visual que no estaba dispuesto a dejar a un lado.

Por cuestiones circunstanciales el escritorio correspondiente al área de logística se encontraba frente al mío, y yo no paraba de mirar pausadamente y con cierta inocencia fingida a la joven practicante que de vez en cuando también levantaba la mirada al sentir el acecho timorato que le propinaba, marcando ambos a la vez una sonrisa tímida en el rostro cuando ambas miradas se cruzaban.

Al llegar la hora de refrigerio nos dirigimos a nuestros lugares respectivos para el almuerzo necesario notando en aquella la ausencia de la nueva practicante.

-¿Dónde está la chica nueva?- pregunté.

-Recuerda Ricardito que todos los practicantes se van a sus casas a la hora del almuerzo y ya no regresan sino hasta mañana- respondió Josefa.

-¡Chucha!... Es cierto cuero, caballero nomas…

-¡Ya te vi que le metías lente a la nueva chibola!… ¡Tú no pierdes el tiempo y eso que recién te reincorporas!…

Entre risas y carcajadas nos ubicamos en una mesita del cafetín de aquella institución para nuestro almuerzo respectivo.

-Chino, ¿qué hay de nuevo?- pregunté a Marcos, un personaje robusto que laboraba como cocinero, cuya inclinación sexual estaba definida hacia el lado femenino.

-¡Ay flaco para ti todo lo que quieras, tu solo pide!… ¡Mira que te puedo engreír ya que no te vi en mi cafetín durante casi una semana!…

-¡Suave chino, que solo como carne tierna y no me gusta el seco de cabrito!…

-¡Parece que la loca de Marcos te metió entre ojos!- dijo Josefa.

-¡No negra, paso nomas!… ¡Pero dejemos de hablar huevadas y mariconadas, así que pásame la carta para ver que pedimos para comer!…

Mientras almorzábamos, no dejaba de pensar en la nueva practicante. Cuál es su nombre, donde vive y la pregunta de rigor, ¿tendrá enamorado? Las miradas picaras y traviesas entre nosotros se mesclaban ya que Josefa era mi confidente y ella sabía de qué pie cojeaba y cuáles eran mis debilidades.

-¡Oye cojudo! ¿En realidad quieres algo con la flaca?- me preguntó.

-¡No cuero, en realidad es pura joda, tú me conoces bien!…

-¡Por eso mismo lo digo, porque te conozco!…

-No la conozco, no sé cómo se llama, no se los gustos que tiene, no sé ni mierda de ella… Como crees que voy a querer algo con ella sin saber nada… Tan huevas no soy, arrecho tal vez… Además creo que por el momento me siento tranquilo tal y como estoy y no para aguantar caprichos de niñas engreídas…

Josefa quedó mirándome con sorpresa tratando de creer lo que escuchaba.

-Además cuero, tu sabes que soy un coqueto de la gran puta; pero, queda ahí nomás en coqueteos… No quiero nada en serio por un buen tiempo…

-¡Lo sabemos Ricardito; pero uno nunca sabe lo que pueda ocurrir!…

Al culminar la hora de refrigerio, nos dirigimos nuevamente a nuestros respectivos sitios laborales para proseguir con nuestros quehaceres de jornada, dejando seguir el paso del tiempo entre juegos de internet y revisando páginas de noticias o de novedades tecnológicas y muy de vez en cuando curioseando el youtube o el facebook. La jornada laboral había culminado como cualquier otro día más en la oficina, riéndonos, trabajando, riéndonos, hueveando, riéndonos. Un buen día en el área de Capacitación y Proyectos.

DIA 02 – Martes

-¡Buenos días a todos!- saludé como siempre al personal que ya estaba en la oficina desde muy temprano. Siguiéndome por detrás, Leónidas añadió en voz baja -¡Se nota que no tienen que hacer ni mierda en sus casas! Para mí que sus mujeres y maridos los botan de sus camas y se vienen a pajear acá en la oficina!…

-¿Tú crees?- dije en tono burlesco.

-¡Claro pues! ¡Una vez me gané el pase con la Jefa de Recursos Humanos, estaba solita en su oficina metiéndose el dedo!…

-¡Estás hablando huevadas loco!…

-¡Hay que poner el toque de gracia y morbo pues Ricardito!…

Nos sentamos, cada uno en nuestro respectivo lugar a proseguir con las asignaciones del día. Luego llegaron Rodrigo y Josefa a ocuparse de lo suyo. Mientras tanto (yo) preparaba las presentaciones en power point para el director general de la institución donde trabajaba. Cuando de pronto se escucharon los saludos fingidos y sobones hacia alguien importante que llegaba al área de Capacitación y Proyectos.

-¡Suave con todo, que ahí viene el jefe mayor!- nos dijo Josefa.

-¡Hola morena, muy buenos días!…

-¡Buenos días señor Segundo!- respondió Josefa al saludo del director general.

-¡Muchachos buenos días, como vamos con los trabajos!…

-¡Muy bien jefazo, todo en orden!- respondió Rodrigo ante la mirada burlona de nosotros.

-¡Ricardo, como vas con la presentación que tengo que exponer!…

-¡Buenos días!… ¡Justamente estoy trabajando en ello señor Segundo!… ¡Me están alcanzando del área de Recursos Humanos toda la información necesaria para culminarla y luego añadiremos los toque finales de animación para causar una muy buena impresión!…

-¡Perfecto!… ¡Entonces no me preocupo! ¡Prosigamos con las tareas!- Segundo Díaz, era Licenciado en administración de empresas, y director general de aquella institución a la cual pertenecíamos. Luego de aquella visita al área de capacitación y Proyectos, se dirigió de escritorio en escritorio a saludar a los demás trabajadores y observar que es lo que hacían en sus máquinas, dibujando una sonrisa en su rostro al descubrir que desde muy temprano muchos se dedicaban a leer sus correos electrónicos o chatear mediante el Messenger.

-¡Ricar! ¡Ricar!- escuché en voz baja.

-¡Que pasa Leo!…

-¡Levanta la cabeza, y mira quién te está mirando desde hace un buen rato!…

Levanté la cabeza y me encontré con la mirada firme de la nueva practicante y ambos sonreímos avergonzados.

-¡Huy carajo! Estoy notando cierta dosis de romance en esta sala- dijo Josefa en tono pícaro.

Solo sonreí por un buen tiempo y de rato en rato levantaba la cabeza para observarla nuevamente y encontrar la mirada que me envolvía.

-(¡Tranquilo viejo, no juegues con fuego!)- me decía a mí mismo, sabiendo las consecuencias que ello traería.

Aquel intercambio de miradas se vio interrumpido por el sonido estruendoso del teléfono interno.

-¡Ricardo, el señor Segundo requiere tu presencia en su oficina!…

-¡Putamadre negra, y ahora que quiere ese huevas!…

-¡No se cholito; pero pidió que vayas a su oficina urgente!…

Me dirigí a la oficina del Director General portando mi usb personal, por si necesitaba copiar de la computadora algún archivo a modificar.

-¡Hola Carlita, el señor Segundo me hizo llamar!… ¿Puedes avisarle que me encuentro fuera de su oficina?- Carla Linares, era la secretaria de gerencia general. Una muy buena persona, amable y muy simpática para la edad que llevaba a cuestas.

-¡Como no Ricardito, déjame avisarle para que pases!- tomó el teléfono interno e hizo la llamada respectiva -¡Señor Segundo, el señor Ricardo Dasilva se encuentra en espera!… (…)… ¡Muy bien señor!- Carlita colgó el teléfono y con una mirada noble me dijo -¡Ricardito, puedes pasar!…

-¡Muchas gracias Carlita! Que sería de esta institución sin tu presencia…

Toqué sutilmente la puerta de la oficina directoral e ingresé a aquella helada pero acogedora sala llena de cuadros y botellas de vino añejo y sentado detrás de un gran escritorio tallado con diseños étnicos en la más fina madera, se encontraba el director general de aquella institución pública.

-¡Josefa me dijo que usted quería verme!…

-¡Si Ricardo! Necesitaba hablar contigo sobre algunos puntos que necesito que me apoyes con respecto a la exposición que tendremos la próxima semana, y francamente, hablando entre amigos y en confianza y disculpando la palabra, no sé cómo mierda se hace... Y tú eres un capo en esas cosas…

-¡Gracias señor! Es un honor que usted me hace al referirse así de mí…

-¡Si Ricardo! Pero también hay una cosita que te quiero decir… Me estuvieron comentando que estas interesado en la nueva practicante del área de Logística… Que miradas van, miradas vienen, sonrisitas por aquí, sonrisitas por allá…

Sonreí levemente -¡Pues sí, la niña es atractiva y tiene sus encantos señor Segundo, para que vamos a hacernos los ciegos!…

-¡Es mejor que te hagas el ciego Ricardo, porque la señorita es mi sobrina y vive en mi casa!... ¡Y conociéndote cómo eres, serias capaz de cortejarla!… ¡Sinceramente me caes bien muchacho y sé que tienes fama de mujeriego, pero no te metas con ella!... ¡Deja que termine su carrera universitaria y de ahí vean!…

-¡Disculpe que lo interrumpa señor Segundo! ¡Pero creo que lo mal informaron, ya que no estoy interesado en ella!… ¡Desde luego es una muchacha muy hermosa que me atrae mucho al igual que a mis demás compañeros, pero creo que usted está haciendo volar su imaginación y dándome ideas que no estaban en mi mente!…

-¡Si Ricardo, pero de todas maneras te lo digo, no la vayas a fregar!…

-¡Descuide señor Segundo haré lo humanamente posible por desviar mi mirada y mi tentación!- La experiencia añeja de aquel jefe superior hizo que sonriera como quien decir “no te creo ni una puta palabra huevón…”

-Bueno Ricardo, entonces prosigamos con nuestras obligaciones laborales…

Al salir de aquella oficina, sentí un afán aún más grande por conocer a la joven practicante de aun nombre desconocido. Y estaba dispuesto a conocerla en este día pese a los comentarios vertidos por mi jefe superior. El cosquilleo de aquella insinuación brotaba cual pasto sobre las praderas, cual arenas en el desierto, cual gotas de agua en el mar, cual un mil cojudeces se me imaginaban por la cabeza. Luego de ello me ubiqué en mi escritorio mirando de vez en cuando hacia la muchacha de nombre aún desconocido para mí.

Las miradas eran mutuas, los sonrojos y sonrisas picaras venían de ambos.

-(¡Que mierda está pasando carajo!)- pensaba.

La necesidad de distraer mi mente en otra cosa que no sea ella, era oportuna. Para ello recurría a los juegos en línea por internet y luego a los videos por el youtube. Pero la fuerza de aquella prohibición que me había impuesto la alta dirección era más fuerte por romperla.

-¡Negrita! ¡Regreso en un toque!... ¡Voy al cafetín a tomarme algo súper helado que me estoy cagando de calor interno!…

-¡Anda nomas amiguito, yo te cubro por si me preguntan por ti!…

Dicho esto, salí rumbo a la cafetería de Marcos. Al menos ahí me iba a distraer jodiendo un poco a aquel individuo afeminado.

-¡Marquitos, dame algo súper helado como para que se caigan mis amígdalas en pedazos!…

-¡Ja, ja, ja… eres muy gracioso flaquito, pero ya te dije, pídeme lo que quieras y te lo daré!…

-¡Ya, zafa zafa nomas que solo quiero algo bien helado!…

De pronto escuché una voz dulce a mi costado, la cual hizo que voltease la cabeza en cámara lenta.

-¡Buenos días, por favor deme un agua mineral con gas híper helada!…

-¡Hola!…

-¡Hola!…

No tuvimos más palabras que decirnos en esos momentos, simplemente un “hola”.

-¡Gracias señor!- dijo la muchacha dirigiéndose a Marcos cuando le dio el agua mineral, y un -¡Hasta luego!- dirigiéndose a mí, de inmediato regresé a proseguir mi camino rumbo a las oficinas administrativas.

-¡No sé quién es más rosquete, TU o YO!- dijo Marcos -¡Se nota a leguas que esa niña babea por ti!...

-¡No seas mal hablado cholo, aun no nos conocemos para que haya algo más!…

-¡Pero ganas no te faltan!... ¡La arrechura en un hombre es más notorio que en “nosotras”!…

-¡Puede ser; pero, tiempo al tiempo Marquitos, aun no apresuremos nada!…

Salí de la cafetería con rumbo a mi escritorio a continuar con lo mío, cuando a lo lejos noté la presencia de la practicante de logística, sentada en una de las sillas en la sala de espera hacia las oficinas administrativas. No lo pensé dos veces y me acerqué hacia ella.

-¿Por qué tan sola?- pregunté.

-¡Hola!… Es que quise darme un poco de respiro, ya que la señora Teresa es muy estricta cuando se trata de coordinar con los proveedores y buscar documentos y facturas por sus cajones… Es un poco desordenada…

-¡Dímelo a mí que la conozco bien! ¡Llevo trabajando frente a ella mucho tiempo como para conocerla y saber que solo le falta perder sus calzones en esa cucarachera! ¡Gracias a Dios llegaste tú para poner un poco de orden en esos papeles!…

-¡No es para tanto, simplemente trato de ordenar las facturas, proformas, guías y demás documentos!… (…)… ¡Y usted, que es lo que hace al frente!…

-¡En primer lugar, no me llames de usted, mi nombre es Ricardo, si me dices usted me harás sentir viejo!… ¡Y cuál es tu nombre!…

-¡Mi nombre es Verónica!… ¡Verónica Díaz!…

El diálogo comenzó a tomar rienda entre nosotros dejando de lado al trabajo que teníamos pendiente en nuestras respectivas áreas. Ahora las miradas eran mucho más profundas y cercanas, sintiendo conocernos como si fuéramos amigos de antaño. La química entre nosotros fluía cada vez más sin notar cansancio alguno entre nosotros. Luego de haber conversado por un buen tiempo sobre numerosos temas, decidimos retornar a los ambientes de trabajo para proseguir cada uno con nuestro tema.

-¡Buena Ricardito, al segundo día le caíste!- dijo Rodrigo.

-¡Ojala la hayas tocado aunque sea la tetita o el culito!- dijo Leónidas con acento morboso.

-¡Ja, ja, ja, nada de eso par de mañosos, simplemente hablamos un poco de todo y nada más!…

Me senté nuevamente frente a mi computadora y de vez en cuando levantaba la cabeza para poder ver a la chica que ahora tenía nombre, Verónica.

Al llegar el medio día, tiempo en que los practicantes se retiraban a sus respectivos hogares, me dirigí a pasos agigantados hacia donde se encontraba la chica de ojos grandes y marrones, con cabellos largos negros como la noche y brillantes como las estrellas.

-¡Verónica, disculpa que te haya sorprendido de esta forma, pero si gustas puedo darte un jale!… ¡Tengo una motocicleta con la cual te puedo llevar a tu casa, si gustas!…

-¡Gracias, pero mi hermano viene a recogerme y está esperándome fuera!…

-¡Bueno, entonces será para otra!…

-¡Pero le puedo decir a mi hermano que no venga mañana a recogerme y así tú me puedes llevar!…

-¡Genial, entonces hasta mañana Vero!…

Nos acercamos a despedirnos con un beso en la mejilla; pero ambos buscábamos más que eso sin ser evidentes. Aquel beso de despedida fue un roce al borde de nuestros labios, la cual sentimos estremecernos al tocarnos.

Quedé perplejo ante aquella ocasión inusual -(¡Carajo! ¡¿Qué fue lo que pasó?!)…

Al transcurrir la tarde y al cierre de oficina estuve callado sin comentar algo o nada de lo que había ocurrido aquel día, ni las jodas de Leónidas, ni las huevadas de Rodrigo, ni los comentarios de Josefa, nada de nada podía hacer que diga algo más que silencio.

DIA 03 – Miércoles

Yo vivía solo en un cuarto alquilado por un barrio tranquilo de aquella ciudad. La habitación era relativamente grande para una sola persona, con un baño propio, dormitorio, comedor y cocina todo en un solo ambiente. Las paredes de material noble pintadas con un color blanco, iluminada con focos fluorescentes redondos. Un pequeño armario donde sobre él ponía mi televisor, un friobar de segunda donde guardaba las frutas, agua, jugos, cervezas y demás alimentos, un pequeño ventilador de pie al borde de mi cama para sosegar el sofocante calor que invadía todo el día. Las ropas tiradas sobre una de las sillas del comedor y otras tiradas en el piso. Típico de un soltero.

Aquella mañana me desperté mucho más temprano de lo habitual, antes de que el despertador haga su sonido estruendoso o de que el gallo del vecino cante como mierda. Era un día especial para mí. Como nunca antes lo había hecho, estando aun en pijama, fui a la bodega de la esquina y compré pan, leche, mantequilla, huevos. Regresé a mi departamento y me preparé el desayuno. Luego de ello, me desprendí de mi ropa de dormir, tomé la toalla e ingresé al baño a ducharme. Eran casi ya las ocho de la mañana, tiempo en la cual tenía que arrancar mi motocicleta e ir al trabajo. En el trayecto iba pensando en lo ocurrido el día anterior al momento de despedirme de Verónica. Aquel roce de esquinas labiales había quedado en mi mente.

-¡Ricardito, buenos días!- me saludó el portero de aquella institución.

-¡Hola cholito, buen día, que hay de nuevo!…

-¡Todo tranquilo Ricardito, no hay mucho que un pobre viejo pueda contar! ¡A mi edad las personas solo saludan y pasan de largo, piensan que ya no sirvo para nada!… ¡Puede que sea cierto!…

Lo miré y sonreí.

-¿Cuántos años tienes cholito?...

-¡Acabo de cumplir 70 años!... ¡Hace tan solo dos semanas atrás los cumplí; pero nadie se acordó!…

-¡Cholito yo no lo sabía!… ¡Si no te hubiese llevado a tomar un par de chelas y presentarte a un par de flacas y nos las tirábamos en cualquier telo de esta puta ciudad!…

-Je, je, je… ¡Tú y tus ocurrencias Ricardito!…

-¡Luego seguimos conversando cholito, tengo que ir a marcar mi entrada, sino me cagan con el descuento por llegar tarde!…

-¡Anda nomas!… ¡Como siempre es un gusto conversar contigo Ricardito!…

-¡No viejo, el gusto es completamente mío!…

Seguí mi camino hacia el área de trabajo en la cual labora y encontré ahí a mis compañeros de jornada en plena plática.

-¿Que me estoy perdiendo?- pregunté a mis compañeros.

-¡La cara de culo de la nueva jefa de personal está enferma y no vendrá, y el director general tampoco, porque tiene una reunión en la presidencia regional!... ¡Así que tenemos todo el día libre!…

-¡Bueno, no sé ustedes pero yo quiero culminar con esa huevada de presentación para la exposición del director que me tiene un lado de los huevos más grande que el otro!… ¡Así que tendré que ir al frente a hablar con la señora Teresa para que me de la información de Logística y luego con doña Nancy para lo de recursos humanos!…

-¿Solo iras a ver la información de logística o también a ver a la practicante de logística?- preguntó Josefa.

-¡Oye Ricardito, que esperas que no la culeas!... ¡Esta que te pide a gritos!- dijo Leónidas.

Los ojos de Leónidas salían de su órbita cuando se refería a ese tipo de comentarios, dando que pensar. Ese viejo está sumamente aguantado, o está dejándose llevar por su imaginación reprimida, o está volviéndose rosquete por falta de mujer. Nadie lo sabía.

-¡Bueno! Voy a recopilar información de las demás áreas y así culmino con mi chamba y me pongo a huevear de lo más rico con ustedes…

Me dirigí al escritorio de la señora Nancy, jefa de recursos humanos, de apariencia gruesa, de baja estatura, con muchos signos de haberse reventado los granos en el rostro cuando era joven.

-¡Señora Nancy tenga usted muy buenos días!- saludé a aquella persona.

-¡Señorita Ricardo! ¡Señorita!… ¡Dime muchacho lindo, que es lo que buscas en esta oficina, si podemos llamarla así!…

-¡En realidad venía a verla para saber cómo esta, ya que me había ausentado casi una semana por motivos de viaje como usted bien sabe!… ¡Y de paso para pedirle información sobre la cantidad exacta de los trabajadores y practicantes que aquí laboramos, ya que de ahí tengo que sacar datos para la exposición del señor Segundo!…

-¡Era de suponer que no venias por mi chancho, sino por mi chicharrón! ¡Cuando será el día en que aceptes tomar conmigo unos traguitos en mi casa, los dos solos, y conversar de muchas cosas!- me insinuó muy atrevida aquella señora.

-¡Cualquiera de estos días señora mía, iré a tomarle todo lo que usted me ofrezca!- respondí a tal ofrecimiento con cierta picardía.

Aquella señora me pidió el usb, lo insertó en la computadora, y copió la información requerida por mí.

-¡Bueno Ricardito, ahí tienes la información que me pediste! ¡Es todo lo que el área de personal me envía actualizado hasta la fecha! ¡Espero que este favor tenga su recompensa más adelante!…

-¡Claro señora, el día menos pensado haremos realidad todo lo acordado!- respondí a las insinuaciones de aquella mujer, murmurando sutilmente en mis pensamientos -(¡Vieja arrecha, sigue esperando sentada metiéndote el dedo, que ni tu perro querría culearte con la cara de chucha que te manejas!)- proseguí con mi camino rumbo al área de logística.

-¡Señora Teresa buenos días, usted cada día ilumina con su belleza lo lucubre de esta institución!…

-¡Ya comienzas con tu floro barato!… ¡A mí no me convencen con palabritas color de rosa, ni con cursilerías, ni mucho menos con cojudeces! ¡A ver, dime que es lo que quieres Ricardo!…

-¡Seño, necesito la información de las últimas adquisiciones y construcciones que hizo la institución para colocar en la exposición que hará el señor Segundo la próxima semana ante las autoridades de la región!…

-Mmm, pero esa información no te la puedo dar, ni mucho menos publicar ante las demás autoridades muchacho…

-¡No quiero precios, solo necesito que obras fueron construidas y que compramos para desarrollarlas, como por ejemplo, si construimos algún colegio en las afueras de la ciudad o remodelado algún parque abandonado, o si compramos maquinarias nuevas en los últimos meses!… ¡Cosas así, no necesito cuanto se gastó!…

-¿Y para cuando necesitas esa información Ricardo?...

-¡Lo más rápido posible seño!…

-¡Entonces, apenas llegue Verónica le diré que coordine contigo para que te facilite la información que necesitas!…

-¡Perfecto, gracias!… Y apropósito, ¿dónde se encuentra ella?- pregunté.

-No vino, ni vendrá a trabajar el día de hoy... Se sintió mal y se quedó en casa de su tío a descansar…

-Entonces tendré que esperar a mañana a coordinar con ella…

-¡Así es mi niño!- respondió.

-¿Y por casualidad no tendrá su número de celular?… ¿Por si acaso?...

-Ja, ja, ja… Claro que sí, deja que te lo apunte en un papel… Mientras tú estás de ida yo estoy haciendo diez viajes y haciendo compras por el camino…

Solo atiné a sonreír avergonzadamente por aquel comentario.

-¡Toma Ricardo! Este es su número de celular; pero llámala a partir de las nueve de la noche, ya que su tío es muy celoso y la controla demasiado, más que su padre- aconsejó la señora.

-¡Gracias nuevamente! Tomaré en cuenta lo que me dijo…

Fui a mi escritorio, coloqué el usb en mi máquina personal y descargué la información del área de recursos humanos para proseguir con mi trabajo, sin dejar de pensar que ahora tenía en su poder el número celular de Verónica.

Al culminar la tarde, cada uno de los trabajadores se dirigían a sus respectivos hogares, mientras yo me quedaba a terminar de adaptar la información entregada por la señora Nancy. De cuando en vez levantaba la cabeza a observar el asiento vacío de la practicante de enfrente, la cual no había asistido en ese día.

-(¡Que me pasa, carajo!)- murmuraba entre mí.

Al salir del trabajo me encontré con el portero de aquella entidad, sentado sobre una silla vieja de plástico -¿Que estás haciendo tan solo?- pregunté a aquel añejo personaje.

-¡Solo veo pasar el tiempo ante mis ojos!… ¡Es mi único compañero!… ¡Con el hablo, con el rio, con el lloro!… ¡Cuando uno llega a cierta edad Ricardito, todos se olvidan de uno!… ¡Ya no eres el personaje principal, vienes a formar parte secundaria de algo!… y muchas veces pasas al olvido… como en mi caso…

Lo miré con nostalgia a aquel personaje viejo y cansado por la pesada edad que llevaba encima, escuchando las penas que lo entristecían, sin familiares ni amigos que lo visiten en las frías paredes que aquella institución voluntariamente le ofrecía. A nadie contaba cuál era su pasado, solo los más antiguos trabajadores de aquella entidad lo conocían y sabían de él. Los relativamente jóvenes como nosotros solo lo conocíamos como “el portero”, “cholito” o “el viejo”.

-¡Toma cholito, diez luquitas para que te compres algo calientito para la noche!… ¡Mira que hoy parece que va a llover como la putamadre y hará un frio de la granchucha!…

Aquel anciano avergonzado tomó el dinero, me miró con los ojos humedecidos ya que nadie había tenido un gesto parecido hacia él -¡Gracias hijo, es un noble gesto de tu parte!- expresó.

-¡No tienes de que cholito!… ¡Buenas noches!… ¡Y abrígate, que hará frio!…

Me dirigí al estacionamiento y arranqué mi motocicleta con rumbo a mi departamento, dejando atrás a aquel personaje arcaico. Ahora lo único que tenía en mente era llamar por teléfono a Verónica.

Al llegar al departamento donde vivía, encendí mi computadora portátil y busqué entre mis archivos la carpeta de músicas de Aselin Debison, una cantante desconocida para algunos, pero que me fascinaba; conecté el sub boofer a la laptop para crear un ambiente desenchufado entre aquellas cuatro paredes, me saqué la camisa que llevaba puesta y la tiré sobre la cama, y luego saqué una cerveza en lata del friobar, la cual me la bebí en una sola toma creando las ganas de invitarme a tomar una más. Aquel ambiente musical, desenchufado se vio interrumpido por el golpeteo de la puerta.

Me acerqué, miré mi reloj, eran más de las diez de la noche.

-¿Quién es?- pregunté sin abrir.

-¡Sorpresa!- respondió una voz coqueta detrás de la puerta.

Aquella voz era conocida para mí. Sonreí con cierta picardía. Sabía que significaba aquella visita.

-¡Hola Sandrita, a que se debe tu visita a tan altas horas de la noche!… ¡Pensé que tu viejo no te dejaba salir sola!…

-¿Puedo pasar?- preguntó Sandra Martínez. Ex enamorada mía de hace muchos años atrás, que de vez en cuando iba a mi departamento para recordar viejos tiempos. Fanática de cuidar su figura, amante de los aeróbicos y de la comida dietética.

-¡Claro, pasa nomas!…

-¿No te interrumpo o sí?...

-¡No seas cojuda y pasa nomas!…

Sandra ingresó al departamento que conocía perfectamente, siendo cómplice de innumerables travesuras cometidas por nosotros.

-¿Que pasó Sandriña, peleaste con tu enamorado y quieres vengarte de él acostándote nuevamente conmigo?...

-¡No seas maricón!… ¡Si me acuesto contigo es porque quiero, no porque tenga que vengarme de Luis!… ¡Además no vine a verte por eso!…

-¡Maricón no soy!… ¡Y tú lo sabes bien!…

-¡Y ya deja de hablar tonterías! Escúchame, necesito de tu ayuda… ¡Sé que tienes amigos en la policía de tránsito y a mi papá lo detuvieron por no contar con el bendito SOAT!… ¡Ayúdame please!…

-¿Esa es la ayuda que necesitas?... ¡No jodas!… ¡Es una huevada!… ¡Basta con darle cinco lucas al tombo de mierda y listo, te deja ir!… ¡Esos misios de mierda te dan el culo hasta por una china!…

-¡No hables así, que mi hermano también es policía!…

-¿Y por qué crees que lo digo?… ¿Además, porque no llamas a tu hermano?…

-¡Es que no contesta su celular!… (…)… ¡Ricardo, si no sería importante para mi papi no te estaría molestando!…

-¡Carajo! Todo por el ex suegro… ¡El detalle es que nunca me quiso cuando éramos enamorados!… el cariño llegó cuando terminamos… ¡Déjame buscar mi celular y veremos que se puede hacer!…

Tomé el celular e hice una llamada.

-¡Aló! Buenas noches ¿Con el Capitán Gamarra?... Cholito como estas, te saluda Ricardo Dasilva… (…)… Si mi hermano, molestándote a estas horas de la noche… (…)… ja, ja, ja… Por supuesto, uno de estos días nos agarramos a botellazos… ja, ja, ja… (…)… Recuerda que eres el jefe de transito de esta ciudad… (…)… Desde luego mi hermano… Cholo, quería pedirte un favor inmenso, al viejo de una amiguita mía lo agarró tu gente en un operativo- tapé el micrófono del celular y pregunté a Sandra -¿Dónde chaparon a tu viejo?...

-¡En la tercera cuadra de la avenida principal!- respondió ella.

-¡Mi hermano, fue en la tercera cuadra de la avenida principal!… (…)… ¿Cómo, ahí te encuentras?… (…)… Ah, tu estas dirigiendo el operativo… Cholo dame una manito dejando ir al tío… se llama Claudio Martínez, tiene una moto de mierda, pero le tiene un cariño único a la destartalada… (…)… ja, ja, ja… Ok, te la debo mi hermano…

Apagué el celular y me dirigí nuevamente hacia el friobar y cogí un par de cervezas -¿Quieres uno?- ofrecí a Sandra.

-¡Gracias! Pero solo uno, ya sabes que me mareo rápido con la cerveza… y tú puedes aprovecharte de eso…

-¡No hables huevadas y mejor llama a tu viejo para ver si ya está libre!…

Sandra sonrió pícaramente y llamó a su viejo progenitor -¿Papi, ya estas libre?... (…)… Si papito, Ricardo llamó al jefe de transito que es amigo suyo… (…)… Ya papito, le daré tu saludo… (…)… No te preocupes, yo iré después a la casa… un beso…

-¡Ya lo dejaron seguir su camino!… ¡Gracias Richi!… ¿Cuánto te debo?…

-¡No jodas!… Esa pregunta si me ofende… Y para perdonarte aquella ofensiva pregunta toma conmigo unas cuantas chelitas…

-¡Pero, Ricardo sabes que me mareo rápido con la cerveza!…

-¡Carajo! No estás con un desconocido… ¡Además puedo llevarte después a tu casa!…

-¡Está bien; pero solo unas cuantas cervecitas nomas, mira que mañana es día de trabajo!…

-¡Por supuesto colorada!…

Comenzamos a platicar sobre todo lo que les había ocurrido en el lapso de tiempo que habíamos dejado de vernos. Mientras que las latas de cerveza comenzaban a acabarse, la música sonaba envolviendo el ambiente para nosotros.

-¡Richi, sube el volumen que esa canción que me vuelve loca!…

Subí levemente el volumen del sub boofer. Aquella canción parecía transformarla, convirtiéndola en una maquina sensual con los sonidos electrónicos.

-¡Me gustan las canciones de Cerati, en especial esta que está sonando; pero no recuerdo como se llama!…

-¡Se llama “Pulsar”!- respondí -¡Y como no te van a gustar si solo eso escuchabas cuando eras mí enamorada!… Al menos algo bueno te quedó de mí…

-¡Richi!… ¡Baila conmigo!… ¡Solos tú y yo!…

Me acerqué hacia ella, y comenzamos a bailar pegados, sintiendo la música recorrer cada centímetro de nuestros cuerpos.

-¡Arrecho de mierda, estoy sintiendo que se te está parando tu huevada!… Mejor me voy a mi casa… sino no respondo de mí… y tú lo sabes muy bien…

-¡Deja que te lleve a tu casa!…

-¡No te preocupes!… ¡Además primero tengo que ir a casa de Lucho a recoger unos papeles de la oficina!… Él ya me llevará a casa…

-¡Bueno Sandri, como gustes!…

-¡Qué te parece si vengo el sábado y te preparo algún antojo y me quedo hasta la noche!…

-¡No me parece!…

-¡No seas malo Richi!… di que sí…

-¡No!… Mejor vienes el sábado por la noche y ahí vemos…

-¡Ok!… Gracias por todo Richi… te debo una…

-¡No me debes ni mierda colorada!…

-¡Te llamo más tarde para conversar!…

-No, no lo hagas porque no te voy a contestar… además, me cago de sueño y mañana tengo chamba… dejémoslo para el fin de semana…

Sandra sonrió y movió la cabeza -¡No cambias Ricardo!… ¿Cuídate si?- nos dimos un beso en el rostro y Sandra se retiró de la habitación aun con la música fuerte.

Tomé la última cerveza que quedaba en el friobar y metí la mano en el bolsillo del pantalón encontrando en el aquel papel que contenía el número celular de Verónica. Solo atiné a sonreír y mover la cabeza.

DIA 04 – Jueves

-¡Ricardo!… ¡Ricardo!… muchacho, ¿te encuentras bien?- preguntó una voz femenina.

-¡Dígame doña Juanita, que pasó!- respondí a la dueña del departamento en donde vivía.

-¡Muchacho es que me preocupaste, ya que tú eres muy puntual a la hora de levantarte para ir al trabajo!… Y como ya son las once de la mañana y no dabas señales de vida tuve que llamarte para salir de las dudas… ¿Te sientes mal?...

-¡Chuchamadre! ¿Ya son las once?- respondí dando un profundo suspiro de indignación -¡Putamadre, caballero nomas!…

Rápidamente me cambié de ropa, dejando tirada mi pijama por donde cayera. Arranqué mi motocicleta y me dirigí al trabajo.

-¡Que pasó Ricardito, se te pegaron las sabanas!- preguntó el viejo portero.

-¡Si cholito, gran huevada la mía!…

Ingresé a los ambientes de la oficina saludando a mis compañeros de área, encendí mi computadora y silenciosamente proseguí con mi tarea. Al cabo de unos minutos se acercó la señora Rosa, jefa de personal, y me preguntó drásticamente -¿Tiene usted algún tipo de justificación por haber llegado tarde o simplemente hago su descuento por tardanza?...

-En primer lugar, señora Rosa tenga usted muy buen día… En segundo lugar y con todo respeto, si haberme tomado unas cuantas cervezas por la noche y quedarme dormido hasta las once de la mañana es una buena justificación, entonces es la mía… Y si usted no considera eso como justificación, entonces haga mi descuento respectivo…

-¡Perfecto! ¡Recibirá su descuento en su próxima boleta de pago, además de una llamada de atención por lo sucedido!- Dicho esto, la mujer dio media vuelta y regresó a su despacho.

-¡Que paso Ricardito, viniste empinchado!- preguntó Leónidas.

-¡No Leo, simplemente la muy cara de culo viene de frente sin saludar a uno!… ¡Está bien que sea jefa de personal, pero no por ello no va a saludar!… ¡Respetos guardan respetos!…

-¡Ya no te enojes Ricardito, mira que hoy amaneció con el sol radiante!… Presumo que será un día súper increíble- dijo Rodrigo.

-¡Gracias Rodrigo!- respondí.

-¡Cuéntame con lujo de detalles, que fue lo que pasó anoche!… ¿Llamaste a Verónica?... ¡Carajo cuéntame de una vez, no me dejes con la inquietud!- dijo impacientemente Josefa.

-¡No hablé con ella!…

-¿Y por qué no?… ¡Que huevón eres!…

-¡Todo tiene un por qué!…

-¿Y cuál se supone que fue tu “por qué”?…

-Sandra fue a verme y nos tomamos una cuantas cervecitas…

-¡Que! Y de paso una culeadita también… No los conoceré a ustedes par de arrechos…

-¡Nada negra!… ¡Todo tranquilo!…

-¡Si cojudo! Tu tranquilo, pero tu pájaro no… Esa cojudecita tiene vida propia…

-Ja, ja, ja… Eres una mierda, ¿No carajo?...

-¡Mierda llena!... ja, ja, ja- respondió Josefa.

Al cabo de unos instantes la joven practicante de logística se acercó hacia donde yo estaba.

-¡Buenos días!…

-¡Hola Vero!… ¿Cómo estás?…

-¡Bien!… ¿Y tú, porque viniste tarde?- me preguntó.

-Se me pegaron las sabanas- respondí.

-¡Espero que no se repita señorcito!…

Sonreí asintiendo con la cabeza a no volver a ocurrir.

-¡La señora Teresa me dijo que coordine contigo para lo que necesites!…

-¡Si Vero, es que necesito cierta información que tu jefa no sabe dónde está!…

-¡Que malo eres!… ¡Ella sabe dónde están sus cosas!… ¡Solo que es un poquito desordenada y no encuentra sus cositas!…

-¡No es justificación!… ¡Yo soy un súper desordenado; pero en mi desorden sé dónde están mis cosas!…

-¡Como que eres desordenado!… ¡No lo pareces!…

-¡Si vieras mi departamento te caerías de espaldas tipo Condorito!… ¡Con el sonido de un “plop”!…

-¿Vives solo?- preguntó Verónica con cierta picardía entre labios.

-¡Sí!… ¡Desde hace un par de años!…

-¡Entonces uno de estos días iremos y pondremos en orden a aquel desorden!…

-¡Perfecto!… ¡Queda en pie el desafío de lograr un orden en mi desorden!…

-¡Ahora Ricardo dime, que es lo que necesitas de mi área!- preguntó Verónica.

La miré con cara de pavo, embobado hasta el culo, hipnotizado por aquellos ojazos marrones y grandes.

-¡A ti!- respondí ahuevadamente.

-¿A mí?...

-¡Claro!… Es que sin ti no podría culminar el bendito trabajo de tu tío…

-¿A qué tío te refieres?- preguntó admirada.

-¡Al director general!… ¿Que, acaso no es tu tío?...

-¡Sí!… Pero, casi nadie lo sabe…

-¡Tú lo dijiste, casi nadie!…

Y ambos comenzamos a reírnos, mientras nuestras miradas seguían fijas sin desprenderse uno del otro. Comenzamos a trabajar en conjunto como si nos conociésemos de muchos años, la química entre nosotros fluía como torrentes de agua en cascadas. Me esmeraba en colocar animaciones para causar una buena impresión a aquella muchacha, mientras ella también agregaba algunos consejos para dar una mejor vista a la presentación de su tío.

Al llegar el medio día, tiempo en que cada practicante regresa a su casa, la miré con cara de perrito perdido sin dueño -¡Aún nos falta solo un poco para culminarlo! ¡Que te parece si te invito a almorzar en el cafetín y luego te llevo a tu casa!- propuse.

-Mmm… Tuviese que llamar a casa, para que mi hermano no venga a recogerme… Bueno, en realidad no es mi hermano, es mi primo… pero, lo quiero como a un hermano, ya que nos criamos juntos desde pequeños… Déjame llamar a mi tía para avisarle… ¿Sí?...

-¡Perfecto!… ¡Cruzare los dedos para que acepte!- respondí.

Verónica tomó el teléfono celular e hizo la llamada correspondiente. La quedé observando mientras Verónica hablaba con su tía, la señora María Espinoza, esposa del señor Segundo. Aquella conversación era un misterio para mí, debido a que no escuchaba ni una puta palabra, solo observaba los movimientos y gestos de aquella chica avispada y esculturalmente atractiva. Al cabo de unos minutos, Verónica terminó la conversación que tenía entre ella y su tía, y se acercó.

-¿Que te dijo tu tía?- pregunté muy entusiasmado.

Verónica me miró tristemente como quien responder una pregunta trágica.

-Lo siento Ricardo… pero... tendrás que soportarme toda la tarde ja, ja, ja…

Ambos comenzamos a reírnos por aquella respuesta. Llegada la hora del almuerzo, ambos nos dirigimos al cafetín. Nos sentamos en una mesa apartada lejos de la muchedumbre que nos rodeaba. Marcos se acercó a entregarnos la carta del menú diario, me dio un guiño de complicidad y luego se retiró.

-¿Que te vas a servir?- pregunté.

-¿No sé?... ¿Cuánto cuesta acá el almuerzo?…

-¡No te preocupes, déjalo a mi cargo! ¡Acá no cobran almuerzo, simplemente nos hacen un descuento por planilla cada vez que venimos a la hora del refrigerio, y lo tuyo cargaré a mi cuenta!- respondí.

-¡Gracias!… que roche- murmuró Verónica ante aquella respuesta.

-¡Nada de eso, así que pidamos lo que se nos antoje!…

-¿Cualquier cosa?...

-¡Sí, cualquier cosa!- respondí.

-¡Y si luego te descuentan demasiado!… ¡Me sentiría culpable!…

-¡Te diré un secreto!- mirando hacia ambos costados y con una mirada traviesa proseguí -¡Nunca me descuentan cada vez que como algo en este cafetín!…

-¡¿Y eso a que se debe?!… ¡¿No será por el cocinero?!… ¿o sí?...

-¡No, nada de eso!… ¡Lo que sucede es que luego de que todo el personal termina su refrigerio, Marquitos lleva el reporte de quienes almorzaron en el cafetín, para luego se les haga su descuento respectivo a fin de mes!... ¡El truco está en que el administrador es muy amigo mío!… Nos conocemos desde hace un culo… perdón… desde hace mucho tiempo… Y a veces nos damos una manito en lo que sea, y como que la situación no está como para que le hagan a uno los descuentos que aplican en esta institución…

-¡Aja!… ¡Con que así es la cosa!… ¡Ahora te tengo en mis manos señorcito!…

Ambos nos reímos mientras Marcos se acercaba para pedir la orden respectiva para el almuerzo.

La tarde pasó volando en un abrir y cerrar de ojos concluyendo el trabajo pendiente.

-¡Bueno!… ¡Terminamos la bendita exposición para tu tío!…

-¡Me encantó trabajar a tu lado!… ¡Siento como si nos conociéramos desde hace uff!…

La miré fijamente a los ojos. Ambos quedamos observándonos en silencio mientras los segundos transcurrían.

-¡Disculpen par de tortolos, pero ya es hora de retirarnos!- dijo Josefa con cierto tono cómplice para ambos.

-¿Me llevas a mi casa?- preguntó Verónica.

-¡Por supuesto!- respondí sin balbucear, ni pensarlo dos veces.

-¡Chévere, voy por mis cosas y salimos!…

Josefa me miró con la boca abierta -¡Carijo cholo, me cagaron!… No sé quién fue más rápido… tu… o ella…

-¡Ya déjate de huevadas y cierra la boca que das ganas a meterte algo carnoso en ella!…

-Mmm… que rico… pero, no como pequeñeces ja, ja, ja… ¡Ya me voy cojudo, mañana me cuentas detalle por detalle!… Y si no te la chapas el día de hoy, te meto el dedo por el culo… ¡Ya sabes!- diciendo esto aquella morena de cuerpo exuberante se retiró de las oficinas mientras esperaba a Verónica.

-¡Listo Ricar!… Te puedo decir Ricar… ¿no?- preguntó en tono avergonzado.

-¡Por supuesto!… ¡Llámame como quieras Verito!…

Al salir de aquella institución me despedí como todos los días de aquel anciano amigo incondicional que custodiaba aquella construcción. Luego subimos a la motocicleta que se encontraba en el estacionamiento y nos dirigimos rumbo al domicilio del señor Segundo en donde vivía Verónica.

Mientras manejada la motocicleta, la conversación entre nosotros proseguía sin dar comienzo al silencio, dando inicio a conversaciones más personales y directas.

-¡Vero!… ¿Qué tan celoso es tu tío?...

-¡Es bien celoso!… Mi papá es hermano suyo… Nosotros somos de un pueblo pequeño a dos días de trayecto de acá... Y sinceramente, no quería quedarme estancada ahí… Es por eso que mi papá propuso a mi tío a que yo venga a estudiar y trabajar en esta ciudad… para ello tuve que dejar a un lado todo lo que tenía en mi pueblo…

-¡Bendito pueblo por tener cositas bellas como tú!… ¿Y qué dejaste allá… si se puede saber?- pregunté.

-¡A mis padres, mis amigos!- dejando un pequeño silencio en incógnita.

-¿Tenias o tienes enamorado?- pregunté.

-¡No sé si llamarlo enamorado!… Más bien era un amigo en el cual podía confiar, contarle mis cosas… Andábamos juntos agarrados de la mano… Salíamos juntos a las fiestas populares… pero, nunca nos dimos un solo beso… ¿Y tú… estas involucrado sentimentalmente con alguien?- preguntó Verónica con cierta curiosidad.

-¡No!… Desde hace un buen tiempo- respondí.

-¿Y porque, se puede saber?...

-Simplemente… a veces… uno da más de lo que recibe… y si la cosa no es equitativa… entonces no camina…

-¡Tienes razón!… creo…

Ambos reímos por aquella conversación prosiguiendo con el camino hacia la casa de Verónica que muy levemente me abrazaba mientras recostaba su cabeza en mi espalda.

Al llegar a casa del señor Segundo, frené la motocicleta y bajamos de ella, acompañándola a la puerta del domicilio.

-¡Espero que este recorrido se repita nuevamente!- dije.

-¡Yo también Ricar!- respondió.

-¡Bueno!… Es hora de retirarme… Necesito darme un buen duchazo y dormir temprano- la miré nuevamente a los ojos -¡Gracias por haberme apoyado en este día Verito!…

Mientras me acercaba a darle un beso de despedida, Verónica cerraba lentamente los ojos, como quien favorecer a lo esperado por ambos.

-¿Verónica, eres tú?- interrumpió un voz femenina detrás de la puerta haciendo que cortemos aquel beso deseado.

-¡Si tía, soy yo!- respondió Verónica -¡Es mi tía!… Siempre inoportuna… Tengo que entrar… fue lindo pasarla contigo Ricardo…

-¡Lo mismo digo Verito!…

Solo nos limitamos a mirarnos mientras ella ingresaba dentro de la casa. Di media vuelta, encendí mi motocicleta y me dirigí rumbo a mi departamento. Aquel preludio se transformó en algo emocionante para mí.

Un sentimiento extraño, pero a la vez familiar se apoderaba de mí.

DIA 05 – Viernes

-¿Aló?… ¿Verónica?...

-¡Sí!… Ella contesta… ¿Con quién hablo?- respondió Verónica entre sueños.

-¡Soy Ricardo!… Disculpa que te llame tan temprano…

-¿Ricardo?- aquel nombre hizo que Verónica pierda todo tipo de cansancio y expulsar así todo sueño acumulado -¡Que sorpresa!… ¡Pero, como obtuviste mi número de celular!… ¡No lo entiendo!…

-¡Discúlpame si te desperté tan temprano!…

-Ni tanto, ya son las seis y media… siempre me levanto a estas horas… pero, dime ¿quién te dio mi número de celular?…

-Mmm… misterio…

-¡No seas malo!…

-¡No soy malo!- quedando en un breve silencio -¡Vero! ¡Te llamaba para saber si puedo pasar a recogerte para ir juntos al trabajo!- un pequeño silencio invadió aquella conversación dejándome en la intriga.

-¡Claro que sí!- respondió Verónica muy animada.

-¡Perfecto!… ¡Entonces paso por ti a como un cuarto para las ocho!- dije.

-¡Chévere!… ¡Te estaré esperando a esa hora!- respondió Verónica.

Nada estaba planeado, simplemente sucedió sin que me diera cuenta de ello, o tal vez pueda que haya estado confundiendo sentimientos encontrados. Pero ahora lo importante era lo que sentía o creía sentir.

Al llegar la hora indicada Verónica se encontraba en la puerta de su casa, modesta por fuera, estilo clásico, con un cerco de madera de color verde claro, con árboles frutales en el interior de la huerta. Llegué con mi vehículo y me estacioné en la vereda de aquella casa, observé a Verónica venir a mi encuentro, vistiendo un pantalón jean apretado hasta la cadera, con un top rosado que dejaba descubierto su plano y firme abdomen, maquillada lo mínimo posible, con el cabello suelto negro azabache y una sonrisa en los labios que me enloquecía.

-¡Lista!- dijo en tono coqueto.

-¡Estás preciosa!… y más que eso- dije.

-¡Y eso que no es una cita!- respondió Verónica.

Subió a la motocicleta y ambos enrumbamos el camino hacia la oficina. Ambos estábamos callados mientras conducía. Verónica me abrazaba tiernamente apoyando su cabeza en mi espalda, mientras yo me sentía en las nubes con aquella sensación -(¿Que mierda es lo que está pasando?)- buscaba alguna respuesta en mi mente, sin encontrarla.

Al llegar a las instalaciones del centro de trabajo nos encontramos con aquel anciano portero y como siempre hice una reverencia hacia mi amigo, la cual fue reciproca devolviendo la cortesía.

-¡Se nota que le tienes un cariño a aquel señor!- dijo Verónica.

-¡No es que le tenga un cariño en especial!… ¡Es un respeto hacia aquel hombre que sufre en vida, sin familiares, ni amigos que lo visiten, ni perro que lo ladre!… ¡Es un respeto a su valentía!- respondí.

-¡Bueno señor Ricardo, diríjase a su escritorio que yo me voy al mío!…

-¡Muy bien señorita Verónica!… Espero que en la hora de refrigerio podamos almorzar nuevamente…

-¡Déjame ver que excusa invento a mi tía para no ir a almorzar con ella!… sino piñas- respondió Verónica con una sonrisa en los labios.

Me senté embobado, acojudado y ahuevado en mi lugar correspondiente con el afán de proseguir con mis labores diarias. De pronto la silueta descomunal de medidas casi perfectas interrumpió la tranquilidad del momento.

-¡Cuéntamelo todo!… ¡Detalle por detalle!- dijo Josefa.

-¡Solo te diré una cosa negrita!…

-¡Carajo!… ¡Dilo de una vez que me mata la curiosidad!…

-¡Estoy dispuesto a que me metas el dedo en el culo!… pero, hazlo con delicadeza y con amor por favor…

-Ja, ja, ja… ¡Maricón!… no te la agarraste, ¿cierto?...

-¡No negra!… ¡aun!… no quiero cagarla, quiero que vaya todo como debe de ser…

-¡Lo oigo y no lo creo!… así creo que es el refrán ¿o me equivoco?...

-Sí, te equivocas… lo correcto es decir, lo veo y no lo creo…

-¡Que chucha chochera, la que tiene plata habla como su mierda gana le dé!…

-¡Cierto!… muy cierto… Y si tú hablas así es porque te cagas en plata… Así que déjate de huevadas y préstame plata que estoy hasta el culo de misio- nuevamente las risas y jodas se apoderaban de aquella área laboral, siendo a veces la más irreverente de las demás, por llamarla de otro modo, la más sincera. Si había que reírse lo hacíamos, si había que trabajar trabajábamos y si había que huevear hueveábamos.

-¿Ricardín, que harás este fin de semana para divertirte?- me preguntó Leónidas.

-¡No lo sé Leo!… ¡Creo que estaré caserito tomando un par de chelas en compañía de la soledad!…

-¡Tengo un par de amigas que quieren divertirse un poco este fin de semana!… ¡Las llevo a tu depa, tomamos un poco y luego nos la llevamos a algún telo y listo pescadito!… ¡Ambas se manejan un culazo y unas tetazas que nos perderíamos en ellas!- dijo Leónidas.

-¡Creo que invitaré a salir a Verónica!… no se… tal vez a tomar unos helados y luego comer algo para terminarla en la disco- dije.

-¡Huy carajito!… Mi compadre se está templando- dijo Leónidas.

Lo miré con cierta picardía en los ojos dando crédito a lo que decía.

Josefa se acercó a donde estaba y me preguntó en voz baja -¿Que se cree este viejito para salir contigo?… A su edad debería de estar con sus nietos y utilizando pañales desechables para la incontinencia ja, ja, ja…

-¡No lo creas cuero!… Aunque te suene ilógico, tiene muy buenas amigas todas de 18 a 19 años… y muy bien despachadas… como lo hace… no lo sé…

-Oye, pero en serio ¿piensas invitar a tu nueva conquista a salir el día de mañana?- preguntó Josefa.

-¡Está en mi mente hacerlo!… ¡¿Por?!…

-¡Ten cuidado cholo!… Mira que si vas a la disco estarán ahí tus trampas y sabes lo jodidas que son cuando te ven con alguna chica tranquila…

-¡Tú sabes que ya dejé las perradas!… Ahora quiero estar bien conmigo y no cagar a nadie…

-¡Eso tu y yo lo sabemos Ricardito!… pero, ellas no lo saben… y siguen jodiendo ¿o no?... pero, me pregunto y no me respondo… ¿qué chucha les dices o les haces para que estén ahí tras tuyo?… no creo que sea por la huevadita esa que te cuelga entre las piernas…

-¡Negra, lo importante no es el tamaño, sino como utilizarla!…

-¡Bueno carajo, dejemos de huevadas y pongámonos a trabajar aunque sea una vez en la semana!… para que no digan después que nosotros solo cojudeamos en horas de oficina- dijo Josefa.

Al cabo de un rato se acercó Verónica muy presurosa y agitada donde me encontraba -¡Ricar, hable con mi tía y me dijo que no hay problema que si me puedo quedar a almorzar contigo!…

-¿Le dijiste que almorzaríamos juntos?- pregunté con cierta admiración.

-¡Sí, y me dijo que no había problema!… con tal que saliendo del trabajo me lleves de directo a mi casa…

-¡Ok!… se hará lo que usted quiera…

Llegado el medio día ambos nos dirigimos al cafetín para almorzar juntos como lo habían planeado. Pedimos la carta del menú del día e hicimos nuestros pedidos. De pronto sonó mi teléfono celular. Miré aquel aparato a ver quién me llamaba y dejé que sonara hasta el cansancio insistiendo una y otra vez hasta rendirse.

-¿Quién es? ¿Por qué no contestaste?- preguntó Verónica.

Callé por un instante -¡No es nadie!- respondí.

Al culminar la tarde salimos rumbo a la casa de Verónica tal como habíamos acordado.

-¡Gracias nuevamente Ricar!…

-¡Gracias a ti Vero!…

Intercambiamos miradas y sonrisas levemente tímidas -¡Tengo que entrar!… ¿Te cuidas si?... y no hagas travesuras…

-¡Vero!…

-¿Sí?...

-¿Quieres salir mañana a tomar unos helados y luego a la discoteca?...

Verónica lo miró y se acercó murmurando -¡Eres un tipo con mucha suerte! ¿Lo sabías?...

-¿Porque lo dices?...

-¡Mis tíos viajaran mañana por la madrugada fuera de la ciudad y regresarán el domingo por la tarde!… porque si mi tío estuviera acá, no me dejaba salir ni a la esquina… pero, buscaría la manera de salir contigo… así que la respuesta es… ¡Sí!…

Aquella complicidad entre nosotros se convertía en una explosión de emociones, descubriendo nuevas sensaciones.

La cita estaba hecha.

DIA 06 – Sábado

-¡Aló!- respondí ante el llamado incesante del teléfono celular -¿Quién habla?… (…)… mmm… Hola Raquelita… que hay de nuevo… (…)… Nada, acá despertándome de un rico sueño que acabas de cagarlo… (…)… No hay problema, ven a mi departamento y acá charlamos de lo más rico… (…)… Ok, nos vemos- Raquel Paredes, era compañera de gimnasio y mejor amiga de Sandra, que por cuestiones del azar también había sido mi enamorada.

Raquel era una chica tranquila, de su casa, tez blanca, delgada, cabellos dorados como el sol, muy bien recibida en casa de mis padres y por consiguiente lo mismo ocurría con los padres de Raquel. Aquella muchacha iba a visitarme muy de vez en cuando prácticamente a escondidas de Sandra para que no la descubriera, cosa que me mortificaba enormemente, ya que la no tenía nada sentimental con Sandra.

Eran casi las nueve de la mañana cuando sonó la puerta del departamento. Me levanté de la cama y abrí la puerta teniendo en conocimiento quien era.

-¡Hola Raquelita! ¿Cómo estás?…

-¡Bien Richi!… ¿y tú?…

-¡Ahí vamos!… y ¿cómo están tus viejos?…

-¡Están muy bien, solo que mi papá está un poco delicado de salud!… problemas con los riñones…

-¡Hace un culo de tiempo que no voy a visitarlos!…

-¡Sí!… eres un ingrato mal amigo- me reprendió Raquel -¡Anoche estuve con las chicas de la academia y tomamos unas cuantas jarras de tragos que realmente me dejaron loca!… ¡Tuve que hacerme la valiente para poder disimular mi estado ante mis padres!… Sino castigada…

-¡O sea, que estas con un sueño de putamadre!…

-¡Sabes que no me gusta que hables así conmigo!- dijo Raquel -¡Lo que necesito es dormir un poco más!…

-¡Pero que falta de confianza flaca!- respondí y acomodándome hacia un costado de la cama propuse -¡Ven acá!… ¡hay un espacio para ti!…

-¡Mañoso!…

-Ja, ja, ja… ¡Cual mañoso sonsonaza!… ¡Simplemente quiero que descanses un rato para que luego hagas el almuerzo!- respondí ante aquella indirecta.

-¿Acaso soy tu esclava para hacerte la comida?…

-¡No, pero si tú no cocinas nadie lo hará!…

-¡Está bien! ¡Pero, ahora hazte a un lado y voltéate mirando hacia la pared y no se te ocurra abrazarme o algo parecido porque te conozco Richi!…

-¡En vez de estar hablando huevadas ven a la camita que aun esta calientita je, je, je!…

-¡Vez a lo que me refiero!… ¡Mañoso!- diciendo eso Raquel se echó en la cama a descansar un pequeño lapso de tiempo. Yo estaba consciente de que nada iba a pasar nuevamente entre nosotros. Sabia cuáles eran los sentimientos de Raquel para conmigo, pero no era retribuido, y aquella muchacha era demasiado buena y tierna como para cagarla y hacerla sufrir.

Al promediar las dos de la tarde, me desperté de un sueño muy agradable, ardiente, fogoso, mañoso, llegando al borde de tener una erección. Cuando de pronto noté que aquella compañera inusual de cama estaba abrazándome, recostada en mis brazos. Sólo quedé observándola por un buen rato, mientras Raquel aun dormía. Aquella escena me hacía recordar cuando éramos enamorados, compartiendo todo tipo de emociones, alegrías y pesares.

-Mmm… que rico dormí… ¡Gracias Richicito!…

-¡No me digas Richicito, porque me haces sentir que soy un chizito!… ¡Y tan poco no lo soy!… se defiende el individuo- dije entre risas.

-¡Loco! ¡Gracias por no despertarme Richi!… ¡Me sentí súper bien nuevamente recostada a tu lado!…

La miré con cierta nostalgia y bondad.

-¡Bueno Raquelita, salgamos de la camita!… que luego nos provocará hacer otras cosas más calientes y húmedas- dije en tono pícaro y lujurioso marcando siempre una media sonrisa en el rostro.

-¡Siempre tu mañoso! ¿Que no tienes otra cosa en que pensar?- respondió Raquel.

-¡No cuando veo un culazo salir de mi cama y no haber hecho ni mierda con ella!- dije con cierta inocencia fingida.

-¡Ya loco!… veamos que hacemos para comer- me miró tiernamente -¿Pero, que es lo que se te antoja de comer?…

-¡A ti!- respondí.

-¡Ya pues, en serio!…

-¡Algo rápido y sencillo!… no se… tal vez un puré de papas con pollito frito… tengo todos los ingredientes en la cocina, ya que estaba previsto cocinar eso para este día…

-¡Ok!… entonces manos a la obra- indicó Raquel.

Dicho eso, ambos salimos de la cama y nos propusimos a preparar el tardío almuerzo. La conexión entre nosotros era la de siempre. Aquella coordinación era ejemplar, Raquel ponía todo en su sitio, arreglaba todo el desorden que en aquella habitación reinaba. Aquellos que nos conocían decían que éramos el complemento perfecto, el uno para el otro. Pero yo no lo tomaba así, era simplemente Raquel, mi ex enamorada.

Al culminar el almuerzo, nos recostamos nuevamente en la cama, mirando al techo, contando a los pocos arácnidos que ahí tejían sus telarañas. Un silencio sepulcral invadía aquella habitación.

-¿Que harás por la noche Richi?- me preguntó.

-¡Saldré con una amiga!… iremos a tomar unos helados y luego a la disco… Tal vez… ¡¿Por?!- respondí.

-¡No!… por nada… solo quería saber… nada más…

Comencé a acariciarle los dorados cabellos que ella tenía, adormilándola con los cosquilleos dirigidos hacia ella.

-¡Richi!…

-¡Dime Raquelita!…

-¡Déjame dormir un poquito más!… ¿sí?...

-¡Por supuesto!… ¡yo también necesito un poco de sueño!…

-¡Sí!… me imagino que para la noche- resaltó Raquel en tono despectivo.

Nuevamente Raquel se acomodó en mis brazos y me abrazó tiernamente, como solía hacerlo siempre. Cerró los ojos y durmió.

Al promediar las seis de la tarde ambos nos despertamos de una larga siesta. Raquel me miró y sonrió de mala gana.

-¡Bueno niño!… ¡voy a mi casa!… ya mucho tiempo estuve contigo… y te puedes acostumbrar a verme y tenerme- dijo.

-¡Gracias Raquelita!… ¡Muchas gracias por tu compañía!…

-¡Para eso están los amigos!… ¿no es así?- murmuró Raquel -¡Te llamo mañana! ¿Sí?...

-¡Claro!… desde luego- respondí.

Raquel abrió la puerta de la habitación y antes de salir quedó mirándome, bajó la cabeza y me miró nuevamente -¿Por qué carajos te quiero tanto?- dicho esto cerró la puerta de la habitación y se fue dejándome desconcertado; pero yo tenía en mente otra cosa más importante, como para estar pensando en Raquel, aunque un sentimiento de culpa se adueñaba de mí.

Aquella cita tan deseada y esperada estaba llegando a su inicio, tomé la toalla, me dirigí al baño a refrescarse y botar toda la mugre y mal olor acumulado en mi cuerpo, busqué en aquel armario la mejor ropa casual para el momento, la colonia preferida para situaciones inesperadas. Comí algo ligero para no llenarme de gases y no joder el momento. Todo estaba saliendo tal como debía de ser. Era perfecto.

Eran las ocho de la noche, me dirigí a la cochera del departamento, me subí a la motocicleta y arranqué en busca de la joven damisela que aguardaba mi llegada.

Al llegar a la casa de Verónica, la encontré en la puerta de su domicilio. Llevaba puesto un mini short que hacía que sus piernas perfectas resalten ante lo imperceptible. Un polo pequeño, pegado y escotado resaltando un par de tetas hermosas llamando la atención hasta del más miope ser. El cabello suelto y casi húmedo dándole un brillo majestuoso en la oscuridad de la noche, haciéndole confundir con el resplandor de las estrellas. Me acerqué hacia ella. No tenía palabras para describir lo bella que se encontraba.

-¡Di algo tontito!- dijo Verónica.

-Estas… hermosísima…

-¡Entonces!… ¿nos vamos?- dijo.

-¡Desde luego!…

Nos subimos en la motocicleta e iniciamos la tan ansiada aventura. Aquella cita a escondidas de los tíos de Verónica, a escondidas de mi jefe, a escondidas convertidos en unos fugitivos del destino.

Tuvimos como primera parada una conocida heladería donde luego de hacer el pedido nos pusimos a conversar sobre anécdotas y experiencias vividas por ambos. La fluidez entre ambos era natural, sin mentiras ni exageraciones. Luego dejamos la motocicleta en una playa de estacionamiento y proseguimos a caminar agarrados de la mano por el centro de la ciudad sin temor a que alguien pueda verlos.

-¿Tienes hambre?- pregunté.

-¡Un poco!- respondió.

-¿Que se te antoja?…

-¡Lo que tú desees Ricar!…

-¿Que tal un pollito a la brasa?… Conozco un lugar por aquí cerca que es para chuparse los dedos…

Ambos sonreímos y seguimos nuestro camino. Luego de llegar a la pollería y hacer nuestro pedido respectivo y comer como locos, salimos a recorrer la noctambula ciudad ambos tomados aun de las manos como dos enamorados.

Llegando a la plaza de armas de aquella ciudad el sonido de mi celular no dejaba de sonar. Miré aquel aparato y cancelé la llamada. Luego de unos instantes el celular volvía a sonar de manera insistente.

-¿Por qué no contestas el celular?- preguntó Verónica -¡Puede que sea importante!…

-¡No es nadie!- respondí -¿Qué te parece si nos vamos a la disco?… ya son casi las once y media…

-¡Bueno!… ¡Vamos!- contestó Verónica.

Ambos fuimos a recoger la motocicleta de la playa de estacionamiento y nos dirigimos a una discoteca. Al cabo de unos minutos de recorrido llegamos a su destino e ingresamos sin complicaciones.

El sonido estruendoso y magnético de aquel lugar nos convertía en máquinas de movimientos cómplices, llegando incluso a rozar levemente por escasos segundos nuestros labios. Al cabo de unos largos minutos de baile ininterrumpido fuimos a buscar algún lugar donde descansar.

-¿Quieres algún trago para beber?- pregunté.

-¡Agua mineral sin gas!… ¡pero, híper helada!- respondió Verónica en un solo grito por la alta música que ahí reinaba.

-¡Ok!… yo traeré una cerveza para mí…

Fui rumbo a la barra para pedir las bebidas requeridas, cuando por detrás sentí una mano recorrer mi cuello y unos labios besar con una mordida una de mis orejas.

-¡Hola sobrado!… ¿Qué haciendo tan solito?- preguntó una chiquilla de cuerpo perfecto debido a las continuas clases de aeróbicos que asistía.

-¡Hola Débora!… ¿Cómo estás?- Débora Riva-Agüero era la clásica niña engreída de papá, de alto nivel económico, hija única, clásica pituca de mierda que abría la boca y tenía lo que deseaba. Aquella muchacha se entremordió los labios mirándome.

-¡Mejor ahora que estas acá!- respondió en tono pícaro.

-¡Qué bueno!…

-¡Ricky! ¡Te extraño como mierda, hace un siglo que no sé nada de ti!… ¡No es justo!… y para serte sincera… me muero de ganas de hacer el amor contigo nuevamente como la última vez… ¿lo recuerdas?...

Sonreí al recordar aquella osadía sexual.

-¡Cómo voy a olvidarlo!… ¡si lo hicimos en la cama de tus viejos y dejamos desordenada la cama!… me imagino la puteada que te dieron…

-Ja, ja, ja… mis padres ni se imaginan que tuve sexo en su cama… (…)… Ricky… hagamos una locura esta noche- dijo Débora.

-¡Chola, lo siento!… ¡Esta noche es imposible!… ¡Vengo acompañado!…

-¡Carajo, no me digas chola, que no lo soy!… ¿Y a ti cuando mierda te importó estar con alguien para hacer una locura conmigo?…

-¡Será para otra cholita!… ¡Tienes mi número!…

-¡Carajo Ricky, no me digas chola!… ¡Cholos son los que no tienen ni un puto sol!… y yo me cago en plata…

-¡Error salvajita!… Tu viejo es el que se caga en plata…

Di un guiño a Débora y volví dando media vuelta llevando el agua mineral sin gas a Verónica.

-¿Por qué demoraste tanto?… casi me tomo el agua de la pileta- dijo Verónica con cierta gracia.

-Sorry… es que una cholita fea se me cruzó por mi camino…

-¡Que feo que hables así!… ¡No me gusta!…

-¡Vamos a bailar!- dije tomándola de la mano. Una vez en la pista de baile el mundo solo era para nosotros. En cada canción la cargaba dándole vueltas sin importar si alguien estaba a nuestro alrededor o si alguien nos observaba o si hacíamos el ridículo. De pronto levanté la cabeza y en la parte superior de la discoteca observé que Débora me miraba fijamente y con cierta rabia por el desplante que le hiciera, a lo cual sólo atiné a reírme por aquella escena absurda.

El tiempo pasaba sin perdonar la diversión que compartía con Verónica, a lo que tuvo que ser interrumpido cuando miramos el reloj.

-¡Ya son las tres de la mañana!… Es hora de irnos- dije.

-¡Sí!… Ya vamos- respondió Verónica con ganas de aun quedarse.

Ambos salimos de la discoteca tomados de la mano, subieron a la motocicleta y nos dirigimos a casa de Verónica. Aquel trayecto era infinito para ambos. El frio aire de la brisa nocturna hacía que Verónica me abrace más fuerte, lo cual me encantaba.

Al llegar a casa de los tíos de Verónica bajamos de la moto y la acompañé a la puerta de aquella vivienda.

-¡Te juro que fue la mejor noche de mi vida!- dije.

-¡Y la mía también!- respondió Verónica.

Aquello que tanto habíamos ansiado estaba a punto de ocurrir, el ambiente era perfecto, la luz tenue de la calle, la luna brillante, las estrellas parpadeantes, la brisa helada y ambos temblando cual quinceañeros. Me acerqué a despedirla, ella cerró los ojos, ya nadie impediría aquel esperado beso. Nuestros labios se juntaron por primera vez convirtiéndose en una erupción de pasión y ternura. Las caricias eran cómplices de ambos labios húmedos que no dejaban de separarse. Pero ambos teníamos en cuenta que también tenían que respirar e irnos a descansar. Lo ansiado por ambos se había concretado. Solo eso importaba.

-¡Ve a descansar!… ¡Más tarde te llamo!… ¿Sí?...

-¡Ok!- respondió Verónica.

Nos dimos un último beso de aquella noche y volví a mi motocicleta.

-¡Ricardo!…

-¡Dime!…

-¡Te quiero mucho!…

-¡Y yo a ti Verito!… ¡Y yo a ti!...

DIA 07 – Domingo

Subí a mi motocicleta luego de dejar a Verónica en su casa. La sonrisa en mi rostro no dejaba de marcarse. Aquel beso entre nosotros era distinto a los demás. No sabía si era verdadero amor, o las ansias de haberlo concretarlo, o tal vez simple arrechura del momento.

Eran casi las cuatro de la madrugada cuando llegué a mi departamento. Estacioné la motocicleta en la cochera de al costado del vehículo de la señora Juana, que vivía a pocos metros de mi departamento. Al llegar a la puerta del departamento noté que alguien me esperaba.

-¿Qué haces acá Débora?… ¿Te sacaron de la discoteca por cholita?...

-¡Deja de joderme así Ricky!… ¡Sabes que detesto que me digas chola!… o sea, no lo soy, ¿manyas?...

-¿Qué es lo que quieres?… ¡Dímelo rápido que me cago de sueño!…

-¡Quería tomar unas cervecitas contigo!… y no hay mejor lugar que tu depa…

Débora sacó entre la oscuridad un sixpack de cervezas heladas en botella de 330 ml -¡Decide antes que se caliente!- dijo Débora.

-¡No me tientes diabla!…

-¡Ya, abre la puerta y pasemos!- dijo Débora. A lo que accedí sin pensarlo dos veces. Ingresamos al departamento y pusimos a helar las cervezas. Sacamos un par aun frías y comenzamos a beberlas.

-¿Que hacías con esa chica en la disco?- preguntó Débora.

-¡Que te importa!- respondí.

-¡Alucina que sentí celos!… ¿manyas?…

-¡Cholita, no tienes que sentir celos de nadie!… ¡simple y sencillamente porque no tengo nada contigo!… ¡así que no confundas!…

-¡En qué idioma te diré que no me gusta que me llames “cholita”!… ¡odio esa palabra!…

Seguimos tomando más cervezas hasta acabar la ración que Débora había llevado, proseguimos a sacar las latas escondidas que tenía guardadas para ocasiones especiales. La conversación entre ambos se ponía cada vez más caliente, dando insinuaciones sensuales y sexuales. El morbo reinaba en aquellas cuatro paredes con las luces apagadas. Solo nos iluminaba la luz que ingresaba por el tragaluz de la puerta. El estado de ambos estaba sumergido en un exceso de lúpulo y cebada, llegando a perder el dominio de la coherencia y sensatez.

-¡Mierda!… ¡Estoy ebria!… ja, ja, ja- dijo Débora.

-¡Carajo, chola de mierda no vayas a abusar de mí! ¡Mira que estoy un poco picadito!…

Ambos comenzamos a reírnos sin parar. Nuestros cuerpos calientes y eufóricos por efectos del licor hervían con cada mirada cómplice. Los juegos y toqueteos eran imparables, las sensaciones sexuales estaban en su punto más alto. Comenzamos a besarnos desenfrenadamente como caníbales hambrientos. Los manoseos gobernaban aquellas escenas, desvistiéndonos a cada toque que ambos propinábamos. Aquella cama fue nuevamente partícipe de los instintos carnívoros en celo. No dejamos ni un solo espacio a la imaginación.

Al promediar las diez de la mañana, ambos nos despertamos de una ligera recarga de energías y fuimos a la ducha a refrescarnos de tan ardua faena. Salimos del baño y Débora se vistió de nuevo mientras yo me proponía a ponerme nuevamente mi ropa de dormir.

-¡Eres un ocioso Ricky!… ¡ya son casi las once de la mañana y tu aun regresas a la cama!…

-¡Que!… ¡No me digas que no te provoca!- dije.

-¡Sabes que si mi amor!… pero, ya tengo que regresar a mi casa… llamaré a una amiga, por si mis padres preguntan dónde dormí, diga que pasé la noche con ella… ¿manyas?- respondió sínicamente.

-¡Lo decía porque esta será la última vez que estaremos juntos!- dije.

-¡No lo creo Ricky!… si lo dices por tu nueva conquista, no lo creo… tu cambias de mujer como cambiarte de calzoncillos… y al final terminamos siempre involucrándonos en la cama… está en nuestra naturaleza- respondió muy segura aquella muchacha.

-¡Esta vez es distinto Debo!…

-¡Si tú lo dices!…

Débora termino de vestirse y se acercó dónde estaba y me dio un beso en los labios.

-¡Bye Ricky!… ya sabes… cuando me necesites solo llámame y aquí estaré…

-¡Ok cholita!…

-¡Eres una mierda!… ¡Sabes que no me gusta que me llames así, carajo!- y entre risas salió de mi departamento.

Me recosté nuevamente en mi cama con las sabanas desordenadas por aquella guerra sexual de madrugada y volví a dormir. Aquel descanso se vio interrumpido por el sonido del llamado de su celular. Era Verónica quien lo llamaba -¿Aló?- respondí -¡Hola amor buen día!… (…)… ¿Cómo?... ¿Son las cuatro de la tarde?... Con razón me muero de hambre… (…)… ¡Ok!… ¿Dónde estás?… (…)… ¡Sí, conozco el lugar!… ¡Voy para allá mi amor!… (…)… Yo también te quiero mucho…

Al terminar la conversación, sentí culpa por haber traicionado a Verónica el mismo día de aquel primer tan esperado beso.

Me levanté de la cama y me vestí para ir al encuentro de Verónica que se encontraba en un conocido centro comercial. Mientras iba en camino a aquel lugar iba pensando en lo ocurrido aquella madrugada desde el primer beso hasta lo de Débora -¡Esta fue la última vez!… ¡lo juro, lo juro!- me repetía una y otra vez mientras llegaba a mi destino.

Al bajar de su motocicleta fui en busca de Verónica. Al no ubicarla entre tanta multitud, saqué mi celular y la llamé -¡Amor! ¿En qué parte te encuentras? ¡Acabo de llegar y estoy que te busco, pero no te ubico!- dije, hasta que sentí que alguien me abrazaba por detrás. Era Verónica acompañada de su tía, la esposa del señor Segundo, mi jefe.

-¡Amorcito!- dijo Verónica seguido de un húmedo beso en los labios -¡Te estuvimos mirando desde que llegaste!- dijo.

-¿En serio?... que mala eres haciéndome hablar hecho un loco por el celular- respondí en tono incomodo por la presencia de su tía.

-¡No te preocupes Ricardo!- indicó la tía de Verónica -¡Ya Vero me contó lo que pasó y que ahora son enamorados!… pero, de todas maneras me hubiesen avisado que saldrían por la noche… Vero sabe que tiene que tener confianza conmigo… pero, las cosas ya se dieron… así que aprovechen que aun la tarde no termina y vayan a divertirse un rato, que luego regresaremos a la casa…

-¡Gracias señora María!…

-¡De nada hijo!… simplemente no hagas sufrir a mi sobrina…

-¡Despreocúpese!… ¡no lo haré!- respondí.

Fuimos a recorrer aquel centro comercial tomados de la mano y por ratos abrazados.

-¡Ricar!… y se puede saber ¿por qué te despertaste tan tarde?- me preguntó.

-Es que… anoche al llegar a mi casa- quedé callado por un momento -¡Me puse a ver unas películas de acción y ciencia ficción para poder conciliar el sueño y se me pasó el tiempo!- teniendo en la conciencia que aquellas escenas de película eran solo acción-sexuales. La culpa nuevamente me invadía.

Al llegar la hora indicada por la señora María, nos dirigimos a su encuentro y luego nos despedimos con un beso.

-¿Mañana paso a recogerte?- pregunté.

-¡No amor!… me olvidé decirte que mañana voy de viaje con mi tía al pueblo donde nací… mi mamá esta delicada de salud- respondió Verónica -¡Estaré de regreso en 2 días!… más o menos… o tal vez regrese en el momento menos esperado y te dé una sorpresa… ¡así que cuidadito que me engañes ja, ja, ja!- culminó riéndose.

-¡Descuida amor!… ¡estaré intacto para cuando vuelvas!- respondí.

-¡Ahora si amor!… nos vamos…

-¡Chau Ricardo!…

-¡Hasta luego señora!…

Nos abrazamos y nos despedimos nuevamente con un beso.

-¡Amor!… te llamo más tarde ¿sí?- dijo Verónica.

-¡No hay problema amore mío!…

-¡Te quiero!…

-¡Y yo a ti mi Vero!… ¡y yo a ti!…

Aproveché que me encontraba en el centro comercial e ingresé a una de las tiendas a comprar un par de sixpack de cervezas para una nueva reserva especial. Esa noche iba a descansar más temprano de lo ya acostumbrado. Tenía tantas cosas que contar a mi confidente y cómplice de travesuras en la chamba.

Una nueva jornada laboral comenzaría al día siguiente.

DIA 08 – Lunes

-¡Buenos días a todos!- saludé a mis compañeros de oficina.

-¡Ricardito se te ve la cara de felicidad!… ¡como abras pasado tu fin de semana!… de seguro culeando a un montón de chibolas ja, ja, ja- dijo Leónidas.

-¡Nada Leo, solo culeando a una cojuda de por ahí!- respondí.

-¡Cuéntamelo mi hermanito, cuéntamelo!- dijo Leónidas mientras sus orbitas visuales se desorbitaban por la angustia y el morbo.

-¡Luego Leo!… luego- respondí -¡Mira que la cara de culo regresó a chambear y puede venir a jodernos!…

-¿Cómo?… ¿ya regresó?- preguntó Leónidas.

-¡Si loco!… llegó junto conmigo…

-¡Conchesumadre!… y yo que quería salir un rato a hacer una huevada por ahí…

-¡Cagado Leo!…

Como todas las mañanas, abrí la bandeja de entrada de mi correo electrónico a ver si desde la más alta jefatura había recibido algún email. Era también el día en que el director de aquella institución haría la tan esperada exposición que había elaborado.

-¡Leo!… regreso en un toque… voy a la oficina del director a entregarle la exposición que hará por la tarde- dije.

-¡No te preocupes Ricardín!- respondió Leónidas.

-¡Leo!… y donde esta Josefa que no la vi desde que llegamos…

-¡No se hermanito!… ¡tú sabes que ese culazo es autónomo y no avisa a donde va!…

-Ja, ja, ja… Es cierto… Con ella no hay vainas… bueno... Cuando regrese dile que estoy con el señor Segundo mostrándole la exposición…

-¡No te preocupes Ricardín!…

Coloqué el usb en la computadora y grabé la información que necesitaba. Seguidamente me dirigí a la oficina del director.

-¡Buenos días Carlita!…

-¡Hola Ricardito!… ¿Que se te ofrece?- respondió aquella secretaria.

-¡Necesito hablar con el señor Segundo!… es sobre la exposición que tiene que realizar el día de hoy, y para eso tiene que revisarlo y ver que cortamos o aumentamos…

-¡Un momento por favor!… déjame llamarlo…

Aquella señora tomó el teléfono interno e hizo la llamada respectiva y con el gesto noble que le caracterizaba indicó que pudiera ingresar.

-¡Buenos días señor Segundo!…

-¡Buenos días Ricardo!… ¿terminamos la exposición?- preguntó aquel personaje.

-¡Sí!… ¡terminé con su exposición!- respondí.

-¡A ver!… grábamelo en la laptop… yo francamente no entiendo muy bien estas cojudeces de tecnologías- dijo.

-Crearé un acceso directo para que le sea más fácil ubicarlo…

-Como no Ricardo… Gracias…

-No hay de que señor Segundo…

Una vez terminado de grabar dicho archivo electrónico retiré el usb que tenía conmigo -¡Listo señor!… ¡si hay algún cambio en las diapositivas solo avíseme y con gusto lo arreglaré!… ¡Con permiso!…

-¡No te retires muchacho!… necesito hablar contigo…

-(¡Putamadre! ¡Carajo!)- pensé -(¡Y ahora que chucha quiere este huevón!)…

Aquel jefe superior me observó sonriente e invitó a sentarme mientras un breve silencio invadía aquella oficina fría por el aire acondicionado.

-¡Ricardo!… ¡Muchacho!… iré al grano… Hablé con mi esposa… ya estoy enterado de que estas con mi sobrina… y creo que en guerra avisada… ya sabrás el resto… Te lo había dicho, porque te conozco y sé cómo eres… se dé que pie cojeas… Tu punto débil son las mujeres… Eres el clásico mujerieguito… El cacherito, por decirlo vulgarmente… No digo que esté mal… y que no lo hagas… Somos hombres y está en nuestro instinto y naturaleza ser infieles… pero, lamentablemente ahora eres el enamorado de mi sobrina- sonrió sarcásticamente -¡Que suerte tienes!… tener a una hembrita bien rica que nunca tuvo experiencia en el amor… ¡sabes a lo que me refiero!- nuevamente el silencio invadió aquel lugar -¡Se cuáles son tus debilidades!… es por eso que te acabo de asignar una practicante para ti…

-¿Perdón?… ¿pero, se refiere a una practicante para el área de capacitación?- pregunté.

-¡No muchacho!… ¡una practicante para ti!…

-¡No lo necesito!… ¡hago muy bien mi trabajo solo!… ¡y si requiero algo yo mismo lo busco!…

-¡Así es muchacho!… pero, ya sabes… donde manda capitán… Además… es recomendada personal del Presidente de la Región… y no encontré un área mejor para trabajar que no sea la tuya…

Ambos quedamos mirándonos con una sonrisa fingida como quien decir “me llegas a la punta del rábano”.

-¡Espero que la nueva practicante sea de tu agrado!… en cuestiones prácticas pre profesionales… desde luego… ¿no es así Ricardo?- sostuvo aquel jefe superior.

-¡No se preocupe señor Segundo!… Sé cómo hacer mi trabajo…

Y con una media sonrisa en el rostro salí de aquella oficina.

-¡Carlita, déjame decirte con todo el respeto que te mereces!… ¡que tu jefe es un soberano y magnifico hijo de puta!- aquella noble mujer abrió los ojos descomunalmente por aquella frase vertida -¡Discúlpame Carlita, pero lo tenía atravesado en la garganta y necesitaba sacarla rápido!… nuevamente mil disculpas…

-¡Ricardo!… No puedes decir eso del señor Segundo… ¡Te falto agregar que es una reverenda mierda, esclavizador, abusivo y mañoso!- agregó furiosamente aquella noble mujer.

-¡Carlita, me sorprendes con ese vocabulario!… benditas sean las palabras tuyas… y acertadas todas… pero, conmigo nunca se puso mañoso…

-¡Loco!… no hables tonterías…

Sonreímos un segundo y volví a mi escritorio encontrando a Josefa con la nueva practicante asignada para mí.

-¡Ricardo, te presento a Cristina Gómez!… la nueva practicante asignada a tu área…

Observé a aquella señorita de ojos tipo oriental color miel, de estatura alta, piernas largas y curvadas, cintura pequeña, cabello castaño y crespo, piel canela, tostadita -¡Es un placer conocerla señorita!… ¡y bienvenida a esta área!…

Aquella joven me miró de los pies a la cabeza -¡El placer es todo mío!… ¡créamelo!…

-¡Ok!… ambos ya están presentados… ahora, me retiro… ¡Ricardito, la señorita es toda tuya!… en el buen sentido de la palabra- dijo Josefa en tono pícaro.

-¡Dígame lo que tengo que hacer y lo haré sin murmuraciones!- dijo aquella muchacha en tono directo, coqueto y atrevido.

-¡Por ahora no tenemos nada que hacer!…

-¡Entonces puedo ir al cafetín a comprarme una tortita!… me muero de hambre… no desayune- dijo.

-¡Desde luego!… ve nomas…

-¡Gracias!- respondió entre mordiéndose los labios.

Quedé observándola mientras se perdía en la distancia de su recorrido hacia el cafetín de Marcos.

-¡Ricardín, cuál es tu secreto para que ese tipo de culitos te lleguen y gratis!- preguntó Leónidas -¡Yo tengo que darles una propina para que salgan conmigo y más aún cuando quiero darles una culeadita!… ¡sangronas y putas de mierda las que me tocan!…

-¡Simple loquillo!… ¡metete con la sobrina de tu jefe superior y te cagará la vida poniéndote los más ricos manjares en frente tuyo!… ¡si los comes en frente suyo estas cagado!… ¡así que agarra un dulcecito a escondidas y comételo saboreándolo y cagándote de risa!… ¡ya que el muy huevas creerá que te ganó la partida!…

-Ja, ja, ja… ¡que pendejo!… ¡tú si estas en edad de hacer eso muchacho!- refirió Leónidas con cierta nostalgia.

-¡Ricardo!… y a todo esto… ¿dónde está tu flaquita?- preguntó Josefa -¡Porque me imagino que ya es tu flaquita!… ¿o no?... mira que no quiero meterte el dedo en tu culito ja, ja, ja…

-¡Respuesta uno, está de viaje con su tía!… regresó a su pueblo para ver a su mami… es que le contaron que ella se encontraba mal de salud… (…)… ¡Respuesta dos, Sí!… ya es mi flaquita desde el domingo por la madrugada… y en conclusión… ¡ya no me meterás el dedo al culo virgen que llevo!- culminé sonriendo.

-¡Qué bueno!… ¡ojala que ahora si no la cagues y dejes tus perradas por un lado!- dijo Josefa.

-¡Descaradamente no lo haré je, je!…

-¡No juegues con Verónica!… ¡mira que ella si me cae bien!… ¡no como las putitas a las que te comes siempre!…

-¡No las llames así negrita! ¡no son putitas!… ¡nunca me han cobrado nada!… el calificativo que si va con ellas es ser abusivas, porque siempre abusan sexualmente de mi… y así no es negra... uno también tiene sentimientos- dije en cierta broma.

-¡Ricardo, al que juega con fuego!… se le tuesta el pájaro… ¡recuérdalo!- culminó Josefa volviendo a su escritorio.

-¡No le hagas caso Ricardín!… ¡a esa morena le hace falta huevo duro!- dijo Leónidas con su tono libidinoso -¡La vida está en culear!… ¡una culeadita por aquí, una por allá!… ¡yo era como tú cuando era chibolo!… culeaba a todas mis vecinitas, incluyendo a una primita que iba a mi casa de vez en cuando… era una terrible aquella prima… y mírame ahora como estoy, fuerte y vigoroso…

-¡Mierda!… si ese es mi futuro… entonces me vuelvo cabro- dije entre risas.

Al lapso de un pequeño tiempo de burlas y jodas entre nosotros, apareció la nueva practicante, Cristina.

-¿En que lo puedo ayudar señor?- preguntó aquella muchacha.

-Mmm… mira Cristinita… francamente estamos libres por esta mañana… pero, si gustas, puedes ordenar algunos documentos que tengo con la señorita Josefa- respondí -Y luego por la tarde iremos al auditorio de esta institución para poner todo en orden para la exposición del director, con lo que respecta al proyector multimedia, equipo de cómputo, equipos inalámbricos y demás tonterías tecnológicas...

-¡No hay problema señor! ¡Cuente conmigo, para todo!- respondió -¡Con permiso, voy donde la señorita Josefa!...

Al cabo de un tiempo Josefa se acercó -¡Oye, me parece o esta cojuda se te está entregando todita en bandeja de plata!… mmm… sospechoso…

-¡Sí!… ¡ya lo noté!…

-¡Acaba de llegar a mi bandeja de entrada un correo del señor Segundo, conteniendo un archivo en power point para su exposición!… ¡te la reenvío Ricardo!…

-¡Ok negrita!… ¡Gracias!…

Revisé el archivo enviado por el señor Segundo. Introduje el usb en la computadora y grabé la información necesaria para la actividad de la tarde. Solo había que hacer algunos arreglos y todo estaría listo.

Luego de un almuerzo silencioso como nunca antes entre Josefa y Leónidas, me dirigí al auditorio de aquella institución, encontrando en ella a la joven practicante.

-¡Hola Cristina!… no pensé que estarías acá tan temprano…

-¡Cuando tengo algo en objetivo no descanso hasta culminarlo u obtenerlo!- respondió puntualmente.

-¡Eso es bueno!… luego me dirás que otros objetivos tienes… a ver si te puedo dar una manito- dije.

Ambos nos miramos y sonreímos en complicidad a lo expresado por ambos.

Llegada la hora de la exposición, autoridades, empresarios, invitados especiales y periodistas hacían su entrada en aquel auditorio implementado con los mejores equipos multimedia. Todo estaba en orden.

Al culminar la exposición del director general, todos los trabajadores implicados en el éxito resultante nos dirigimos a un bar cercano a tomar unas cervecitas y culminar la tarde, integrándose al grupo la joven practicante asignada a mi área.

Las miradas fijas y seductoras de aquella fémina hacia mí, eran notorias ante los presentes. Lo que me ponía en duda, si era algún tipo de trampa puesta por Segundo o simplemente una arrechura de aquella muchacha. La duda estaba puesta, solo había que descubrirla.

DIA 09 – Martes

-¿Ricardo, que sabes de Vero?- preguntó Josefa.

-No sé nada de ella cuero… me tiene jodido el no poder comunicarme con ella… el puto lugar a donde fue es tan alejado que la mierda de señal de celular no ingresa…

-¿Y cuando regresa?...

-Tampoco lo sé…

-Cuidado jugador… que al mejor cazador se le escapa la paloma… y sé mejor que nadie que te quieres comer a esa palomita… ¿o no?- dijo Josefa. A lo que solo respondí con una sonrisa.

-¡Buenos días señor Ricardo!- saludó efusivamente Cristina.

-¡Buenos días Cristinita!… ¿Cómo estás?...

-¡Muy bien!- respondió.

-¡Se nota a millones de leguas que estas muy bien Cristinita!… ¡lo digo por tu estado de ánimo!- dije.

Ambos sonreímos en complicidad. De pronto sonó el teléfono interno, a lo que Josefa contestó inmediatamente.

-¡Capacitación y Proyectos, buenos días!… (…)… Como está usted señor Segundo… (…)… Como no… yo le paso la voz- Josefa colgó el teléfono -¡Ricardo, el viejo verde quiere verte en su oficina!…

-¡Ok!… ahí voy…

Me dirigí a la oficina del director general. No era necesario que Carlita anuncie mi llegada, aquel jefe superior me estaba esperando fuera de su oficina.

-¡Ricardo!… justo estaba esperándote… necesito que te encargues de algo… pasemos a mi oficina muchacho…

La máxima autoridad de aquella institución sacó del bar particular que tenía dentro de su oficina una botella de whisky y dos vasos con hielo. Sirvió en ambas copas un poco de aquel licor.

-¡Sírvete muchacho!… sé que te encanta el whisky… este es uno exclusivo… es un Johnnie Walker edición especial para celebrar el 200° aniversario del nacimiento de aquel puto escocés que creó la marca de whisky más vendida del mundo… De esta edición solo hicieron 200 botellas… Una de esas se vendió en una subasta reciente en Shangai por 14,000 libras… así que imagínate lo que estas bebiendo ahora… ¡Un privilegio!…

-¡Gracias por el detalle señor Segundo!…

-¡Vamos al grano Ricardo!… ¡no me gusta entrar en rodeos, ni huevadas, ni cojudeces!… ¡Necesito que te encargues de la recepción del Ingeniero Miguel Ángel Rocca!… ¡tú sabes que él es el Congresista más importante y renombrado del país!… ¡además de ser un empresario de renombre mundial!… y acá en la Región hará una muy fuerte inversión económica- quedé observándolo -¡Averigua cuáles son sus gustos!… ¡que comida es su preferida!… ¡si es que le gustan las hembritas!… ¡no lo sé!… ¡quiero que se sienta de la putamadre de satisfacción!… ¡quiero dar una buena impresión!… y de paso te ganas los honores…

-¿Y cuando está haciendo su llegada?- pregunté.

-¡Estará acá dentro de 3 días!- respondió -¡Tiempo suficiente para averiguar hasta cuál es su color favorito!… ¡No sé cómo lo harás!… ¡pero, hazlo!… ¡aunque sea metete a la cama a tus hembras para sacarles información!… ¡enamora a tu practicante para que también averigüe por su parte!… ¡pero, quiero lo mejor de lo mejor para dentro de tres días!…

Hice un gesto aceptando tal reto -¡No se preocupe señor Segundo!… todo saldrá de la reputamadre… disculpando la palabra…

-¡No te preocupes muchacho!… ¡sé que así será!…

Al salir de aquella oficina me dirigí a mi escritorio donde me esperaba Cristina. Me senté en silencio en frente de mi computador. El silencio inundaba aquel instante, ambos estábamos solos. Por cuestiones de trabajo, Josefa, Leónidas y Rodrigo habían salido de comisión.

-¿Sucede algo señor?- preguntó Cristina.

-¡Así es Cris!… ¡tenemos una ardua tarea, la cual debemos de comenzar ahora mismo!… ¡el detalle es que debemos conseguir los medios necesarios para poder lograrlo!- respondí.

-¡Dígame de que se trata y así lo resolveremos juntos!…

Sonreí con una media sonrisa pendeja la cual me salía a la perfección -¡Bien!… esto es lo que sucede- comenté los mínimos detalles que había sucedido en la oficina del director general de aquella institución y cuáles eran los retos a cumplir. Luego de una explicación detallada Cristina mencionó -¡No parece tan difícil!… ¡déjeme hacer unas llamadas y vemos como nos repartimos las tareas!…

Me agradó la forma de desenvolverse de aquella señorita y sobre todo de encontrar herramientas para resolver los problemas.

-¿Puede darme su número telefónico para comunicarle cualquier novedad?- me preguntó.

-¡Desde luego!… ¡déjame apuntártelo en un papel!- entregué el número de mi teléfono celular en un papel a aquella muchacha -¡Llámame a cualquier hora!… ya sea de día, de noche o de madrugada… Atiendo las 24 horas del día y también hago delivery- dije sonriendo ante aquella broma.

-¿En serio?... ¿y cuánto cobra?- respondió Cristina entre pícaras sonrisas.

Aquel equipo de trabajo entre nosotros comenzaba a integrarse cada vez más. La pregunta era, ¿hasta dónde llegaríamos?

DIA 10 – Miércoles

Aquel día, fui muy temprano a la oficina, notando la ausencia de aquel viejo personaje custodiando la puerta principal de aquella institución. Nunca dejaba su puesto de trabajo, así este enfermo, con fiebre y con los mocos expuestos. Su trabajo era su familia.

Como en la gran mayoría de oportunidades, Josefa siempre era la primera en llegar para poner en orden los asuntos pendientes del área.

-¡Josefita!… ¡sabes dónde está el viejo de la puerta!- pregunté.

-¡No lo sé cholito!… ¡pero, hay rumores de que el salvaje “dictador” general le llamo la atención y lo empujó de tal forma que el portero se puso muy mal y se lo llevaron al hospital!…

-¿Cuándo mierda sucedió eso?…

-¡Anoche cuando el “dictador” se retiraba a su casa!… ¡ya era muy tarde!… ¡el muy hijo de puta salía con su amante de tirar en su oficina!… ¡El muy tacaño no quiere gastar ni para revolcarse en un departamento caleta con esa tía del banco de inversiones!…

-¡Al menos él tiene buen gusto!… ¡esa tía está como para comérsela con caca y todo!… ¡ella es la que tiene mal gusto por meterse con él!…

-¡Esa es una puta de mierda!… ¡casada y con hijos!… ¡por eso no quiere ir al hotel!… ¡porque sabe que ahí la descubrirían!- susurraba Josefa -¡El detalle es que el “dictador” de mierda gritó muy feo al pobre viejito de la puerta!… y según las exageraciones dio un empujón y este resbaló no pudiendo volver pararse…

-¿Y a qué hospital lo llevaron?- pregunté.

-¡A ninguno!… ¡se lo llevaron al puesto de salud de la vuelta!- respondió Josefa.

-¡Negrita ya vuelvo!… tengo que ver a mi amigo- dije levantándome de mi sitio.

-¡No te preocupes Ricardito, yo te cubro para cualquier cosa!…

-¡Eres un amor negra de mi corazón!… ¡y si yo no sería tan pendejo, te enamoraría, nos casaríamos y seriamos felices!… con un colorín colorado…

-¡Eres un baboso, carajo!… y ya vete antes de que me arrepienta en cubrirte con la cara de culo…

Salí raudamente de aquella institución con rumbo a la posta de salud cerca al lugar de trabajo. Cruzaba las pistas sin mirar si algún vehículo transitaba por ahí, recibiendo las puteadas correspondientes de los conductores. Pero eso no me importaba, aquel viejo amigo se encontraba delicado de salud y tenía que verlo.

Al llegar al puesto de salud, me encontré con un ambiente tétrico, lucubre con instrumentos quirúrgicos viejos y oxidados, camillas sin ruedas, camas sin sabana que las cubran, los baños hediendo a mil mierdas juntas. Después de revisar cuarto por cuarto, encontré a aquel hombre longevo postrado en una de aquellas camas viejas y despintadas, colgando sobre unos fierro una botella de suero a punto de acabarse. Aquel anciano volteó y sonrió. Las palabras eran silencio, los gritos imperceptibles al oído. No podía gesticular un solo sonido, ni siquiera una queja de dolor. Me acerqué y acaricié la cabeza con cabellos canos de aquel noble amigo.

-¡Te recuperaras mi buen amigo!… ¡veras que estarás mejor y saldremos a culearnos a un par de chibolas como a ti te gustan!… ¡culonitas y tetonas!…

Aquel añejo ser sonrió y de sus ojos brotaron lágrimas.

-¿Disculpe es usted pariente del señor?- preguntó el galeno de turno.

-¡No doctor!… ¡es mi compañero de trabajo!… ¡el señor no tiene familiares que conozcamos!...

-¡La situación del paciente es crítica!… ¡necesitamos evacuarlo al hospital general para su recuperación!…

-¿Y qué espera que no lo hace?- pregunté.

-Ya que el paciente no tiene familiares… necesitamos la firma del jefe inmediato de su trabajo para su traslado y costear los medicamentos requeridos- respondió el galeno.

-¡Pues hágalo ahora!… ¡no espere más tiempo que mi amigo se encuentra muy mal!…

-¡Tranquilícese joven, que acá hacemos todo lo humanamente posible para salvar vidas!… ¡mire en las condiciones en que nos encontramos!…

Quedé callado ante la verdad de aquellas escenas. Miré nuevamente a mi anciano amigo -¡Volveré viejo!… ¡volveré!…

Aquel retorno a la oficina fue mucho más rápido que la ida al puesto de salud.

-¿Y qué pasó?- preguntó Josefa.

-¡El viejo está muy mal!… ¡da pena verlo!- respondí.

-¡Con razón hay dos enfermeros esperando al señor Segundo con unos papeles para hacer el traslado del pobre viejito!…

-¡Ese conchesumadre los va a hacer esperar!…

-¡Es que está atendiendo nuevamente a la tipa esa del banco de inversiones… de seguro que le está dando otra culeadita de yapa!- dijo Josefa.

Aquel ambiente se llenó de un silencio sepulcral, ni una puta mosca hacia el más cojudo ruido. Ni Leónidas, Rodrigo y Cristina hicieron comentario alguno. Luego de un rato de tanta espera de los enfermeros, se dignó en atenderlos y despacharlos casi al instante.

-¡Pobre viejo!… ¡iré a verlo a la hora de salida!- dije.

-¡Te acompañaremos Ricardín!- dijo Leónidas.

-¡Claro!… ¡una visita de todos reanimará al viejo!- dijo Rodrigo.

Estaba lleno de tensiones y emociones encontradas que me hacían irritable. Cristina se acercó a mí y me acarició la cabeza -¡Verá señor que todo irá bien!…

-¡Gracias por tus palabras Cris!…

Al llegar la hora de salida todos fuimos a la posta médica a ver como se encontraba el viejo portero, amigo de todos, fiel escudero de aquella institución. Los guié hasta la habitación donde se encontraba, notando la ausencia del veterano personaje.

-¡Carajo!… ¿dónde está el viejo?- pregunté.

-¡De seguro vio el culito de alguna enfermera sin calzón y se fue detrás de ella!… ja, ja, ja- dijo Leónidas tratando de aliviar la tensión.

-¡Disculpe señorita!- preguntó Cristina a una de las enfermeras -¿Dónde se encuentra el señor que estaba en esta cama?...

-¡No lo sé señorita!… ¡yo ingrese en el segundo turno y el médico encargado no se encuentra en estos momentos!- respondió aquella asistente de salud.

-¡Es mejor que regresemos mañana a averiguar a donde se lo llevaron!… ¡puede ser que ya lo hayan derivado al hospital general!- comentó Josefa.

-¡Sí negra, tienes razón!… ¡más bien, gracias por venir a ver al viejo!…

La mirada de aquellos compañeros eran más que suficientes para saber que no había que dar las gracias por ello.

Luego cada uno se retiró a sus domicilios, quedándome solo con Cristina.

-¿Quieres que te de un aventón a tu casa?- dije.

-¡Primero me gustaría ir a su casa y hacerle unos masajes contra la tensión que usted lleva consigo!- respondió Cristina -¡Por si no lo sabe, mi mamá es masoterapeuta y experta en reflexoterapia!… ¡así que de tal palo, tal astilla!...

-¡No me parece buena idea!- dije.

-¡Insisto!… ¡y si usted me lleva a mi casa no me bajare de su motocicleta!…

Lo pensé detenidamente.

-¡Está bien Cristina!… ¡pero solo un instante!… ¡no quiero que malinterpreten las cosas cuando estés ingresando conmigo a mi departamento!…

-¡Señor!… ¡sé que usted tiene enamorada!… ¡y no haría nada que usted no quiera!- respondió sin tabúes.

Al llegar al departamento, ambos ingresamos a aquel desorden de soltero, juntando las ropas tiradas por doquier y acomodándolo donde mejor pueda.

-¡Disculpa el desorden!… ¡a veces no tengo tiempo de ordenar las cosas!…

-¡No se preocupe, que también tengo hermanos varones y se cómo son de desordenados!… ¡así que no me asusta lo que veo!- sonrió mirándome a los ojos y entre mordiéndose los labios -¡Quítese la camisa y voltéese boca abajo!- ordenó aquella joven practicante. A lo que acaté instantáneamente. Cerré los ojos y sentí que aquel cuerpo moldeado en medidas perfectas se subía a la cama y se situaba encima de mi cuerpo desnudo. Luego me dejé llevar por los masajes y caricias técnicas vertidas por aquella novel terapeuta. Aquellas frotaciones eran más que reconfortantes. Llegando incluso a provocar una excitación en mí.

-¡Basta!… ¡fue suficiente por hoy!- dije.

-¡Aún no termina la terapia!- dijo Cristina en tono coqueto.

-¡Dejémoslo para otro día!… ¿te parece?...

-¡Como usted diga!- respondió Cristina.

-¡Vamos que te llevaré a tu casa!…

-¡No es necesario!- respondió de un sobresalto -¡Más bien usted descanse y mañana nos vemos en la oficina!…

-¡Bueno!… ¡entonces hasta mañana!… ¡y gracia por los masajes!… ¡siento que me han relajado mucho!- dije.

-¡Pero, recuerde que aun la terapia esta inconclusa!… ¡y tenemos que terminarla!…

-¡Ok!…

-¡Hasta mañana señor!…

-¡Hasta mañana Cristina!…

Aquella exaltación en Cristina me dio mucho que pensar. Que escondía aquella muchacha. Cuál es el secreto que guardaba.