7 mar 2011

DIA 01 – Lunes

-¡Ricardito Dasilva! ¡Qué buenas vacaciones tuviste! ¿Adónde fuiste hermanito, que ni hasta luego nos dijiste?…

-¡Hola cholito, como estas!… Lo que sucede es que tuve que hacer un viaje de último momento por órdenes superiores, y ya sabes que cuando manda capitán se ahogan los marineros ja, ja, ja…

Luego de un breve saludo con el portero de la institución, proseguí mi camino hacia mi área de trabajo saludando a todos los que cruzaba, luego me senté en una silla de madera, tosca y mal diseñada con una de las patas más chica que las otras y me ubiqué frente a la computadora del trabajo que me habían asignado, observando que no tenía que hacer ni mierda en aquellos momentos, simplemente invadía un momento de ocio laboral cotidiano. Estaba rodeado de personas de avanzada edad ocupando puestos administrativos muy importantes muchos de ellos viejos lobos resabidos por las décadas laborales que venían teniendo en aquella institución y otras jóvenes ocupando puestos de secretarias y practicantes con cuerpos incandescentes y resaltantes que llamaban la atención hasta del más inocente, pulcro y huevón de los trabajadores.

-¿Notaste las piernas de la nueva practicante?- me preguntó Rodrigo Díaz, ciudadano con cinco décadas encima, pero con ínfulas de 20 y compañero de labores con un escritorio continuo al mío.

-¡Como para colocarlas en los hombros y hacer que desarrolle sus prácticas pre profesionales con más ganas!- respondí en tono pícaro y lujurioso refiriéndome al mismo objetivo.

-¡Lástima que sea chibola!…

-¡Lástima para ti, porque para mí esta buena!…

-¡No jodas, tiene 19 años, es casi una niña!…

-¡Putamadre Rodrigo, que rosquete eres, entonces para que chucha me comentas sobre la nueva practicante!…

-¡Solamente era un comentario!…

-¡Viejo maduro, sin plata y rosquete!… ¡Estas cagado!…

-¡Qué pasó, cuenten la ultimita!- interrumpió Leónidas Campos, otro vecino de escritorio de aproximadamente 60 años, con un toque más juvenil, jocoso, mas pendejo.

-¡Nada! ¡Solo comentando a Ricardo sobre la nueva practicante del área de logística, que tiene buenas piernas!…

-¡Buenas piernas y buenas tetas! ¡Ya le pasé revista apenas ingresó!… ¡Esta buenaza la malcriada, con el cabello suelto hasta su cintura bien formada y el culito firme y levantado!…

-¡Eso mismo le digo a este maricón de Rodrigo! ¡Pero dame solo un par de días y cae!…

-¿Un par de días?... ¡Puta, tú sí que eres bien quedado!… ¡Métele letra hoy mismo, antes de que otro huevón te gane!...

-¿Que hablan trío de mañosos?... ¡Pónganse a trabajar, hagan algo por la vida, tienen que justificar su sueldo, ja, ja, ja!- Sugirió burlonamente Josefa García, secretaria del jefe inmediato de nosotros; morena de mediana estatura cuyas medidas corporales bordeaban a la perfección y con un acento selvático marcado y directo, sin tabúes -¡Que hacen mirando a la pobre niña nueva con cara de aguantados y arrechos!… ¡Se nota que están ausentes de mujer!…

-¡Pero Josefita, nosotros tenemos que hacer eso ya que tu no aceptas nuestras insinuaciones carnales!- dijo Leónidas.

-¡Ay don Leo, usted ya no está para esos trotes!… ¡Creo que a las justas en usted solo funciona su lengua y si lo hace es para decir huevadas!…

Comenzamos a desatar fuertes risotadas por aquella insinuación, que hasta el propio Leónidas no paraba de reírse. De pronto, apareció la silueta de una persona de baja estatura, de contextura delgada con el rostro envejecido por las facciones de seriedad que le embargaba -¡Señores por favor, ustedes se encuentran en una Institución Pública donde las personas ingresan y salen a cada instante, por favor dedíquense a sus trabajos respectivos y dejen las conversaciones para la hora de refrigerio que para eso está!…

-¿Quién es esa huevona?- Pregunté.

-Se llama Rosa Belgrano, y es la nueva jefa de personal, la destacaron desde la capital, porque aparentemente acá hueveamos más que trabajamos- dijo Rodrigo.

-¿Y no es verdad trío de aguantados?... ¡Ustedes más huevean que lo que trabajan!...

-¡Mamita, si hablamos de huevear todos lo hacemos!… ¡Y aguantados los viejitos de mi costado, yo estoy más al día que tu enamorado!… ¡Ponme a prueba y veras!…

-Ja, ja… no me hagas reír que se me moja todo, además mi flaco me pone bien al día papito y no hay necesidad de recurrir a cositas pequeñas…

-Lo importante no es el tamaño, sino como utilizarla…

-Esa frase es de los que la tienen chiquita y no saben hacerla papacito…

Entre risas y carajadas cada quien ocupábamos nuevamente nuestro sitio de escritorio, con una sonrisa pícara enmarcada en nuestros rostros; pero, en mi mente quedaba la insinuación de Leónidas sobre la nueva practicante en que si comenzaría con la conquista aquel mismo día o lo dejaría pasar uno más. Las cartas aun no estaban puestas sobre la mesa, no sabía nada de ella, ni cuál era su nombre, ni donde vivía, ni mucho menos un puto signo zodiacal. Simplemente fue una atracción visual que no estaba dispuesto a dejar a un lado.

Por cuestiones circunstanciales el escritorio correspondiente al área de logística se encontraba frente al mío, y yo no paraba de mirar pausadamente y con cierta inocencia fingida a la joven practicante que de vez en cuando también levantaba la mirada al sentir el acecho timorato que le propinaba, marcando ambos a la vez una sonrisa tímida en el rostro cuando ambas miradas se cruzaban.

Al llegar la hora de refrigerio nos dirigimos a nuestros lugares respectivos para el almuerzo necesario notando en aquella la ausencia de la nueva practicante.

-¿Dónde está la chica nueva?- pregunté.

-Recuerda Ricardito que todos los practicantes se van a sus casas a la hora del almuerzo y ya no regresan sino hasta mañana- respondió Josefa.

-¡Chucha!... Es cierto cuero, caballero nomas…

-¡Ya te vi que le metías lente a la nueva chibola!… ¡Tú no pierdes el tiempo y eso que recién te reincorporas!…

Entre risas y carcajadas nos ubicamos en una mesita del cafetín de aquella institución para nuestro almuerzo respectivo.

-Chino, ¿qué hay de nuevo?- pregunté a Marcos, un personaje robusto que laboraba como cocinero, cuya inclinación sexual estaba definida hacia el lado femenino.

-¡Ay flaco para ti todo lo que quieras, tu solo pide!… ¡Mira que te puedo engreír ya que no te vi en mi cafetín durante casi una semana!…

-¡Suave chino, que solo como carne tierna y no me gusta el seco de cabrito!…

-¡Parece que la loca de Marcos te metió entre ojos!- dijo Josefa.

-¡No negra, paso nomas!… ¡Pero dejemos de hablar huevadas y mariconadas, así que pásame la carta para ver que pedimos para comer!…

Mientras almorzábamos, no dejaba de pensar en la nueva practicante. Cuál es su nombre, donde vive y la pregunta de rigor, ¿tendrá enamorado? Las miradas picaras y traviesas entre nosotros se mesclaban ya que Josefa era mi confidente y ella sabía de qué pie cojeaba y cuáles eran mis debilidades.

-¡Oye cojudo! ¿En realidad quieres algo con la flaca?- me preguntó.

-¡No cuero, en realidad es pura joda, tú me conoces bien!…

-¡Por eso mismo lo digo, porque te conozco!…

-No la conozco, no sé cómo se llama, no se los gustos que tiene, no sé ni mierda de ella… Como crees que voy a querer algo con ella sin saber nada… Tan huevas no soy, arrecho tal vez… Además creo que por el momento me siento tranquilo tal y como estoy y no para aguantar caprichos de niñas engreídas…

Josefa quedó mirándome con sorpresa tratando de creer lo que escuchaba.

-Además cuero, tu sabes que soy un coqueto de la gran puta; pero, queda ahí nomás en coqueteos… No quiero nada en serio por un buen tiempo…

-¡Lo sabemos Ricardito; pero uno nunca sabe lo que pueda ocurrir!…

Al culminar la hora de refrigerio, nos dirigimos nuevamente a nuestros respectivos sitios laborales para proseguir con nuestros quehaceres de jornada, dejando seguir el paso del tiempo entre juegos de internet y revisando páginas de noticias o de novedades tecnológicas y muy de vez en cuando curioseando el youtube o el facebook. La jornada laboral había culminado como cualquier otro día más en la oficina, riéndonos, trabajando, riéndonos, hueveando, riéndonos. Un buen día en el área de Capacitación y Proyectos.