7 mar 2011

DIA 21 – Domingo

Aprovechando el domingo, Verónica y yo salimos de compras como nunca antes lo habíamos hecho (y es que nunca lo habíamos hecho). Ambos nos aventuramos hasta un nuevo centro comercial ubicado en el centro de la ciudad, que quedaba muy lejos de casa.

Horas después (después de perdernos muchas veces), llegamos ilesos a ese centro comercial. Horas después (después de encontrar parqueo), llegamos propiamente a las tiendas del centro comercial. Sofocados, exhaustos, pero orgullosos de haber cumplido con éxito el primer paso de la misión, llegar con vida al templo de los compradores mezquinos y avariciosos de aquella ciudad, traspusimos con emoción sus deslucidas puertas sin saber lo que nos aguardaba.

Caminando por los pasillos infinitos de aquel centro comercial, congestionados de personas de miradas feroces, que empujaban sus carritos metálicos con una determinación aterradora, comprendimos que estábamos en peligro y que debíamos actuar rápida y sagazmente para ganar esa guerra sin cuartel en pos de la mejor rebaja, la última liquidación, el precio más barato. No sabíamos bien qué querían, pero ambos animábamos vivamente la ilusión de comprar muchas cosas a precios bajísimos, inverosímiles, y derrotar así a ese ejército de depredadores que, estimulado por frecuentes dosis de cafeína, avanzaba sin piedad sobre cualquier cosa sospechosa de estar barata. De pronto entramos a una tienda y Verónica gritó, emocionada:

-¡Ricar, una cafetera eléctrica baratísima, sólo cuesta quince soles!... ¡Cómprala, apúrate!- me animó.

-¡Pero es verano y hace mucho calor!- dije -¡No necesito una cafetera eléctrica!…

-¡No importa!- dijo Verónica -¡Sólo cuesta quince soles!... ¡Aprovecha, amor!...

No queriendo defraudarla, así que pagué la cafetera eléctrica y la llevamos, victoriosos. Poco después, en una tienda para mascotas de lujo, Verónica, casi empujando a otras jóvenes, pudo capturar una ropa coqueta para gatos.

-¡Ochenta por ciento de descuento!- mencionó sorprendida, mostrando el trofeo: una gorrita, unas medias y una camiseta para gatos.

-¡Pero, no tengo gatos, amor!- dije -¿Para qué vamos a comprar ropa felina?...

-¡Da igual, tonto!- me dijo ella -¡Después conseguimos los gatos!... ¡Los precios están regalados!...

Como sus argumentos parecían irrebatibles, no lo dudé. Luego nos abrimos paso entre la muchedumbre sobreexcitada y llegamos a otra tienda.

-¡Amor, calzoncillos a tres soles!- gritó emocionadísima, casi eufórica.

-¡Gracias, pero no necesito calzoncillos, amor!- le dije -¡Aun tengo muchos!…

-¡Sólo cuestan tres soles!- dijo Verónica, saltando eufóricamente sobre las cajas de ropa interior -¡Cómpralos!...

Incitado por aquella loca por las compras baratas, elegí unos calzoncillos y los llevé a la caja.

-¡Tenemos una promoción, señor!- dijo la vendedora -¡Si compra seis calzoncillos, se lleva uno gratis!…

-¡No, muchas gracias, así estoy bien!- le dije.

-¡Pero te regalan uno, amor!- gritó Verónica -¡No seas tonto, aprovecha la promoción!...

-¡Bueno, deme seis y así me llevo el de regalo!- me animé.

Enseguida corrimos a otra tienda, el más feroz y peligroso campo de batalla, donde gentes de todas partes de la ciudad se daban empellones, codazos y puntapiés, al tiempo que se decían procacidades y cosas insidiosas, sólo para atrapar, antes que los demás, las codiciadas prendas en liquidación.

-¡A seis soles una ropita de bebé!- gritó Verónica.

-¡Pero, aún no tenemos bebés, amor!- dije.

-¡No importa!- gritó Verónica -¡Ya después vemos a quién se la regalamos!...

-¡Sesenta por ciento de rebaja en vestidos de embarazada!- anunció nuevamente Verito.

-¡Los llevamos!- grité, sobreexcitado.

-¡Pero, aun no estamos esperando bebe!- observó Verónica.

-¡Los llevamos!- dije, sin dudarlo -¡Nunca se sabe cuándo viene un embarazo en la familia!...

-¡Diez soles los shorts de camuflaje, amor!- anunció Verónica.

-¡Tíralos al carrito, amor!- dije.

-¿Te gusta el camuflaje, amor?- preguntó Verónica.

-¡No! ¡Lo odio! ¡Pero, a ese precio ya me empieza a gustar!…

Horas después, extenuados, hambrientos, mareados, volvimos a casa con decenas de cosas que no necesitábamos ni nos gustaban, ni usaríamos nunca, pero felices de haberlas conseguido a esos precios increíbles.

Aquella mañana y tarde que pasé junto a Verónica, hacia más fuerte la decisión de dejar de hacer tonterías en mi vida. Tenía todas las ganas de jugar bien esta vez con mi vida y dejar a un lado las perradas cometidas en tiempos pasados. Sentía algo más fuerte hacia Verónica que no sabía a ciencia cierta si era amor, arrechura o simplemente el momento; pero que sentía algo fuerte de eso estaba seguro. Luego después de hacer el amor entre aquellas cuatro paredes, Verónica me preguntó:

-¡Amore!… ¿recuerdas cuando fue tu primera vez, y con quién?...

-¡Mi primera vez fue a los 15 años!… ¡y fue una prostituta!… ¡No recuerdo su nombre, no sé si llegué a preguntárselo!… ¡Me atendió amablemente, aunque con cierta apuro comprensible!… ¡No le costó trabajo advertir que los temblores de mi cuerpo se debían no al frío que yo alegaba sino al temor a fracasar con ella, la primera mujer que finalmente podía tocar desnuda!… ¡Fracasé, por supuesto, ya ella poco le importó!… ¡Por mucho que lo intenté, no pude obtener alguna forma de placer de esos forcejeos fallidos con un cuerpo al que, aun esforzándome, no conseguía desear!… ¡Lo peor no fue pagar sino pedir disculpas por no estar a la altura de la circunstancias!… ¡Después de aquella derrota coital, pensé que tal vez yo era un cabro al no sentir ni mierda de placeres con ella, ya que esta me la había chupado, pero yo ni mierda!… ¡Me quedé con la duda de mi fracaso!… me preguntaba ¿Por qué?... ¡A lo que busqué ayuda en una prima que tengo y a la que no veo desde hace un culo de tiempo!… ¡Lo que me atrajo de ella fue su descuidada elegancia, la elegancia de una niña precoz, y su manera de fumar!… ¡Ella fumaba mucho!… ¡Era mayor que yo por 3 años, era muy inteligente, sabía de historia y política y le gustaba demostrarlo!… ¡Su hermano (mi primo) era extraño, decía que quería ser presidente!… ¡Sus padres (mis tíos) simulaban quererme pero en el fondo me veían con recelo, no les gustaba que saliera con mi prima a tan temprana edad!… ¡Cuando nos quedábamos solos en su casa, ponía la música que más le gustaba y nos enredábamos a besos, unos besos que por mi parte eran atropellados, torpes, excesivos!… ¡No sé por qué terminamos, tal vez porque se hartó de mis besos o porque conocía su mejor amiga!… ¡Mónica, era su mejor amiga, también estudiaba en la universidad y era más linda que ella!… ¡Mónica fue la primera mujer a la que, venciendo el miedo escénico, pude amar!... ¡Yo fui también su primer hombre o eso fue lo que ella me dijo y ella no mentía!… ¡Era una mujer inolvidable en muchos sentidos, no sólo por su belleza sino por su inteligencia, su aire bohemio y su carácter apasionado!… ¡Hicimos viajes juntos, elegimos los nombres de nuestros hijos, nos escribimos cartas desesperadas en aquellos años en que todavía se escribían cartas de amor y luego ella se fue lejos y cuando fui a buscarla ya era tarde, ya se había enamorado de otro!... ¡A Estefanía, la hermana de un amigo, le gustaba tomar champagne antes de sacarse la ropa, obligarme a bailar aunque me quejase y pedirme prestados sacos y casacas que nunca me devolvió!… ¡Cuando pienso en ella, la veo tendida en la alfombra de su departamento vacío, con una botella de champagne!… ¡No fue amor, fue sólo un juego retorcido del que supimos salir ilesos o casi!… ¡No debió ocurrir, pero ocurrió, y luego todo se torció y la amistad se echó a perder!… ¡Mi prima Araceli me regaló una tarde de amores furtivos en un hostal de esta ciudad!… ¡Luego regresó a la capital a la casa de su madre, y yo ni contesté sus correos electrónicos que ella me enviaba porque me humillaba el recuerdo de mi ineptitud pasmada frente a su destreza para el combate cuerpo a cuerpo!… ¡Aunque fue una noche y solo una noche (en realidad, un amanecer), no puedo pasar por alto la emoción que me embargó cuando me deslicé en la cama de Rosmery, la hermana de un gran amigo, y fui suave y generosamente recompensado por esa chica de cabellos negros como la noche a la que nunca más volví a ver!… ¡Sin desmedro de sus encantos, que no eran menores, tal vez aquella madrugada resultó inolvidable por la proximidad en la que se hallaban durmiendo sus padres y su hermano, quienes me creían incapaces de esa felonía, que a ella, sin embargo, no pareció sorprender!… ¡Tania me enseñó a caminar por las calles de su ciudad, a moverme en autobús, a ver dos y tres películas una sola noche, a leer los libros que me recomendaba con pasión!… ¡Era una mujer fascinante!… ¡La amé sin necesidad de hacer el amor!… ¡En unas pocas ocasiones, intentamos hacer el amor pero resultaba un estorbo para amarnos!… ¡Nos vemos muy rara vez!… ¡Eso no ensombrece la certeza de que la sigo queriendo!… ¡No exagero cuando digo que ninguna mujer me ha turbado en todos los buenos y malos sentidos, pero sobre todo los malos, como me ocurrió con Ofelia!… ¡Fue una pasión escondida y deshonesta, es decir, más completa y placentera, porque ella estaba casada y su marido me conocía y, lo que es peor, confiaba en mí!… ¡Cada suave contorno de su cuerpo habita en mi memoria!… ¡Con Nancy me pasó algo raro, y es que se hizo un tatuaje en la espalda con mi nombre, lo que parecía un gesto desmesurado de amor, pero nunca me provocó tocar esa piel, besarla, lamerla, hacerla mía, ni siquiera lamer ese tatuaje con mi nombre, lo que hubiera sido como besarme a mí mismo!… ¡Luego llegaste tú a mi vida y aquí estamos, calatos, y amándonos!- concluí.

Verónica quedó callada por unos instantes tratando de comprender y asimilar todo lo que había escuchado.

-¡Wow!… ¡tú si fuiste un puto de los grandes!…

-¡Fui amor!… ¡fui!… ¡tiempo pasado plus cuasi perfecto!…

-¡Espero que así sea!… ¡sabes que te amo demasiado Ricardo!… ¡y no quisiera que me falles!…

-¡Te mentiría si te digo que no tengo tentaciones, pero quiero decirlas que NO!… ¡porque solo quiero ser tuyo y de nadie más!…

-¡Te amo Ricardo!…

-¡Lo sé pulguita!… ¡lo sé!…