7 mar 2011

DIA 04 – Jueves

-¡Ricardo!… ¡Ricardo!… muchacho, ¿te encuentras bien?- preguntó una voz femenina.

-¡Dígame doña Juanita, que pasó!- respondí a la dueña del departamento en donde vivía.

-¡Muchacho es que me preocupaste, ya que tú eres muy puntual a la hora de levantarte para ir al trabajo!… Y como ya son las once de la mañana y no dabas señales de vida tuve que llamarte para salir de las dudas… ¿Te sientes mal?...

-¡Chuchamadre! ¿Ya son las once?- respondí dando un profundo suspiro de indignación -¡Putamadre, caballero nomas!…

Rápidamente me cambié de ropa, dejando tirada mi pijama por donde cayera. Arranqué mi motocicleta y me dirigí al trabajo.

-¡Que pasó Ricardito, se te pegaron las sabanas!- preguntó el viejo portero.

-¡Si cholito, gran huevada la mía!…

Ingresé a los ambientes de la oficina saludando a mis compañeros de área, encendí mi computadora y silenciosamente proseguí con mi tarea. Al cabo de unos minutos se acercó la señora Rosa, jefa de personal, y me preguntó drásticamente -¿Tiene usted algún tipo de justificación por haber llegado tarde o simplemente hago su descuento por tardanza?...

-En primer lugar, señora Rosa tenga usted muy buen día… En segundo lugar y con todo respeto, si haberme tomado unas cuantas cervezas por la noche y quedarme dormido hasta las once de la mañana es una buena justificación, entonces es la mía… Y si usted no considera eso como justificación, entonces haga mi descuento respectivo…

-¡Perfecto! ¡Recibirá su descuento en su próxima boleta de pago, además de una llamada de atención por lo sucedido!- Dicho esto, la mujer dio media vuelta y regresó a su despacho.

-¡Que paso Ricardito, viniste empinchado!- preguntó Leónidas.

-¡No Leo, simplemente la muy cara de culo viene de frente sin saludar a uno!… ¡Está bien que sea jefa de personal, pero no por ello no va a saludar!… ¡Respetos guardan respetos!…

-¡Ya no te enojes Ricardito, mira que hoy amaneció con el sol radiante!… Presumo que será un día súper increíble- dijo Rodrigo.

-¡Gracias Rodrigo!- respondí.

-¡Cuéntame con lujo de detalles, que fue lo que pasó anoche!… ¿Llamaste a Verónica?... ¡Carajo cuéntame de una vez, no me dejes con la inquietud!- dijo impacientemente Josefa.

-¡No hablé con ella!…

-¿Y por qué no?… ¡Que huevón eres!…

-¡Todo tiene un por qué!…

-¿Y cuál se supone que fue tu “por qué”?…

-Sandra fue a verme y nos tomamos una cuantas cervecitas…

-¡Que! Y de paso una culeadita también… No los conoceré a ustedes par de arrechos…

-¡Nada negra!… ¡Todo tranquilo!…

-¡Si cojudo! Tu tranquilo, pero tu pájaro no… Esa cojudecita tiene vida propia…

-Ja, ja, ja… Eres una mierda, ¿No carajo?...

-¡Mierda llena!... ja, ja, ja- respondió Josefa.

Al cabo de unos instantes la joven practicante de logística se acercó hacia donde yo estaba.

-¡Buenos días!…

-¡Hola Vero!… ¿Cómo estás?…

-¡Bien!… ¿Y tú, porque viniste tarde?- me preguntó.

-Se me pegaron las sabanas- respondí.

-¡Espero que no se repita señorcito!…

Sonreí asintiendo con la cabeza a no volver a ocurrir.

-¡La señora Teresa me dijo que coordine contigo para lo que necesites!…

-¡Si Vero, es que necesito cierta información que tu jefa no sabe dónde está!…

-¡Que malo eres!… ¡Ella sabe dónde están sus cosas!… ¡Solo que es un poquito desordenada y no encuentra sus cositas!…

-¡No es justificación!… ¡Yo soy un súper desordenado; pero en mi desorden sé dónde están mis cosas!…

-¡Como que eres desordenado!… ¡No lo pareces!…

-¡Si vieras mi departamento te caerías de espaldas tipo Condorito!… ¡Con el sonido de un “plop”!…

-¿Vives solo?- preguntó Verónica con cierta picardía entre labios.

-¡Sí!… ¡Desde hace un par de años!…

-¡Entonces uno de estos días iremos y pondremos en orden a aquel desorden!…

-¡Perfecto!… ¡Queda en pie el desafío de lograr un orden en mi desorden!…

-¡Ahora Ricardo dime, que es lo que necesitas de mi área!- preguntó Verónica.

La miré con cara de pavo, embobado hasta el culo, hipnotizado por aquellos ojazos marrones y grandes.

-¡A ti!- respondí ahuevadamente.

-¿A mí?...

-¡Claro!… Es que sin ti no podría culminar el bendito trabajo de tu tío…

-¿A qué tío te refieres?- preguntó admirada.

-¡Al director general!… ¿Que, acaso no es tu tío?...

-¡Sí!… Pero, casi nadie lo sabe…

-¡Tú lo dijiste, casi nadie!…

Y ambos comenzamos a reírnos, mientras nuestras miradas seguían fijas sin desprenderse uno del otro. Comenzamos a trabajar en conjunto como si nos conociésemos de muchos años, la química entre nosotros fluía como torrentes de agua en cascadas. Me esmeraba en colocar animaciones para causar una buena impresión a aquella muchacha, mientras ella también agregaba algunos consejos para dar una mejor vista a la presentación de su tío.

Al llegar el medio día, tiempo en que cada practicante regresa a su casa, la miré con cara de perrito perdido sin dueño -¡Aún nos falta solo un poco para culminarlo! ¡Que te parece si te invito a almorzar en el cafetín y luego te llevo a tu casa!- propuse.

-Mmm… Tuviese que llamar a casa, para que mi hermano no venga a recogerme… Bueno, en realidad no es mi hermano, es mi primo… pero, lo quiero como a un hermano, ya que nos criamos juntos desde pequeños… Déjame llamar a mi tía para avisarle… ¿Sí?...

-¡Perfecto!… ¡Cruzare los dedos para que acepte!- respondí.

Verónica tomó el teléfono celular e hizo la llamada correspondiente. La quedé observando mientras Verónica hablaba con su tía, la señora María Espinoza, esposa del señor Segundo. Aquella conversación era un misterio para mí, debido a que no escuchaba ni una puta palabra, solo observaba los movimientos y gestos de aquella chica avispada y esculturalmente atractiva. Al cabo de unos minutos, Verónica terminó la conversación que tenía entre ella y su tía, y se acercó.

-¿Que te dijo tu tía?- pregunté muy entusiasmado.

Verónica me miró tristemente como quien responder una pregunta trágica.

-Lo siento Ricardo… pero... tendrás que soportarme toda la tarde ja, ja, ja…

Ambos comenzamos a reírnos por aquella respuesta. Llegada la hora del almuerzo, ambos nos dirigimos al cafetín. Nos sentamos en una mesa apartada lejos de la muchedumbre que nos rodeaba. Marcos se acercó a entregarnos la carta del menú diario, me dio un guiño de complicidad y luego se retiró.

-¿Que te vas a servir?- pregunté.

-¿No sé?... ¿Cuánto cuesta acá el almuerzo?…

-¡No te preocupes, déjalo a mi cargo! ¡Acá no cobran almuerzo, simplemente nos hacen un descuento por planilla cada vez que venimos a la hora del refrigerio, y lo tuyo cargaré a mi cuenta!- respondí.

-¡Gracias!… que roche- murmuró Verónica ante aquella respuesta.

-¡Nada de eso, así que pidamos lo que se nos antoje!…

-¿Cualquier cosa?...

-¡Sí, cualquier cosa!- respondí.

-¡Y si luego te descuentan demasiado!… ¡Me sentiría culpable!…

-¡Te diré un secreto!- mirando hacia ambos costados y con una mirada traviesa proseguí -¡Nunca me descuentan cada vez que como algo en este cafetín!…

-¡¿Y eso a que se debe?!… ¡¿No será por el cocinero?!… ¿o sí?...

-¡No, nada de eso!… ¡Lo que sucede es que luego de que todo el personal termina su refrigerio, Marquitos lleva el reporte de quienes almorzaron en el cafetín, para luego se les haga su descuento respectivo a fin de mes!... ¡El truco está en que el administrador es muy amigo mío!… Nos conocemos desde hace un culo… perdón… desde hace mucho tiempo… Y a veces nos damos una manito en lo que sea, y como que la situación no está como para que le hagan a uno los descuentos que aplican en esta institución…

-¡Aja!… ¡Con que así es la cosa!… ¡Ahora te tengo en mis manos señorcito!…

Ambos nos reímos mientras Marcos se acercaba para pedir la orden respectiva para el almuerzo.

La tarde pasó volando en un abrir y cerrar de ojos concluyendo el trabajo pendiente.

-¡Bueno!… ¡Terminamos la bendita exposición para tu tío!…

-¡Me encantó trabajar a tu lado!… ¡Siento como si nos conociéramos desde hace uff!…

La miré fijamente a los ojos. Ambos quedamos observándonos en silencio mientras los segundos transcurrían.

-¡Disculpen par de tortolos, pero ya es hora de retirarnos!- dijo Josefa con cierto tono cómplice para ambos.

-¿Me llevas a mi casa?- preguntó Verónica.

-¡Por supuesto!- respondí sin balbucear, ni pensarlo dos veces.

-¡Chévere, voy por mis cosas y salimos!…

Josefa me miró con la boca abierta -¡Carijo cholo, me cagaron!… No sé quién fue más rápido… tu… o ella…

-¡Ya déjate de huevadas y cierra la boca que das ganas a meterte algo carnoso en ella!…

-Mmm… que rico… pero, no como pequeñeces ja, ja, ja… ¡Ya me voy cojudo, mañana me cuentas detalle por detalle!… Y si no te la chapas el día de hoy, te meto el dedo por el culo… ¡Ya sabes!- diciendo esto aquella morena de cuerpo exuberante se retiró de las oficinas mientras esperaba a Verónica.

-¡Listo Ricar!… Te puedo decir Ricar… ¿no?- preguntó en tono avergonzado.

-¡Por supuesto!… ¡Llámame como quieras Verito!…

Al salir de aquella institución me despedí como todos los días de aquel anciano amigo incondicional que custodiaba aquella construcción. Luego subimos a la motocicleta que se encontraba en el estacionamiento y nos dirigimos rumbo al domicilio del señor Segundo en donde vivía Verónica.

Mientras manejada la motocicleta, la conversación entre nosotros proseguía sin dar comienzo al silencio, dando inicio a conversaciones más personales y directas.

-¡Vero!… ¿Qué tan celoso es tu tío?...

-¡Es bien celoso!… Mi papá es hermano suyo… Nosotros somos de un pueblo pequeño a dos días de trayecto de acá... Y sinceramente, no quería quedarme estancada ahí… Es por eso que mi papá propuso a mi tío a que yo venga a estudiar y trabajar en esta ciudad… para ello tuve que dejar a un lado todo lo que tenía en mi pueblo…

-¡Bendito pueblo por tener cositas bellas como tú!… ¿Y qué dejaste allá… si se puede saber?- pregunté.

-¡A mis padres, mis amigos!- dejando un pequeño silencio en incógnita.

-¿Tenias o tienes enamorado?- pregunté.

-¡No sé si llamarlo enamorado!… Más bien era un amigo en el cual podía confiar, contarle mis cosas… Andábamos juntos agarrados de la mano… Salíamos juntos a las fiestas populares… pero, nunca nos dimos un solo beso… ¿Y tú… estas involucrado sentimentalmente con alguien?- preguntó Verónica con cierta curiosidad.

-¡No!… Desde hace un buen tiempo- respondí.

-¿Y porque, se puede saber?...

-Simplemente… a veces… uno da más de lo que recibe… y si la cosa no es equitativa… entonces no camina…

-¡Tienes razón!… creo…

Ambos reímos por aquella conversación prosiguiendo con el camino hacia la casa de Verónica que muy levemente me abrazaba mientras recostaba su cabeza en mi espalda.

Al llegar a casa del señor Segundo, frené la motocicleta y bajamos de ella, acompañándola a la puerta del domicilio.

-¡Espero que este recorrido se repita nuevamente!- dije.

-¡Yo también Ricar!- respondió.

-¡Bueno!… Es hora de retirarme… Necesito darme un buen duchazo y dormir temprano- la miré nuevamente a los ojos -¡Gracias por haberme apoyado en este día Verito!…

Mientras me acercaba a darle un beso de despedida, Verónica cerraba lentamente los ojos, como quien favorecer a lo esperado por ambos.

-¿Verónica, eres tú?- interrumpió un voz femenina detrás de la puerta haciendo que cortemos aquel beso deseado.

-¡Si tía, soy yo!- respondió Verónica -¡Es mi tía!… Siempre inoportuna… Tengo que entrar… fue lindo pasarla contigo Ricardo…

-¡Lo mismo digo Verito!…

Solo nos limitamos a mirarnos mientras ella ingresaba dentro de la casa. Di media vuelta, encendí mi motocicleta y me dirigí rumbo a mi departamento. Aquel preludio se transformó en algo emocionante para mí.

Un sentimiento extraño, pero a la vez familiar se apoderaba de mí.