7 mar 2011

DIA 16 – Martes

-¡Ricar!… ¿y cómo está el viejito portero?- preguntó Josefa.

-¡Conchesumadre negra!… ¡me olvide de ir ayer saliendo de la oficina!… ¡hoy lo haré!…

-¿Entonces no te fijaste en el nuevo portero?- preguntó Josefa.

-¡No negra!… ¡para nada!… ¡estuve ahuevado por un culo de cosas!… además, ¿no sabes con quien me encontré anoche en la puerta de mi departamento?...

-Ni idea… ¿con quién?…

-¡Con Ángela Málaga!…

-¡No jodas!… ¿la que te puso los cuernos con tu amigo Benito?...

-¡Si carajo!… ¡ella misma!…

-¡Y que quiso la huevona!…

-¡No lo sé, ni me importa!…

-¿Aun te duele que te haya puesto los cuernos con tu pata no es así?...

-¡No es eso!… ¡simplemente que no me interesa verla!… ¡nada más!…

-¡Te duele cojudo!… ¡te jode haber comido de tu propio pastel!… ¡quién te manda a tirar con su prima pues cojudo!…

-¿Acaso iba a saber que la muy puta iba a abrir la bocota y contárselo todo?...

-¡Para que veas!…

-¡Culos vemos, corazones no sabemos!- dije con la media sonrisa que me caracterizaba.

-¡Hola amor, buen día!…

-¡Amore mío, buen día!- respondí al saludo de Verónica.

-¡Estoy molesta contigo, ya que ayer no me diste nada de importancia!… ¡pasé desapercibida para ti!… ¡ya no te quiero!- exclamaba haciendo un pucherito con la boca, como si fuese una niña sin su dulce.

-¡No mi cielo, tu sabes que eres la reina de mi vida, mi inspiración hecha mujer, mi musa perfecta!…

-¡Ay amor!… ¡que rico hablas!… ¡por eso cada día te amo más!- diciendo esto Verónica se retiró nuevamente a su escritorio para rehacer sus labores de practicante.

-¡A veces admiro a tu enamorada!… ¡y otras veces, como ahora, me dan ganas de sacarle la mierda por huevona!- murmuró Josefa.

-¿Y ahora qué hizo?- pregunté.

-¿Como por unas palabras sonsas y cojudas se va a poner como una mocosa de 15 años?… ¡está cojuda la huevona!…

-¡Déjala pues, así es feliz!…

-¡Me jode que te crean tan fácil!… ¡de solo mirarte la cara de niño viejo y mañoso, uno se da cuenta que solo buscas llevártelas a la cama y listo!…

-¡Negrita no es para tanto!- respondí -¡Uno hace lo que puede!…

-¡A veces no se con cual de tus cabezas piensas! ¡Si con la de arriba o más con la de abajo! ¡Aunque la respuesta es obvia! ¡Puto de miércoles!… ¡un día de estos se te caerá el pájaro en pedazos por meter en cualquier hueco!…

-Ja, ja, ja… ¡no seas mala!… ¡tampoco, tampoco negrita linda!…

Aquella morena se retiró a su escritorio, mientras yo me proponía a escribir un nuevo capítulo en aquel blog que había creado días atrás. Entre fantasías y realidades. Una historia diaria, un sentimiento nuevo. Recuerdos que plasmaba en las hojas virtuales de su computadora creando personajes paralelos y complejos.

-¿Qué haces amor?- preguntó Verónica.

-¡Un matarato, para obviar la cojudez de no hacer nada!… ¡me jode estar ocioso!… ¡me jode estar calentándome el culo en esta silla sin nada que hacer más que entrar en el internet y ver que huevadas hay en el día!…

-¡Qué suerte la tuya!… ¡yo tengo harta chamba!… ¡papeles que ordenar, facturas que encontrar!… ¡un caos!- dijo Verónica.

-¡Amor, es que tu jefa es una cojuda lameculos que solo está para sobarle los pies a tu tío, sin saber lo que realmente tiene que hacer!… ¿es o no así?…

Verónica solo sonrió ante aquella verdad. La cual solo provoco acercarse a mí y propinarme un largo, húmedo y agradable beso en la boca, sin importarle quien este mirando.

-¡Te Amo!…

-¡Y yo a ti pulguita!- respondí.

Aquella tarde estaba dispuesto a ir si o si al centro de salud a ver qué noticias tenían de aquel personaje viejo que custodiaba la puerta principal. Pero aún faltaba media hora para la salida, después de un día de hueveo y un almuerzo desabrido, rancio y hasta el culo. Lo único que podía hacer en esos momentos era entrar al messenger y distraerse un rato. Encontrando a muchas personas en línea, entre amigos, parientes lejanos, huevones que se agregaban y no sabías quienes chuchas eran, vecinos del barrio, ex enamoradas, compañeros de trabajo; pero, de pronto emergió de una esquina inferior izquierda de la pantalla el mensaje de inicio de sesión de alguien especial. Margio. Aquella persona era una de esas personas especiales, que solo puedes encontrar una en un millón. La cibernovia inalcanzable, que alguna vez quedaron chateando toda la noche hasta la madrugada sin conciliar el sueño. Hablando una y otra cosa sin cansarse, teniéndose a la vez tan cerca y tan lejos en tan solo un instante. Queriendo repetir una y muchas veces aquella noche infinita.

Vivíamos en la misma ciudad, relativamente cerca y a la vez estábamos tan lejos que solo podíamos comunicarnos cojudamente a través del internet o escasamente cuando nos cruzábamos por caminos mutuos. Solo habíamos salido un par de veces juntos, y no precisamente una cita. Simplemente cuestiones del azar que se pusieron en el camino y listo. Tomé el teclado de la computadora e inicié el dialogo con aquella ciber, necesitaba estar lejos de aquella sofocante nada laboral.

-¡Buenas tardes preciosa!…

-¡Hola pollito!- respondió cariñosamente como siempre me llamaba -¿Qué estás haciendo?…

-¡Nada!… ¡aquí tonteando en la maquina!…

-¡Qué bueno!… ¡oye Ricardo, no me pierdo ninguna de tus historias en tu blog!… ¡te pasas!…

-¿Qué te parece?… ¿leíste mi nueva historia?...

-Ja, ja… ¿no serás tú el personaje principal de tu nueva historia?... ¿no será tu caso?...

-Ja, ja, ja… ¿tú también?... no eres la primera persona que me hace esa pregunta…

-¡Es que por lo que leo me hace pensar que eres tú!… ¡conociéndote cómo eres!…

-¡Si pues!… ¡pero, yo no soy aquel personaje!- respondí.

-¡Aunque, el parecido es bastante!…

-Cualquier parecido... es pura coincidencia… yo soy fiel a ti pollita…

-¡Cómo no!…

-Pero dime, ¿qué te parece la historia?- pregunté.

-¡Ya te dije!… ¡me imagino que eres tú!… ¡siendo como eres de gilero!… Ja, ja, ja…

-¡Pues tiene algo de mí!… ¡pero, no soy yo!…

-¡Ok!… ¡te creo, no lo dudes!…

Pero seguía insistente -¿Pero qué te parece?…

-¡Está bonito!… ¡me gusta!… ¡como que me relaja leer tus historias!…

-¡Es lo que trato!… ¡de hacer volar nuestra imaginación, de zafarnos de lo cotidiano, alejarnos un poco de la televisión, del mp3, leer un poco más sin figuritas ni ilustraciones!… ¡aunque sean estas líneas escazas de sabiduría!…

-¡Pero, a veces eres obvio pollito!- dijo Margio.

-¡Ya lo sabes pollita!… ¡solo es coincidencia!…

-¡Bueno pollito, es hora de irme a mi casita!…

-¡Y yo de irme a ver a un buen amigo en la posta médica!…

-¡Cuídate y te mando un besote grande!…

-¡Nos hace falta una trasnochada como aquellos tiempos que dejamos atrás!… ¿lo recuerdas?...

-¡Como no hacerlo!… ¡nunca antes lo había hecho!…

-¡Quiere decir que fui el primero!…

-Ja, ja, ja… ¡siempre el mismo Ricardo Dasilva!… ¡no cambiarás nunca!… ¡maloso y mañoso!… ja, ja, ja…

Aquel intercambio de conversaciones textuales produjo una tranquilidad en aquel ritual vago que invadía aquel ambiente laboral.

Al salir de aquella institución, noté la presencia de un nuevo portero; un muchacho de aspecto joven, de baja estatura, vestido con uniforme de seguridad, la vara de cuero artificial, los zapatos con punta de acero comprados en el mercado, el clásico “huachiman” de empresa.

-¡Buenas tardes!- saludé.

-¡Buenas tardes señor!- respondió muy amablemente aquel nuevo personaje pictórico.

-¡Regresaré en un momento a recoger mi vehículo!… ¡tengo que hacer una diligencia cerca de acá!…

-¡No se preocupe señor!- respondió aquel jovenzuelo portero.

Me dirigí velozmente a aquel puesto de salud que se encontraba cerca del lugar de trabajo. Esquivando autos, motos, bicicletas, triciclos, viejos peones transeúntes, perros sarnosos. Hasta llegar a aquella posta médica de aspecto lucubre y maltrecha. Ingresé y busqué al médico encargado.

-¡Buenas tardes doctor!…

-¡Buenas tardes!… ¿en que lo puedo ayudar?- respondió aquel galeno.

-¡Busco a una persona de avanzada edad que fue traída la semana pasada por un golpe muy fuerte!…

-¿Cuál es el nombre del paciente?- preguntó el galeno.

-¡Me agarró doctor!… ¡no lo sé!… ¡simplemente lo conocemos en el trabajo como el “viejo”!… ¡nada más!- respondí.

-Mmm… ¡ya sé a quién se refiere!- refirió el médico de turno en un tono apesadumbrado.

-¡Dígame doctor!… ¡cómo se encuentra!… ¿se empeoró?... ¿lo trasladaron a un hospital?... ¡dígame algo por favor!…

-¡Lamento decirle que el paciente al que usted se refiere falleció al día siguiente de ser traído a este local!… ¡padeció de una contusión cerebral!...

Aquella noticia me impactó bloqueando todo tipo de raciocinio -¿Una qué?...

-¡Contusión Cerebral!… ¡El cerebro estaba muy inflamado!… ¡Aquel golpe que sufrió fue de gran magnitud que hizo que se formara un hematoma de gran tamaño!... ¡Como era grande provocó alteración de conciencia, estupor y coma casi al instante!... ¡Por su localización causó pérdida de fuerza, trastornos del lenguaje, de campo visual, y otras cosas más!... ¡Todos estos síntomas ocasionaron la pérdida irreparable del paciente!- respondió aquel galeno.

-¡Pero!- la entonación de palabras era nula en mis labios. Miles de ideas pasaron por mi cabeza. Un sentimiento de culpa se apoderó de mí en esos instantes -¡Debí estar cerca de él cuando me necesitó!… ¡soy una mierda!…

-¡De nada hubiera servido que esté cerca!… ¡el golpe fue fulminante!…

-¿A dónde llevaron el cuerpo?- pregunté.

-¡Aún debe de estar en la morgue central!… ¡pasado los 10 días de no ser reconocido pasa a ser calidad de persona NN y donado a una universidad para estudios o enterrado en una fosa común!…

-¡Gracias doctor!…

Antes de que el médico de turno responda la despedida, salí velozmente de aquella posta con destino a ubicar su motocicleta e ir a la morgue central.

Aquel vehículo volaba en la pista negra y caliente. Los semáforos como quien cómplices se convertían en luces verdes cada vez que llegaba a ellos. Al llegar a aquel lugar de depósito de cadáveres me di con la sorpresa de que estudiantes de medicina estaban repletos ahí, en busca de material fresco como gallinazos tras la carroña. Me acerqué donde la encargada de aquel lugar -¡Buenas tardes!… ¡busco a una persona de avanzada edad!… ¡en calidad de NN!… ¡hace unos 4 o 5 días lo trajeron!…

Una mujer bastante robusta con cara de perro bulldog estreñido me miró ligeramente -Mmm… ¡aquí no hay ninguna persona con aquella descripción!… ¡lo siento!… ¡mucho menos si es NN!- prosiguiendo con su trabajo e ignorándome.

-¿No tiene ningún registro de ingreso de cadáveres?- pregunté.

-¡Jovencito, lo sentimos pero ese viejito que buscas ya lo deben de estar partiendo en pedacitos para estudios universitarios o para comida de chanchos!… ¡así que no hay nada más que hacer acá!… ¡y si no vas a comprar cadáveres, mejor te retiras!…

Aquella respuesta me indignó. Qué valor tenían los cuerpos para aquella persona grotesca. Simplemente una carcasa que se puede vender y llevar ante el mejor postor.

-¡Con todo respeto!… ¡Váyase a la concha de su madre, vieja gorda cagona!…

-¡Muchacho malcriado, lárgate de esta oficina o te mandaré a arrestar por ataques a una trabajadora del estado!…

Aquella mujer seguía hablando mientras me alejaba mordiéndome los dientes, frustrado por aquel hallazgo. Mis lágrimas brotaban de impotencia ante la pérdida irreparable de aquel noble amigo que había abandonado en sus últimos momentos.

-(¡Lo siento viejo!)- murmuraba entre mí -¡Te juro que el que te hizo esto lo pagará muy caro!… ¡te lo juro!…